La infanta Elena suele mostrarse jovial en los actos protocolarios, pero puede mostrarse malhumorada cuando se ve abordada en sus actividades privadas. / getty images

La herencia que le ha dejado Juan Carlos I a la infanta Elena: su enfado a los periodistas deja claro que se parece (mucho) al emérito

Hacía tiempo que no veíamos a la infanta Elena tan enfurecida. Con aspavientos de disgusto reclamó a los periodistas que utilizaran el tratamiento protocolario para dirigirse a ella: doña Elena.

Hacía mucho tiempo que no veíamos a la infanta Elena en estado puro, un papelón en el que parecía haberle tomado el relevo su hija pequeña, Victoria Federica Marichalar. Nos referimos a esa herencia del rey emérito Juan Carlos que la coloca como la persona más temperamental de la gran familia del rey. Dicho en otras palabras: la duquesa de Lugo es la que peor genio tiene y la que menos se empeña en ocultárselo a la opinión pública.

Cuando los analistas de la realeza dicen que la infanta Elena es la que más se parece a su padre, el rey Juan Carlos, se refieren a esto: sus arranques de genio son fenomenales. De hecho, cuando los periodistas se quejan del mal carácter que exhibe Victoria Federica en su trato con los micrófonos y las cámaras que la persiguen se suele aludir a lo mismo: es la herencia de su madre y de su abuelo.

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Por qué la infanta Elena tiene arranques de mal genio fuera de los actos oficiales de casa real

Hacía bastante tiempo, ya lo decíamos, que no observábamos un arranque de genio en la infanta Elena, quizá porque solo la hemos avistado en apariciones muy medidas y festivas, como la entrega de los galardones del l Concurso de Pintura Infantil y Juvenil para Centros Escolares del pasado junio. No ha sido el caso de su reciente choque con los periodistas en Sevilla, donde se encontraba participando en un concurso de salto hípico junto a su amigo y antigua pareja, Luis Astolfi.

Había cierta expectación por hablar con la hermana mayor del rey Felipe, sobre todo por saber de la recuperación de Victoria Federica de su reciente operación quirúrgica a causa de una peritonitis. Sin embargo, parece que no entraba en los cálculos de la infanta encontrarse con prensa ni mucho menos atenderla, de ahí que la despachara con cajas destempladas. Al más puro estilo Borbón.

De nada sirvió que los periodistas desplazados al Gran Hipódromo de Andalucía la felicitaran por su participación en el concurso hípico. La infanta Elena les respondió enfurecida: «¿Me puedes dejar ya, por favor? Déjeme». A continuación, no sabemos si para sí misma o para esos mismos periodistas, añade: «Ya estoy acabada».

Esta última frase se presta a varias interpretaciones: puede que la infanta Elena reclame su actual posición como persona anónima, ya fuera de las obligaciones de representación de la Corona, para reclamar su privacidad. O puede que, sencillamente, haya querido expresar su cansancio por este tipo de abordajes por parte de los medios de comunicación.

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No se quedó el encontronazo ahí. Los periodistas continuaron preguntando a la infanta Elena por los temas de actualidad que atañen a la familia del rey, sobre todo por el estado de la cuestión matrimonial de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en concreto después de la publicación de sus fotos 'hot' en Formentera.

Qué significa que la infanta Elena exija que la llamen con el protocolario doña

En ese momento, la infanta Elena se replegó al mutismo que más le favorece y se limitó a agitar las manos en un gesto de negativa, queriendo decir que ninguna de las preguntas relativas a su hermana le interesaban en absoluto. La escena solo duró unos breves minutos, pero el hastío y la molestia de la hermana del rey Felipe era evidente.

Es al final, cuando ya se aleja de las cámaras, cuando la infanta Elena suelta la frase que ha levantado polvareda, revuelo y hasta polémica. La periodista se despide de ella con un «Gracias, Elena», una familiaridad que duquesa de Lugo considera de lo más apropiado. De hecho, contesta sin ni siquiera mirarla: «¡Doña Elena, por favor! ¿Vale?».

La reclamación del tratamiento debido de la infanta Elena ha cogido a público viral desprevenido. ¿Por qué demanda ese 'doña' que tanto ha decaído en tiempos recientes? Sin duda, la duquesa de Lugo debe percibir la informalidad que imponen las nuevas generaciones, donde ese 'doña' resulta de lo más extemporáneo. Sin embargo, es el tratamiento que el protocolo exige para las infantas, si optamos por dirigirnos a ellas por su nombre de pila.

Cabe preguntarse si esta exigencia protocolaria tiene límites. ¿Hasta dónde rige la delicadeza de llamar doña Elena a la infanta y duquesa de Lugo? Seguramente, los actos oficiales y la buena educación garantizan tal tratamiento. Sin embargo, en el fragor de la rutina diaria y, sobre todo, ante a personas que no reconocen la excepcionalidad de la familia real es difícil exigirla. Porque no es una obligación, sino una deferencia.