El balance del primer año de Leonor como princesa heredera y futura jefa del Estado no puede ser más positivo: ha ido cumpliendo con holgura cada reto impuesto por la agenda real. Merece la pena recordar el gran éxito de la visita de Leonor a Portugal el pasado julio, en su primer viaje oficial en solitario. La veremos sola cada vez más a menudo, aunque de momento aún puede apoyarse en los reyes Felipe y Letizia y en su hermana. Con ellos y en la intimidad de Zarzuela celebrará su 19 cumpleaños.
Como cualquier joven de 19 años, es previsible que Leonor celebre su cumpleaños en una comida con sus padres , su hermana, su abuela, la reina Sofía, y su tía abuela, Irene de Grecia. Y que, más tarde, se reúna con sus amigos para divertirse con otro tipo de celebración, La noche de su aniversario coincide, además, con Halloween. El año pasado, se publicó que la princesa aprovechaba esta noche de disfraces para pasar inadvertida en los locales de moda.
Si la princesa Leonor de Borbón ha convocado libremente a su cumpleaños, la lista ya ha de poseer una diversidad de amigos importante. A las amistades de su infancia, las que pueda mantener de su paso por el colegio Santa María de los Rosales, se han debido añadir amigos y amigas del Bachillerato Internacional que cursó en Gales, primos, amigos de sus primos y, por descontado, compañeros de instrucción en Zaragoza y Marín. Se avecina, por decirlo coloquialmente, un fiestón.
La composición de esa hipotética lista de invitados a la fiesta de su 19 cumpleaños no es meramente una anécdota. La reunión de personas de distintas procedencias va dando cuenta de la acumulación de experiencias de Leonor, una joven indudablemente híper protegida por sus padres, los reyes Felipe y Letizia , y cuya autonomía se van ensanchando muy poco a poco, pese a su paso por un internado y dos academias militares.
Aunque Leonor, a sus 19 años, no se vea jamás sola, desprotegida o desamparada ante pequeños problemas del día a día, como sí suele suceder a las jóvenes de su edad que, por ejemplo, salen de su casa natal para estudiar en otra ciudad, al menos podrá saber de los retros que enfrentan los jóvenes de su edad gracias a sus nuevas amistades. Sobre todo de las que haga en el Ejército.
Siempre va a existir una amortiguación entre la princesa y la realidad, aunque algunos amigos y su propio esfuerzo para conocer experiencias fuera de su contexto vital le permitan trascenderla. Es un esfuerzo que pasa por conquistar su propia autonomía, cifrada en cierta fortaleza que permita arriesgarse a conocer, ponerse a prueba y salir de la amplísima zona de confort que le ha correspondido por nacimiento. También, pese a que cueste, limitar la influencia de su madre, la reina Letizia.
Cualquiera que haya observando los primeros pasos de Leonor como figura pública advierte el ascendiente que su madre, la reina Letizia, ejerce en ella. Evidentemente, la relación madre-hija es excelente y la una siempre va a tener un voto de calidad en la existencia de la otra. En todo caso, la influencia de la que hablamos no tiene que ver con el mundo sentimental o emocional de la princesa, sino con los aspectos públicos y prácticos de su trabajo. Con su desempeño como heredera.
No se trata de una cuestión baladí: una de las guerras más importantes que lidió la reina Letizia cuando se estrenó como princesa de Asturias fueron conseguir cierta independencia de criterio y un equipo propio en Zarzuela. Hasta la proclamación del rey Felipe, la entonces futura reina dependía de los usos y costumbres del personal que rodeaba a la reina Sofía, casi cuarenta años mayor y con una proyección pública que nada tenía que ver con la personalidad de su nuera.
Recordemos: desde 1906, cuando falleció María de las Mercedes, hermana mayor de Alfonso XIII , no había habido otra princesa de Asturias. Letizia asumió el título ya con XX años y solo después de su maternidad pudo comenzar a imaginar qué podría significar ser princesa de Asturias en el siglo XXI. El príncipe de Asturias, al fin y al cabo futuro rey, sí tenía su propio equipo, pero siempre mínimo. El rey Juan Carlos no quiso que hubiera una estructura paralela a la Casa del Rey.
Leonor hereda esta vulnerabilidad estructural de su título, tanto por el flanco materno como por el paterno. Puede que aún no sea una urgencia, pero algunos de los traspiés de la princesa en los últimos meses también pueden deberse a que no cuenta con personal que se dedique única y exclusivamente a ella. No solo en cuestiones de imagen, donde la influencia de Letizia es evidente. También, por ejemplo, en sus discursos.
Urge que Leonor se muestre como la joven veinteañera que es, tanto en su imagen como en las palabras que pronuncia en público. Parte de la dificultad que últimamente encuentra para pronunciar sus discursos con fluidez se debe a la exagerada longitud de las frases y a un vocabulario enrevesado y protocolario. No es realista exigirle la cadencia de una profesional de la televisión ni tampoco adjudicarle el estilo del armario que no le corresponde.
Este rejuvenecimiento de la imagen pública de Leonor, no solo en su estilo sino en sus manifestaciones, le permitiría poner en valor su ventaja para la Corona: su capacidad para conectar con su generación. Son ellos los que han de identificarse con la princesa heredera y van a sustentar su popularidad. Convertirla en un mini-yo de Letizia es tranquilizador a muchos niveles, pero permitirle que encuentre su voz para hablar con los jóvenes de su tiempo es un riesgo que merece la pena correr.
23 de octubre-21 de noviembre
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