fin de la RIVALidad Letizia en 2022: el año en el que la monarca demostró a la reina Sofía lo que significa ser profesional en el siglo XXI

Las desavenencias entre Letizia y la reina Sofía han hecho correr ríos de tinta. Sin embargo, en este 2022 hemos descubierto lo innegable: la reina Letizia ha seguido el consejo de su suegra al pie de la letra.

La reina Letizia ha logrado construir una imagen pública impecable gracias a su dominio de la moda y a sus inteligentes dotes de anfitriona. /gtres

La reina Letizia ha logrado construir una imagen pública impecable gracias a su dominio de la moda y a sus inteligentes dotes de anfitriona. / gtres

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Existen muchas razones por las que 2022 se va a convertir en un año clave en el calendario vital de la reina Letizia . Obviamente, cumplió 50 años y, entre otros agasajos, se publicó la primera biografía que se tendrá en cuenta para contar la vida de esta reina, la primera divorciada, rebelde y plebeya. Además, se confirmó como la gran anfitriona de Estado en la cumbre de la OTAN, dio que hablar con sus músculos y sus canas cuando así le convino y escenificó una buena relación con la emérita Sofía .

Debemos decir necesariamente 'escenificó', porque sin duda existía una expectación mediática importante por ver a ambas reinas y a Leonor y Sofía , juntas. Pero, además, es probable que la misma reina Sofía ejerciera presión dentro de sus posibilidades para ser vista en público junto a sus nietas, especialmente junto a Leonor. Lógicamente, la reina Sofía desea que se visualice la continuidad sucesoria y se afirme su papel como reina madre, vinculada a ser posible con la futura reina.

Porque las apariciones ante los fotógrafos y las cámaras de la reina Sofía junto a sus nietas y a Letizia parecían extrañamente coreografiadas. Con una naturalidad cercana a cero, la abuela Sofía se paseó por el mercadillo de Palma de Mallorca cogiendo de la mano a su nieta de 17 años como si tuviera siete. La estampa era poco convincente, pero confirmó a Letizia como la directora de una orquesta que debe sonar, al menos, afinada. Y así ha sido.

Aunque esta obsesión pueda parecer extemporánea en pleno siglo XXI, no podemos olvidar que la reina Sofía, en realidad Sofía Margarita Victoria Federica Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, ha sido educada para poner la Corona y la estabilidad de la línea sucesoria por encima de todas las cosas. Lo que en una familia a pie de calle puede contemplarse como un ejemplo de mecánica frialdad, resulta providencial para la sostenibilidad de cualquier familia real.

Descendiente de la reina Victoria, nieta, hija y hermana de reyes y educada en el oficio de consorte, Sofía de Grecia nació para ser la número dos, el apoyo obediente de un soberano. Para la reina emérita, Letizia era «una chica con pasado» que no merecía la corona, pero no podía aguarle al aún príncipe Felipe una nueva relación, cosa que había hecho con Gigi Howard y Eva Sannun. A sus 34 años, el futuro rey ya no iba a consentir un no. La reina Sofía hizo lo que tenía que hacer: iniciar a Letizia en los misterios de palacio.

Por qué surgieron los celos entre Letizia, entonces princesa de Asturias, y la reina Sofía

Muy pronto, la reina emérita Sofía se dio cuenta de que Letizia la eclipsaba absolutamente. Dicen que se echaba de menos en las portadas de las revistas que devoraba con fruición y que comenzaron a sustituir a la reina consorte por la polémica princesa. Los celos y la defensa del territorio está al fondo de las desavenencias entre suegra y nuera, que de alguna manera se han zanjado en 2022. Las apariciones de ambas reinas muestran que la emérita por fin acepta que no dirige la orquesta.

En esta disputa por la autoridad, un tira y afloja que la reina Sofía jamás se hubiera atrevido a tener con su madre, la reina Federica, Letizia siempre llevó las de ganar. Es algo que fuimos a partir de 2014, cuando accedió al trono como monarca consorte y logró a convertirse en el centro de atención mediática de la Corona española. Cada vez menos como vórtice de la polémica y cada vez más como ejemplo de perfección.

Año tras año, fueron acallándose las críticas que señalaban las faltas y errores de la reina Letizia y comenzó a apreciarse su esfuerzo por encajar en la institución y hacer que la institución encajara con ella. Con gran inteligencia, la nueva monarca supo ganarse su sitio en la institución proponiéndose a sí misma como continuadora de la virtud más alabada de la emérita Sofía: la profesionalidad.

Fue el mismo rey Juan Carlos quien, en 1993, definiría a la reina Sofía como «una gran profesional». Hablaba con José Luis Villalonga, autor de la biografía 'El Rey'. Villalonga le preguntó cómo definiría a la reina y se sorprendió al comprobar que Juan Carlos I se ponía «curiosamente solemne». «La Reina es una gran profesional. Una gran, gran profesional», insistió. «Se toma su oficio muy en serio. Doña Sofia nunca olvida que es la reina».

Efectivamente, la reina Sofía ha demostrar que ella ha sido la que más en serio se ha tomado la institución, sacrificando su propia felicidad en aras de su continuidad. De hecho, esta virtud de la profesionalidad se ha repetido en cientos de titulares desde entonces, convirtiéndola en la «reina profesional» por antonomasia. Un eufemismo, claro, que se refiere tanto a su callada labor institucional como a su aguante para soportar carros y carretas en lo personal.

La reina Letizia recogió en su momento el testigo de la profesionalidad de Sofía de Grecia, pero probablemente con la intención de no sacrificar a su familia por el camino. No es probable que en las próximas décadas volvamos a ver en el trono de España a una familia desestructurada: la monarca también es inflexible en el cuidado y la protección a la vida íntima de la familia, una tarea en la que el rey Felipe VI también parece comprometido.