el BAILE DEL VERANO
el BAILE DEL VERANO
La de este verano será la edición número 74 de la Gala de la Cruz Roja de Mónaco en la que veremos a la princesa Charlène junto al príncipe Alberto y será baja Carolina de Mónaco, a la que no vemos aparecer por ahí desde hace años. También samemos quién será la estrella invitada: el cantante británico Robbie Williams, que interpretará los éxitos de su larga carrera frente a una concurrida audiencia de aristócratas y millonarios.
La cena y el concierto de la gala vuelven este año a su lugar de origen, la Sala de las Estrellas del Sporting Club de Montecarlo, tras dos años en que se celebró en la Plaza del Casino de Montecarlo, al aire libre, y la suspensión de 2020 a causa de la pandemia de Covid-19.
La Cruz Roja monegasca fue creada el 3 de marzo de 1948 por el Príncipe Luis II, abuelo del príncipe Alberto. Ese mismo año, obtuvo el reconocimiento por el Comité Internacional de la Cruz Roja y fue admitida en la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Sus presidentes han sido, además de Luis II, el príncipe Rainiero, entre 1949 y 1958, la princesa Gracia de Mónaco, hasta 1982, y el príncipe Alberto, desde el 17 de diciembre de 1982. Charlène de Mónaco es su vicepresidenta.
La gala de la Cruz Roja monegasca es uno de los actos sociales más concurridos y reconocidos de Europa y la ocasión, en los últimos años, de ver brillar junto a Alberto a la princesa Charlène, que habitualmente no asiste al otro gran baile del principado, el de la Rosa, presidido por Carolina de Mónaco, que, a su vez, casi nunca hace acto de presencia en la Gala de la Cruz Roja.
La versión oficial es que no quieren hacerse sombra mutuamente. Así pues, cada baile es para una princesa. La versión oficiosa insiste sobre las malas relaciones entre las dos cuñadas, dos Primeras Damas que no aciertan a combinar su protagonismo.
El primer baile se celebró el 10 de agosto de 1948, con el objetivo de recoger fondos y, con los años, aristocracia, jet set y estrellas de cine no han querido perdérsela. Fue en 1957 cuando la gala se convirtió en lo que es hoy, ocupando la Sala de las Estrellas del Sporting Club de Montecarlo. A lo largo de estas más de siete décadas, ha acogido a artistas de renombre como Joséphine Baker, Charles Aznavour, Frank Sinatra, The Beach Boys, Sir Elton John, Duran Duran o Sting.
El otro momento cumbre de la noche es La Tómbola, en la que se puja por prestigiosos regalos: joyas, relojes de lujo o incluso coches. El presupuesto de la organización era, en 2021, de ocho millones de euros. Los invitados compran los cubiertos por 1.200 euros.
El biopic «Grace of Monaco», dirigido por el francés Olivier Dahan y protagonizado por Nicole Kidman, cuenta cómo este baile se convirtió en el centro de atracción de la vida social europea, cuando la princesa, en 1962, lo utilizó para mediar en la crisis que vivía Mónaco con Francia y que amenazó su existencia. Invitó a todos los presidentes europeos y dejó a De Gaulle sin la posibilidad de rechazar la invitación. Desde entonces, la gala de la Sala de las Estrellas ha ido evolucionando hacia una reunión social, sin políticos, pero llena de estrellas del espectáculo, de las finanzas y príncipes sin trono.
Las princesas Estefanía y Carolina presidieron, junto a su hermano, el príncipe Alberto, la Gala de forma habitual, hasta la llegada de Charlène Wisttock. El primer baile de ésta fue el de 2011 y la recién estrenado princesa de Mónaco deslumbró con un «palabra de honor» en tono violeta y el collar Ocean, de Van Cleef and Arpels, una espectacular joya de 850 diamantes y 359 zafiros, regalo de su esposo.
En ese primer baile también estuvieron Carolina y Estefanía. Pero con el tiempo, ambas dejaron todo el protagonismo a Charlène. El pasado año, la princesa volvió a deslumbrar con un vestido de Prada con aplicaciones plateadas, tras su ausencia del año anterior, por sus problemas de salud. Carolina y sus hijos y nueras asistieron en bloque, junto al Alberto, al concierto de ese 2021, protagonizado por Jamie Cullum.
Charlène seguía en Sudáfrica, reponiéndose de la infección de nariz y garganta que la alejó durante varios meses de la agenda oficial. Sí estuvieron el hermano y la cuñada de Charlène, Gareth y Roisin Wittstock. Su presencia discreta en numerosos actos sociales del principado parece demostrar que las relaciones entre los Grimaldi y los Wisttock son cordiales, a pesar de los rumores.
Sin embargo, el diario alemán Bild, aseguraba, con ocasión del Baile del año pasado, que la relación entre Charlène y Carolina era muy tensa. Carolina no habría dejado a Charlène encontrar su lugar como princesa de Mónaco. Parece que Charlène le pidió a su esposo, Alberto, un acuerdo, para que salvaguardar su protagonismo en la Gala de la Cruz Roja, mientras cedía ante el Baile de la Rosa.