ENTREVISTA El lado más íntimo de Kitín Muñoz: qué le enamoró de Kalina de Bulgaria, cómo se lleva con su suegro y su álbum de fotos privado

Kitín Muñoz ha viajado a Madrid para recibir la Cruz de Oro de la Patrulla Auxiliar Marítima de la Real Liga Naval Española. Hablamos con él sobre su intensa faceta laboral y su vida personal.

Enseñando a navegar a nuestro hijo Simeón, en el mar Negro. / CORTESÍA

Juanra López
Juanra López

Kitín Muñoz es un hombre pegado a una maleta. A veces ni eso, pues es de sobra conocido lo despojado de todo que ha emprendido muchas de sus expediciones. El explorador, casado con l a princesa Kalina de Bulgaria , vive en el país de su mujer y su familia política, pero es un ciudadano del mundo, si se nos permite el cliché.

Hablamos con Kitín Muñoz mientras prepara la maleta para asistir a la Reunión de Embajadores de Buena Voluntad de la UNESCO, en París. Este sábado recala en Madrid para recibir una condecoración que le hace particular ilusión, la Cruz de Oro de la Patrulla Auxiliar Marítima de la Real Liga Naval Española, como él mismo nos cuenta: «La Real Liga Naval Española integra a la Marina de Pesca, la Mercante, la Deportiva y la Armada y cuya finalidad última es la defensa de los intereses marítimos de España. Para mí este reconocimiento a mis Expediciones de Arqueología Experimental de Navegación Primitiva significa un gran honor y apoyo.

Kitín Muñoz involucrado con la UNESCO y en su libro

Muy involucrado se encuentra también en su labor como Embajador de Buena Voluntad. Además, no podemos pasar por alto que es el único español que cuenta con esta distinción: «Soy Embajador de Buena Voluntad de la Unesco desde hace 26 años. Desde entonces, he hecho muchos proyectos con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La definición de mi labor aparece en la propia web de la UNESCO», nos dice.

Así, podemos leer: «El navegante y explorador español Kitín Muñoz fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO en abril de 1997, en virtud de su compromiso con la promoción de las culturas indígenas y las obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Ecologista y humanista, Kitín Muñoz es investigador en historia y etnología. Llama la atención internacional sobre los peligros de la destrucción ambiental y cómo se impone el «progreso» a las culturas indígenas y sus formas de vida».

Presentando a la DG Unesco Audrey Azoulay el Buque Escuela Juan Sebastian Elcano para participar en el proyecto del Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible. / cortesía

El año pasado publicó el libro Boinas Verdes Españoles (Galland Books), con la colaboración de Terencio Pérez, que recoge diversos relatos en los que soldados españoles, hombres y mujeres, se jugaron la vida en zonas de conflicto. Kitín habla con orgullo sobre la acogida que ha tenido: «Lo hice con mi camarada y amigo, el comandante Terencio Perez, que fue mi instructor. Son 30 relatos de acciones de combate reales de Boinas Verdes españoles. Los beneficios íntegros de la venta del libro son para la Fundación de los Boinas Verdes Españoles. He de decir con orgullo, que en menos de un año, hemos agotado la primera edición, y sin pasar por librerías».

Para conseguir estos buenos resultados, se han empleado a fondo: «Terencio y yo estamos viajando por toda España, con el coronel boina verde Jose Acevedo, Presidente de la Fundación Boinas Verdes Españoles, dando conferencias y vendiendo los libros.

Mis mandos de Operaciones Especiales me enseñaron valores que llevo grabados en lo más profundo de mi alma de soldado y que aún hoy guían mi vida. Comprender el significado de las palabras, compañerismo, solidaridad, generosidad, disciplina, sacrificio, lealtad. A vivir en la naturaleza y de la naturaleza, a cuidarla. A saber que cuando tu cuerpo dice basta, tu mente dice adelante. Cuando entendí todo esto y solo entonces supe que me había convertido en un Boina Verde».

