Un triste final

La tragedia de Jaime de Borbón: una vida marcada por el desamor y la sordera que le obligó a renunciar al trono de España

La historia de Jaime de Borbón, segundo hijo de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y tío del rey Juan Carlos, es la de un destino triste, que le apartó del trono de España, y le condenó a una vida con un final trágico.

Jaime de Borbón fue el segundo hijo de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia / MH

Elena Castelló
Elena Castelló

Una vida marcada por la tragedia, dos matrimonios infelices y el afán por recuperar los derechos dinásticos al trono de España, a los que su padre, el rey Alfonso XIII, le hizo renunciar porque una infección le provocó una sordera total con cuatro años. Jaime Leopoldo Alejandro Isabelino Enrique Alberto Alfonso Víctor Acacio Pedro Pablo María de Borbón, el segundo hijo de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia , nació en el Palacio de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, el 23 de junio de 1908.

Era un bebé totalmente sano, a diferencia de su hermano mayor, y heredero al trono, Alfonso, que nació con hemofilia , una enfermedad muy frecuente en la familia de su madre, que la transmitió a los Borbones. Sin embargo, la enfermedad tampoco perdonó a Jaime: una infección de oído en el momento de nacer le dejó totalmente sordo a los cuatro años tras una operación para intentar curarle una mastoiditis. Todos los tratamientos que intentaron los reyes, con los mejores especialistas europeos, fueron inútiles.

Tras comprobar que no era mudo, su educación se confió a dos religiosas que le enseñaron a entender los labios. Con el tiempo sería capaz de hacerlo en francés, inglés y alemán, además de en español. Recibió, durante muchos años, un tratamiento con descargas eléctricas. Pero pudo representar a su padre en numerosos actos públicos.

Con la proclamación de la II República, partió, junto a su familia, a Fontaineblau, en París, y allí continuó estudiando en el Instituto Nacional de Sordomudos. Don Jaime tenía un carácter afable y cariñoso, y siempre fue muy apreciado por quienes le rodeaban. Era deportista, le encantaba hacer gimnasia y dar largos paseos en la naturaleza, y le gustaba el arte. Nunca se rindió ante las dificultades.

Un príncipe mejor preparado

Pero el rey Alfonso XIII nunca le consideró apto para heredar el trono. Tras la renuncia de su hermano mayor, Alfonso, el heredero, por su matrimonio morganático con una plebeya cubana llamada Edelmira Sampedro, el 21 de junio de 1933, Jaime pasó a ostentar el título de príncipe de Asturias, pero tan solo durante 10 días. Alfonso XIII encontró la manera de apartarlo del trono, para que Don Juan, padre de don Juan Carlos , al que consideraba mejor preparado y sin problemas de salud, se convirtiera en heredero.

Jaime de Borbón con su madre la reina Victoria Eugenia. / getty

Varios nobles consejeros del rey convencieron a Jaime de que renunciara a sus derechos dinásticos: Jaime firmó entonces una carta dirigida a su padre para comunicarle su renuncia y la de sus herederos al trono de España. La carta está fechada el 23 de junio de 1933. Jaime estampó su firma en el documento que le entregaron, en una habitación de un hotel de Fontaineblau.

Pero no hubo un notario presente. El rey le otorgó el título de duque de Segovia, aunque perdió el tratmiento de alteza real. Don Juan se convirtió entonces en Príncipe de Asturias. Jaime retuvo, sin embargo, la jefatura de la Casa de Borbón en Francia y su derecho al trono francés.

Jaime también acordó con su padre que la familia real le sostendría económicamente toda su vida. Pero, con los años, consideró que este acuerdo no se estaba cumpliendo y empezó sus intentos de revertir su renuncia al trono. Tampoco estuvo conforme con lo que le había correspondido como herencia tras la muerte de su padre, que falleció en Roma en 1941. Esto dificultó sus relaciones con su hermano Juan, el heredero. Se convirtió en un miembro incómodo para la familia real.

Para evitar cualquier reclamación, Alfonso XIII había decidido arreglar para su hijo el matrimonio con la noble francoitaliana Emmanuela Dampierre, hija del vizconde de Dampierre, un matrimonio morganático que le apartaba definitivamente de cualquier derecho al trono. Jaime y Emmanuela se casaron el 4 de marzo de 1935 y tuvieron dos hijos: Alfonso, duque de Cádiz y padre de Luis Alfonso de Borbón , aspirante al trono de Francia, y Gonzalo.

El matrimonio fue todo menos feliz, con abundantes infidelidades por ambas partes. En 1946, Emmanuela abandonó a don Jaime, con sus dos hijos. El matrimonio se anuló legalmente en 1946. Tras su divorcio, don Jaime se entregó a una vida de lujo llena de fiestas y diversiones. Sus hijos llegaron a denunciarle en 1960 por dilapidar su fortuna, aunque no consiguieron ningún resultado.

Alfonso XIII con sus hijos / gtres

La segunda esposa de Jaime de Borbón

En 1947, un año después de su divorcio, Jaime conoció a su segunda esposa, la cantante alemana (unos dicen de cabaret, otros de ópera), Carlota Tiedemann, a la que muchos califican como el amor de su vida, pero con la que vivió un matrimonio igualmente tormentoso, por la adicción de ella al alcohol.

Carlota, once años menor que él, era madre de una hija, Helga Charlotte Hippler. Se había divorciado dos veces. Fue ella quién le impulsó a reclamar sus derechos dinásticos. Se casaron en 1949. Su ex esposa Emmanuela se había casado de nuevo con el corredor de bolsa milanés Antonio Sozzani, del que se separó poco después.

Con los años, Jaime albergó siempre la esperanza de que su hijo mayor, Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, recuperara el trono de España, especialmente tras contraer matrimonio con la nieta de Franco, Carmen Martínez Bordiú , en 1972. Pero sus esperanzas acabaron cuando Franco nombró sucesor «a título de rey» a Juan Carlos, hijo de su hermano Juan. Jaime montó en cólera, lo que le apartó todavía más de la familia. Su muerte fue trágica: falleció en San Galo (Suiza), el 20 de marzo de 1975. Las causas no están claras.

La versión oficial asegura que fue por culpa de una caída en la calle, que provocó que se golpeara en la cabeza. Pero, según la versión del historiador José María Zavala, que sostiene en su libro «Don Jaime, el trágico Borbón», la causa de este golpe en la cabeza fue una agresión que le propinó con una botella de cristal su esposa Carlota, lo que le ocasionó una fractura en el cráneo. Don Jaime estuvo agonizante varios días. Fue enterrado en Lausana, y en 1985 fue trasladado al Monasterio de El Escorial.