La princesa Magdalena de Suecia /
Este es el año del Jubileo de Oro del rey sueco Carlos Gustavo y las celebraciones por sus 50 años en el trono comenzaron con drama. El rey recordó a su pueblo en horario de máxima audiencia televisiva que él hubiera preferido que le sucediera en el cargo su hijo Carlos Felipe y no su primogénita, la princesa Victoria . Una polémica de la que la princesa Magdalena de Suecia se enteró con la tranquilidad que aporta estar a un océano de distancia de la prensa sueca.
De los tres hijos del rey Carlos Gustavo y la reina Silvia la princesa Magdalena es, sin duda, la más misteriosa, pero por un buen motivo: se prodiga poco en los saraos de su familia.
Con más ausencias en su haber que la mismísima Charlène de Mónaco, desde que Magdalena se casó con el británico-estadounidense Christopher O'Neill se ha convertido en un hueco vacío en las fotos oficiales de su familia.
Desde los tradicionales cumpleaños paternos a la aún más tradicional cena palaciega del día nacional de Suecia o la fabulosa ceremonia de los Nobel (de la que se ha librado hasta en siete ocasiones), Magdalena de Suecia se ha librado de llevar tiara bastantes veces convirtiéndose una de esas princesas intermitentes tan de moda en la realeza europea actual. ¿Cuál será su participación en los actos del Jubileo de Oro que su padre celebra este año? Eso está por ver.
Embarazos, dolores de espalda, la pandemia y el hecho irrefutable de que vive a 8000 km del palacio paterno más cercano han obrado el milagro de que Magdalena no asista a eventos relevantes para la casa real a la que pertenece.
Pero esas ausencias se han convertido con el tiempo en el principal motivo por el cual la prensa sensacionalista la retrata como una especie de Meghan Markle que vive un autoexilio dorado en Estados Unidos ajena a las responsabilidades de su apellido.
Todos parecen olvidar que antes de que llegaran las críticas y las quinielas sobre si estará o no en tal o cual evento, Magdalena abandonó su país natal con la comprensión de su pueblo, el consentimiento de su padre el rey y huyendo, precisamente, del escarnio público de los medios.
La princesa Magdalena junto a sus padres en un acto /
En agosto de 2009, y tras varios novios desastrosos, la princesa Magdalena anunció su compromiso con un prometedor abogado llamado Jonas Bergström. El ridículo fue mayúsculo cuando nueve meses antes de la boda televisiones y periódicos se dedicaron a airear en exclusiva cómo Bergström había sido infiel a la princesa.
El enlace fue anulado por imposición paterna pero ante la depresión y vergüenza posterior que sufrió su hija Carlos Gustavo de Suecia permitió que la princesa se refugiara en Nueva York, la ciudad en la que Magdalena descubrió lo bien que se vivía lejos de palacio y de forma pseudo anónima.
Hoy por hoy los motivos de la princesa Magdalena para no volver a establecerse en su país natal son aún mejores que una simple infidelidad. Si la excusa oficial para que la princesa Magdalena abandonara su país natal fue un escándalo amoroso, ahora mismo no vuelve porque, precisamente, le va estupendamente bien en el amor.
A pesar de ello, desde que Magdalena encontró la estabilidad sentimental junto a Chris O'Neill ha habido varios intentos frustrados de que la princesa vuelva al redil. Por ejemplo, tras las críticas que recibió al dar a luz a su primera hija en Nueva York, en 2015 hubo un conato de olvidarse de la ciudad de los rascacielos y del resto de los países del mundo.
En la primavera de aquel año la princesa, embarazada de su segundo hijo, su marido y su primera hija, Leonore, viajaron hasta el hospital Danderyd de Estocolmo para darle un nuevo nieto al rey: el pequeño Pablo Gustavo Nicolás. Pero hasta ahí duraron las alegrías.
En verano la pareja y sus dos hijos disfrutaron de unas vacaciones en Öland… y en otoño ya estaban haciendo las maletas y poniendo rumbo a Londres para instalarse allí. Las críticas arreciaron por lo que se interpretó como una nueva «espantada» de la princesa y tanto ella como su esposo se defendieron con el argumento definitivo: ninguno de los dos viven del presupuesto de la corona sueca.
La princesa Magdalena de Suecia y su hija menor. /
«Magdalena y yo hemos decidido que viviremos en Londres. No quiero volver solo a una habitación de hotel por la noche. Quiero volver a casa con mi familia y cenar todos juntos. Todo lo demás no es importante. Yo soy el que pone la comida en la mesa», explicó Chris en una entrevista a un medio sueco.
Londres les duró tres años y en 2018 la pareja se mudó de nuevo a Estados Unidos, esta vez a Florida. Una nueva decepción para la prensa sueca que vieron cómo su princesa más guapa volvía a Estocolmo brevemente a dar a luz a su tercer hijo (esta vez la princesa Adrianne) y volvía a marcharse.
Quizá el hecho de que los medios se llenaran de titulares y críticas sobre cómo se habían producido los nacimientos de sus hijos no ayudó mucho a que a Magdalena le quedaran ganas de quedarse. Así mismo, que le recordaran que la ley obligaba a los nietos del rey a educarse en Suecia a partir de los seis años si querían conservar su puesto en la línea de sucesión del trono no sonaba especialmente amable.
Su propio padre tampoco le ha puesto fácil el retorno: Carlos Gustavo de Suecia se adelantó a la casa real danesa cuando en 2019 decidió que los hijos de la princesa Magdalena ya no formarían parte de la casa real.
A efectos prácticos, desde que se casó la princesa vive de lo que gana su marido y desde que sus hijos perdieron sus derechos al trono, su tratamiento de altezas reales y no recibirán ninguna herencia de sus abuelos royals, la lista de ventajas de vivir en Suecia se ha reducido mucho.
Además de la pérdida de estatus que han sufrido sus hijos, la propia princesa Magdalena ha dejado muy claro entrevista tras entrevista que el recuerdo de su infancia sin sus padres es otro de los motivos que le impide instalarse en Suecia.
En una de las escasas entrevistas que ha concedido la princesa Magdalena relató cómo vivió la infancia en casi completa ausencia de sus padres «raptados» por sus deberes reales, los mismos que la abducirían a ella por completo de estar en Suecia.
Llegó a afirmar que su hermana mayor, la princesa Victoria ejercía de madre ante las ausencias recurrentes de los monarcas. «Desde que éramos pequeños mamá y papá estaban mucho fuera, ella (Victoria) siempre ha sido la que nos cuidaba. Inventaba juegos y era una hermana mayor muy buena», explicó en 2004.
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Once años más tarde volvió a confirmar que la soledad de su infancia y la ausencia de sus padres habían marcado dónde había establecido su hogar y el tipo de relación que deseaba tener con sus hijos.
«Siento que quiero dedicar todo mi tiempo a mis hijos porque eso es lo que extrañaba cuando era pequeña. Mis padres eran muy cariñosos, y no conozco a nadie tan generoso como ellos, pero estaban mucho tiempo fuera cuando yo era pequeña».
La princesa Magdalena ha decidido, finalmente, renunciar al glamour de la corte, su país y sus padres y hermanos para alejarse de los focos y formar una familia diferente a la que ella misma tuvo de niña. Eso sí, hay algo que se llevó con ella de palacio; el contacto de sus niñeras. Tanto Louise Blomqvist (hija de la mujer que la cuidaba de niña) como Elisabeth Zimmermann (la otra niñera de Magdalena cuando era pequeña) han sido vistas en Londres y Suecia cuidando de los hijos de la princesa Magdalena.