Margarita de Suecia y su marido, John Ambler. /
A Margarita de Suecia se la conoce poco como princesa y mucho menos por ser la señora Ambler, el nombre con el que se suele presentar. Pero su historia es interesante y está repleta de paradojas, como la de que la mujer que renunció a su popularidad y su país por amor a un plebeyo haya tenido que asumir el raro honor de ser la representante oficial de su casa real en los grandes saraos británicos.
Pero en vista de cómo acaban desarrollándose los acontecimientos cuando es ella la única que representa a su Suecia, no es extraño que los Windsor hayan decidido incluir a otros miembros de la familia real sueca en sus bodas reales antes que a Margarita.
Y eso que es la royal sueca más cercana a Buckingham. Por su boda en 1964 con John Ambler, un hombre de negocios diez años mayor que ella, la princesa Margarita cambió su país de origen por Inglaterra. Hoy por hoy es una mujer anónima, separada desde 1996 y viuda desde 2008 que vive alejada de todo y de todos en la campiña inglesa.
Pero a pesar de sus deseos de anonimato, de vez en cuando su hermano reclama que le eche una mano y la común Ms. Ambler se pone la tiara y saca a relucir su habilidad para posar en los retratos reales. Aún se la puede ver posando en el retrato oficial de los príncipes de Gales, Carlos y Diana , el día de su boda en 1981. Una labor de representación real que repetiría cuatro años después, en 1986, en la boda del príncipe Andrés con Sarah Ferguson . Todos sabemos cómo acabaron esos matrimonios.
El propio currículum amoroso de la mayor de las hermanas del rey Carlos Gustavo no es un canto a la esperanza. La más sensible de las princesas suecas (su propia niñera así lo afirmaba) tuvo unos estudios muy acordes con lo que se esperaba de una mujer en los años 50: costura, puericultura y cocina. Nadie esperaba demasiado de ella, salvo que se casara «bien». No lo hizo.
Que haya trascendido, a principios de 1958, se enamoró de su primer inglés, el concertista de piano Robin Douglas-Home, al que conoció durante una estancia en el país del Big Ben. Obviamente no dejaron a la princesa casarse con su primer amor, plebeyo para más señas, y él acabó casándose con otra, divorciándose posteriormente y, finalmente, suicidándose en 1968.
Margarita de Suecia en una imagen de archivo. /
Para entonces la princesa ya estaba enamorada de otro plebeyo inglés. En 1964 Margarita se casó en una ceremonia sencilla en la iglesia de Gärdslösa, en Öland, con el empresario John Ambler. Una boda un poco eclipsada por la lluvia que empapó a los novios quizá para que se prepararan al lluvioso clima londinense. La pareja se estableció en la capital británica y, a pesar de los esfuerzos del rey Gustavo Adolfo VI porque su nieta ostentara el título de Su Alteza Real la Princesa de Suecia en su nuevo país, la joven quedaría ya convertida para siempre en Ms. Ambler.
Las apariciones de Margarita como princesa pasaron de ser escasas a inexistentes, especialmente tras la muerte de su madre en 1972. Después de esa fecha, Margarita se convirtió en un rostro poco frecuente en los medios de comunicación, viajando a Suecia casi exclusivamente por asuntos privados y conservando únicamente un evento en su agenda oficial: la inauguración todos los años del bazar navideño en la iglesia sueca de Londres. Por eso fue tan inusual que formara parte del elenco de royals invitados en las bodas reales británicas.
Sucedió en 1981, cuando fue testigo de primera fila de la catastrófica unión entre el príncipe heredero, Carlos, y la jovencísima Lady Diana Spencer . Hasta se puede apreciar a la anónima señora Ambler posando en el retrato oficial de los novios junto al resto de cabezas coronadas de Europa.
La experiencia no debió de ser desagradable, porque la repitió años después en el enlace del príncipe Andrés con Sarah Ferguson, aunque todos sabemos cómo acabaron ambos matrimonios. Con buen criterio, desde entonces, la princesa Margarita no ha vuelto a prodigarse más en estas bodas británicas. Al fin y al cabo, no parece haber merecido la pena. las escasas ocasiones en las que ha salido de su retiro acabaron en desastre, casi tanto como su propio matrimonio.
La princesa Margarita y John Ambler se separaron en 1996, pero nunca llegaron a divorciarse. Una anomalía a lo Carolina de Mónaco que convirtió a la princesa en viuda cuando el 31 de mayo de 2008 John murió. En la actualidad, Ms. Ambler vive en Oxfordshire, no lejos de Londres, y sus vecinos la ven a menudo en la iglesia, eso sí, sin bodas ni celebraciones de por medio.