Maniobras de guerrilla del año 80, preparando una emboscada, en las proximidades del río Júcar. / cortesía

Su mujer, Kalina de Bulgaria , hubiera sido una buena Boina Verde, a su entender. Kitín nos explica los motivos: «Es muy dura, física y mentalmente. Resiste muy bien el dolor: durante mi última expedición en balsa de juncos, por la costa africana de Marruecos, Mauritania, Senegal y Cabo Verde, sufrió una infección en los dientes y la nariz, y resistió tanto el dolor, que al final, tuvo que ser evacuada en alta mar, e intervenida de urgencia».

Y añade: «Come de todo y duerme en cualquier lugar, en el suelo en medio del desierto, o bajo cero, en las montañas de Borovets en Bulgaria. Los nativos de la isla de Pascua, de mi tripulación, que convivieron con ella durante la Expedicion Mata-Rangi, me dijeron cuando la descubrieron: -Taina, (hermano), Ariki ( princesa) Kalina, es una «intia»-, que en rapanui, viene a decir, que es una «salvaje»».

Sus proyectos ambiciosos con Kalina de Bulgaria

Kalina de Bulgaria y Kitín Muñoz están ahora inmersos en los preparativos de un viaje a la Antártida: El proyecto es ambicioso y complicado, como complicada es la logística en la Antártida. Ahora estamos centrados en el estudio y análisis de las aguas del océano Antártico, como proyecto del programa de Naciones Unidas de la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible».

La princesa Kalina y Kitín en el desierto del Sáhara, en Tan Tan. / CORTESÍA

Hablamos de una expedición de enorme trascendencia: «En 2021 propuse a la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, en la reunión de los Embajadores de Buena Voluntad, que el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano, formara parte del programa de Naciones Unidas de la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, con el objetivo de apoyar los esfuerzos encaminados a revertir el ciclo de disminución de la salud de los océanos y la creación de mejores condiciones para el desarrollo sostenible de los mismos», nos explica.

«Este es todo un logro histórico que se debe a la enorme preparación de los guardiamarinas en el buque y el gran valor científico que viene desarrollando la embarcación, que ha tomado muestras de las temperaturas del agua de todo el mundo y se ha dedicado también al avistamiento de cetáceos, durante la Expedición Bandera 1519 que lideré como miembro del Explorers Club de Nueva York», comenta.

Y añade: «Fui el encargado por la Unesco de hacer entrega de la bandera Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible al comandante del Juan Sebastián Elcano, Manuel García Ruiz, en el Cuartel General de la Armada, en Madrid, en el 2022. Vladimir Ryabinin, oceanógrafo, climatólogo y meteorólogo, secretario ejecutivo de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental y subdirector general, ha destacado que «el proyecto del buque escuela es la aportación española al Decenio de los Océanos».

El legado de su formación militar

El padre de Kitín Muñoz fue un capitán del ejército que vivió 23 años en el desierto. En su caso está clarísimo lo de «tal palo tal astilla»: «Aprendí unos valores, que vi desde niño en mi padre, Luis Muñoz Cebrian, oficial del ejército. Aprendí a respetar a mi madre y a las mujeres, como él respetaba a su mujer, que era mi madre. Cuando llegué con 22 años a Sidi Ifni, los saharauis me paraban por la calle y me decian: «El capitán Muñoz, buena persona. Tu padre ayudaba mucho a los saharahuis». Estoy muy orgulloso de la honestidad y valentía de mi padre».

Kitín querría que su hijo, Simeón Hassan, recibiera formación militar: «Me encantaría. En el ejército hay valores que se han perdido en la vida civil. Simeón, tiene madera».

