Por qué nadie ha sucedido a Gunilla von Bismarck en el trono de la reina de las fiestas royal de Marbella

Gunilla von Bismarck fue la última famosa que se entregó en cuerpo y alma para poner a Marbella en el mapa del turismo de lujo europeo. ¿Por qué no ha tenido una heredera en su papel de reina de la Costa del Sol?

Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz, en los años dorados de Marbella. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

El verano español del siglo XX solo ha tenido dos musas: Ana Obregón, protagonista de los posados en bikini que daban el pistoletazo de salida alas vacaciones; y Gunilla von Bismarck (72 años), la reina rubia de las fiestas de la jet set en Marbella , sempiterna figura juncal en la pista de baile de Mau Mau o Régine y, pese a todo, ajena al alcohol y a todo lo demás.

Su estilo bohemio, melena rubia y acento exótico sedujeron a varias generaciones de adictas a la crónica social, cuando aún se servía únicamente impresa.

Pese a lo que pueda parecer, la figura de Gunilla von Bismarck no fue meramente decorativa. El efecto llamada de su melena rubia casi blanca fue brutal. Todo el mundo quería tostarse al sol de las playas de Marbella y, por la noche, desmelenarse a pie de pista como hacían Gunilla y Luis Ortiz, la pareja que encarnó la diversión, tal y como se vivía en la Costa del Sol.

Lo que Marbella ofrecía era desfase, nada que ver con la regia publicidad que los reyes eméritos proporcionaban a Mallorca ni al espíritu bohemio de la princesa Smilja en Ibiza.

En realidad, Gunilla recogía el último testigo de una larga carrera que comenzó en los años 40, cuando Alfonso von Hohenlohe y su padre compraron grandes extensiones de tierra junto al mar para construir sus villas privadas.

Invitaron a sus amigos aristócratas y millonarios, que terminaron comprando y recalificando una costa de pueblo en un enclave favorito de las estrellas de Hollywood (Deborah Kerr, Ava Gardner, Audrey Hepburn y Cary Grant pasaron sus vacaciones en Marbella) y refugio fiestero de la jet set europea.

En los 60 y 70, Marbella no tenía musa sino muso: Jaime de Mora y Aragón. Gunilla recogió su testigo como portavoz vip del verano marbellí ya en los 80. Fue entonces cuando ejerció decididamente de relaciones públicas de la ciudad malagueña sin cargo alguno al erario público, pues se prestaba graciosamente a posar para los paparazzis que inmortalizaban las fiestas que ponían los dientes largos a ricos y famosos.

¿Con quién se casó Gunilla von Bismarck?

Por pura afición y por amor al arte, la bisnieta del canciller Von Bismarck, condesa alemana por añadidura, cantaba las alabanzas de las noches marbellíes, siempre divertidas y bailonas.

Gunilla encontró un rincón en el sur en el que podía desembarazarse del peso de su apellido prusiano, casi una losa. De hecho, además de adquirir allí marido en 1978 (el fiestero Luis Ortiz, miembro conocido de esa pandilla de simpáticos crápulas llamada los chorys), se hizo con dos mansiones.

Gunilla von Bismarck y Luis Ortiz vivieron a lo grande en dos grandes casas: Villa Ann Mari, en honor a su madre, la princesa sueca Ana María Tejnbon, hija de uno de los consejeros de Adolf Hitler; y Villa Sagitario.

Desde esta propiedad, con una construcción de 3.000 metros cuadrados y una parcela de 55.000, en días soleados se puede ver Gibraltar. Ninguna de las dos figura ya en manos de la familia Von Bismarck. Villa Sagitario se subastó en 2018 por 50 millones de euros.

El declinar de la figura de Gunilla transcurrió paralelo a la irresistible ascensión de Jesús Gil en el poder de la capital malagueña. La rubia condesa se divorció de Luis Ortiz en 1989, rompiéndose así la pareja fetiche de la noche marbellí (aunque su relación de amistad y lealtad continúa intacta y hacen vida de familia).

Cuando Jesús Gil y Gil llegó a la alcaldía de la ciudad en 1991, el espíritu y el tono de la antigua meca de la jet set se evaporó por completo. Fue sustituido por la cultura del pelotazo.

Gunilla von Bismarck vivió los años dorados de una Marbella exclusiva, solo para muy ricos y aristócratas, y pilotó la transición a la nueva meca de los famosos de la jet set y la prensa rosa de los 80. De hecho, quiso alargar su reinado en la era Gil y llegó a manifestarse en el exterior de la cárcel de Alhaurín cuando este fue encarcelado por malversación en 1999, un error del que ella se arrepentiría públicamente poco después.

Vinculada inevitablemente a la peor cara de Marbella, la rubia condesa hizo un pequeño mutis por el foro con la ciudad ya convertida en pasto de la mafia y la información de sucesos.

¿Quién destruyó la reputación de Marbella?

¿Por qué no ha surgido una nueva Gunilla von Bismarck que, gracias a su glamour, su simpatía y su capacidad de seducción, reverdeciera los años dorados de Marbella?

Han pasado ya veinte años desde que Jesús Gil y Gil abandonara la alcaldía de Marbella, dejando la ciudad prácticamente arrasada en términos de reputación, con su aura de exclusividad y lujo destruida y reducida a destino del montón para el turismo sin apellidos. ¿Acaso no vive ya un renacer que podría beneficiarse de una nueva reina?

Quizá no sea una reina, sino un rey, el que trata de resituar el foco del lujo y la exclusividad en la vieja Costa del Sol. A falta de otra Gunilla von Bismarck, es Antonio Banderas el que usa sus artes para promocionar una de las ciudades de sus amores. Ahora el foco de atracción no son las discotecas, la noche y las fiestas, sino una gala benéfica llamado Starlite.

Se trata de un relumbrón puntual, pues el nuevo lujo no requiere reinas de las relaciones públicas ni publicidad para todos los públicos, sino discreción, restaurantes gourmet y hoteles de lujo enfocados a la vida sana y el bienestar.

«En su época venían las grandes estrellas y hoy vienen las celebridades de ahora. Lo que pasa es que siempre nos parece más glamuroso lo antiguo», ha explicado Sandra García-Sanjuán, fundadora de Starlite.

«En los diez últimos años, Marbella ha vuelto a estar muy en auge. En Ibiza la gente va a perderse, a hacer lo que no haría en otro sitio. En cambio, aMarbella vienen a ser vistos», ha apuntado García-Sanjuán en una reciente entrevista.

23 de agosto-22 de septiembre

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Como signo de Tierra, los Virgo tienden siempre a trabajar duro. Son organizados, inteligentes y creativos pero humildes. Disfrutan de las conexiones emocionales y de las obras de arte, y les gusta el buen comer y el buen vivir. Pero se piensan demasiado las cosas y a veces se pasan de obstinados. Ver más

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