Simeón de Bulgaria, en los jardines de el palacio de Vrana, su residencia oficial /
Simeón de Bulgaria tiene el tratamiento de majestad aunque nunca llegó a ser rey. No es el único extraño honor que detenta, también podría presumir de otras cosas, como el hecho de ser íntimo del rey Juan Carlos y la reina Sofía, el padre de la exótica Kalina de Bulgaria , el único monarca que ha sido elegido primer ministro de su país en las urnas y, desde ayer, el propietario legal del palacio de Vrana, el mismo del que fue expulsado de niño cuando huyó hacia un exilio que duraría 50 años.
La batalla por recuperar Vrana ha durado un poco menos: dos décadas. El palacio de Vrana está situado a las afueras de Sofía, la capital de Bulgaria, y es una de las residencias que poseían los zares búlgaros desde que lo adquirió en 1899 el abuelo de Simeón II. Poco después de aquella compra, en los primeros años del siglo XX, se construyó el primer pabellón de caza en sus jardines.
Pero la historia del palacio es convulsa de principio a fin. Durante la Segunda Guerra Mundial los edificios principales fueron dañados por los bombardeos y tras la abolición de la monarquía en 1946 se convirtió en la residencia del secretario general comunista Georgi Dimitrov. Simeón, su hermana y su madre fueron retenidos en ese mismo edificio antes de salir camino de un exilio que les llevaría hasta España.
La familia real búlgara no volvería a pisar los jardines de Vrana hasta 1998 y en 2001, cuando Simeón de Bulgaria ganó las elecciones y se convirtió en primer ministro, el rey y su esposa Margarita Gómez-Acebo se instalaron definitivamente en el palacio. Allí han permanecido desde entonces, a pesar de los problemas judiciales que han rodeado a la propiedad.
Tras superar un exilio y una batalla en las urnas comenzó otro tipo de conflicto: el jurídico. Aunque el régimen comunista cayó en 1990, el Parlamento consiguió nacionalizar poco a poco muchas de las propiedades que habían pertenecido tradicionalmente a los Sajonia-Coburgo-Gotha en el pasado. El palacio de Vrana y sus jardines también estaban en el punto de mira de esa nacionalización.
El peor momento de este conflicto entre la familia real búlgara y la administración del país se alcanzó en 2018, cuando Simeón y su esposa estaban plenamente instalados en el país. La familia recibió entonces la noticia de que el Tribunal Municipal de Sofía revocaba su derecho a permanecer en la que desde 2001 era su residencia en el país.
Para entonces Simeón de Bulgaria ya había visto cómo cuatro de los antiguos palacios que pertenecían a su familia habían pasado a manos del Estado por decisión judicial, entre ellos el palacio de Sintyakoyo, que era la residencia de verano de la familia real búlgara; la residencia Saragyol; el palacio de Tsarska Bisritsa, donde se casó Kalina de Bulgaria y el palacio de Krichim.
Ahora le tocaba el turno a Vrana. El rey definió aquella decisión como un «segundo exilio». «Con frecuencia me sigo preguntando si merezco ser privado de mi hogar y que me obliguen a abandonar mi Patria«, declaró el monarca a los medios hace ya cinco años.
Afortunadamente ese último juicio ha tenido, por fin, una resolución favorable para el anciano de 85 años. Esta misma semana ha recibido el veredicto final (y sin posibilidad de apelación por parte de la administración): el palacio pertenece a Simeón de Sajonia-Coburgo-Gotha.
Simeón de Bulgaria en el exterior de su residencia oficial, el palacio de Vrana /
La villa por la que tanto ha peleado el patriarca de la familia real búlgara tiene dos plantas y es una mezcla de arquitectura austriaca y búlgara. A pesar de ser la residencia oficial del rey, parte del palacio está abierto al público y, de hecho, aloja un museo en su interior.
También es posible pasear por los jardines de palacio cada fin de semana, un lujo que ahora la pareja real puede hacer con la tranquilidad de saber que nadie podrá quitarles de nuevo la que siempre han considerado como su casa.