Mis padres, capitán de Tiradores Luis Muñoz Cebrián e Isabel Valcárcel Muñoz, en las dunas del desierto del Sáhara Occidental español. / cortesía

Para el yerno del rey Siméon de Bulgaria realizar el Servicio Militar fue crucial, como recordamos con él: «Me alisté voluntario en la Compañía de Operaciones Especiales número 31, con sede en Alicante, en Rabasa, el mismo cuartel donde hoy está el Mando de Operaciones Especiales. Después de un duro adiestramiento, me gané la Boina Verde. La formación que tuve en las montañas como guerrillero, es el mejor regalo que puede tener un hombre a los veinte años»

Un momento que para Kitín tuvo un enorme valor simbólico fue la jura de bandera: «El Ejército de Tierra me llamó a filas en 1979. Es el mayor favor que me han hecho en mi vida. Cuando juré bandera, besé la enseña nacional, como el que besa al amor de su vida. Con gran emoción, me comprometi con España, mi patria; con los españoles, mis compatriotas. «Si preciso fuera», dije entonces, «entregaria mi vida en defensa de España». Hoy reafirmo mis palabras».

El pasado siempre vuelve…: «Ahora 43 años después, el Ejército me vuelve a llamar. El Jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), general de ejército Amador Enseñat y Berea, me ha nombrado Embajador del Ejército. Un Gran Honor. Las Fuerzas Armadas son la institución mejor valorada por los españoles. Será un orgullo para mí representar al Ejército».

Kitín Muñoz defensor de los indígenas y aborígenes

Una de las gestas del explorador fue cruzar el océano Pacífico, pero no lo consiguió a la primera. Sin embargo, no cundió en él el desánimo: «He hecho cuatro Expediciones en balsa. He navegado en total más de 25.000 kilómetros en balsas primitivas, con 37 tripulantes de tribus indígenas en las tres balsas Mata-Rangi, y cuatro españoles, en mi primera balsa, la balsa Uru».

Los reyes de España, don Juan Carlos y Doña Sofía, el presidente de Chile Eduardo Frey, en la balsa Mata Rangi en el campamento de la playa de Anakena en la isla de Pascua. / cortesía

El relato de Kitín nos retrotrae a Los aventureros del mar de Emilio Salgari y al Joseph Conrad de El corazón de las tinieblas: «En la isla de Pascua, vivi 5 años preparando la Expedicion Mata Rangi. Recibí la visita de los Reyes de España, que viajaron para darme su apoyo y cuatro meses después la del príncipe de Asturias, que se quedó a dormir en el campamento en la playa de Anakena. Después de todo esto, mi tripulación indigena y yo sufrimos un dramático naufragio. Estuvimos tres días en medio del océano esperando el rescate, que no llegaba nunca. Fue una gran lección de vida y una gran experiencia, que una vez superada, te hace fuerte y más humilde».

Kitín siempre ha sido un gran defensor de los aborígenes y sus derechos, pero queda mucho camino por recorrer: «El mundo moderno, el progreso, la era digital, las luces de las pantallitas de teléfono, que atrapan la mirada humana como los insectos, ciega muchos sentidos. El camino por recorrer, está yendo hacia atrás, un gran problema para los pueblos originarios».

Los recuerdos de su infancia

Kitín Muñoz nació en Sidi Ifni, antigua colonia del África Occidental española y cuando regresó a este país acompañado por su mujer y su hijo, para quedarse, sintió que volvía a casa: «Por supuesto. Mis recuerdos de infancia son de Sidi Ifni. Mi casa donde crecí, aún está igual. Volví en 1981, con 22 años, y encontré a Mohamed, que trabajó con mis padres y nada más verme me reconoció. Me dijo: «Hola, Kitin, vamos a casa, te voy a hacer unos pinchitos morunos, que de niño te gustaban mucho».

Sin embargo, su lugar en el mundo se encuentra en muchos lugares en el mundo: «He de decir, que me siento en casa en varios lugares: en Madrid, donde volvimos cuando dejamos el África Occidental española. Primero vivimos en una residencia militar en Madrid, después en la casa donde nació y murió mi madre, en la calle Hemosilla, en el barrio de Salamanca, y finalmente en nuestra casa; en la isla de Pascua, donde he convivido y trabajado con los pascuenses más de 15 años; en el lago Titicaca, donde llegué con 26 años, a la isla Suriki, con la familia de indígenas originarios aymaras que construyeron mis cuatro balsas, y las que construirán... Ahora mi casa está en Bulgaria, junto a mi mujer y nuestro hijo Simeon, en la montaña de Vitosha en Boyana, Sofia».

Con el príncipe Felipe de Asturias en el volcán Rano Kau de la isla de Pascua, el lugar habitado, mas alejado de cualquier otro punto del planeta. / cortesía

Le pedimos al marido de Kalina de Bulgaria que haga un ejercicio de memoria más amplio en Marruecos, que está muy presente en el imaginario colectivo a través de reportajes suyos que hemos visto a lo largo de los años: «Tengo recuerdos entrañables de mi infancia, como ver a mi padre volver a casa en camello, o ver en la explanada de Ifni durante las fiestas, la Tbourrida, «la carrera de la pólvora», como dicen en España. De adulto, con Kalina desde el 2001 al 2020, viví la escena a la inversa, viajando al desierto con nuestro hijo Simeon, durante 15 años, mientras dirigí el Moussem de Tan Tan, un festival de las tribus del Sahara, que había desaparecido en los años 70 y que propuse al rey Mohamed VI rescatar, y conseguí con la Unesco que lo declararan Patrimonio Inmaterial de la Humanidad».

Kitín es Cónsul Honorario de Marruecos, un país que le apasiona: «Me nombró personalmente el rey Mohamed VI. Lo que más me gusta, es el Sahara, donde nací».

Es un enamorado de nuestro país, por lo que le pedimos a Kitín que nos diga qué es lo que más admira de España y lo que debería valorarse más a nivel internacional: «Nuestra historia: España, es la nación más importante en la historia de la exploración. Los exploradores españoles, que se enamoraron de América y sus habitantes, se casaron con los indígenas, tuvieron hijos mestizos a los que dieron sus apellidos y formaron familias, lo que hoy es, el pueblo hispanoamericano. La Conquista de América fue la más romántica de las conquistas: los españoles fueron conquistadores conquistados: se enamoraron. De la España actual valoro al pueblo español».

El amor entre Kitín Muñoz y Kalina de Bulgaria

Kitín y Kalina se casaron en 2002, así que nos surgen dos preguntas obligadas, qué le enamoró de la princesa y cómo se conocieron, porque las versiones que encontramos en los medios no siempre coinciden: «Su nobleza, en el más amplio sentido de la palabra», destaca sobre la cualidad de su mujer que le enamoró.

Kalina de Bulgaria y Kitín Muñoz, con su hijo, Simeón Hassan, en la Duna Blanca de Dakla, en Marruecos. / pk 25

«En cuanto a cuándo nos conocimos, fue a principios de Enero del año 2000, en la Casa de América en Madrid. Allí hice la presentación de mi película documental La Expedicion Mata Rangi, a la que acudió el príncipe de Asturias para darme su apoyo. Al día siguiente, ya preparaba mi vuelta a la isla de Pascua, pero me llamaron a última hora para una cena. En esa cena conocí a Kalina: anulé el viaje a Pascua».

Kitín mantiene una excelente relación con su suegro, el rey Simeón de Bulgaria: «Con el rey Simeon, es imposible no tener buena relación. La educación está en su ADN. Es un rey y un hombre bueno».

El explorador está encantado en Bulgaria, porque le ha permitido «descubrir otra Europa, la Oriental. Es tan distinta, que me siento en un viaje permanente». Y sobre los retos que espera lograr en el futuro apunta a uno muy especial: «Una expedición en familia en balsa por el Pacifico. He esperado a que nuestro hijo Simeon, fuera más mayor; ahora que acaba de cumplir 16 años, empiezo a soñar con hacerla».

Siempre ha sido muy comentada tu amistad con Felipe VI , así que cuando le pedimos que destaque alguna de sus cualidades lo hace apelando a su naturaleza institucional:»Es un gran Rey».