
Bajo sospecha
Bajo sospecha
Como muchos de nosotros, simples plebeyos, las cabezas coronadas de Europa y sus familias también comienzan estos días sus vacaciones. Es el caso de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda que hace unos días aterrizaban en Grecia, lugar habitual de sus días de descanso estival. Su discreta llegada fue delatada por el aterrizaje de una aeronave del Gobierno de los Países Bajos que llegaba a Atenas el lunes por la tarde.
Pero más allá del sol, la playa, la musaka y quizá ponerse al día con los capítulos de 'Máxima', la recién estrenada serie sobre los primeros años de amor de los royals holandeses, sus vacaciones han sido en numerosas ocasiones motivo de escándalos. No es de extrañar que en esta ocasión no hayan querido publicar en exceso su viaje.
La agenda pública del monarca frisón y su esposa está de momento vacía hasta el 27 de agosto, cuando la real pareja realizará una visita a la región de Zelanda. Guillermo Alejandro y su esposa poseen desde 2012 una villa de lujo en la península griega del Peloponeso.
La princesa Alexia reveló hace unos días que ella y sus hermanas Amalia y Ariana también estarán allí estas vacaciones. «Es realmente muy acogedor estar con mis padres de vacaciones», dijo la joven royal durante una sesión de fotos el pasado mes de junio. «Y como toda la familia está un tanto separada durante el año, es muy agradable celebrar el verano juntos».
Los escándalos que desde hace décadas han afectado a la casa real holandesa son menos graves y frecuentes que los de sus colegas británicos, pero quizá más pintorescos. Entre ellos destacan la estrecha amistad en plena Guerra Fría de la reina Juliana con el curandero y pacifista Greet Hofmans, apodado el Rasputín holandés, que casi culminó en una crisis institucional; la afiliación de su marido, el príncipe Bernhard, al partido nazi; o el gran revuelo que se armó en la boda de Guillermo Alejandro y Máxima por culpa del padre de esta, ministro en tiempos de la dictadura de Videla en Argentina, y que finalmente no acudió al enlace.
«Somos humanos, cometemos errores», dijo el todavía entonces príncipe holandés en 2009, sin excesiva convicción, cuando un escándalo más rodeó a su compra de una casa de vacaciones en Mozambique. El proyecto resultó estar plagado de escándalos de sobornos, gestores de proyectos deshonestos y promesas de ayuda al desarrollo que nunca se materializaron.
Los reyes Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda. /
«El príncipe heredero se comporta como un niño malcriado», dijo un diputado sobre la decisión de los royals de formar parte de un pequeño grupo de ricos inversores que decidieron construir una exclusiva urbanización de villas y un complejo vacacional de cinco estrellas en la península de Machangula, al sur del país africano.
Tras las duras críticas recibidas, finalmente la pareja abandonó el proyecto y se compraron su bonita casa de playa en Grecia. Pero esta adquisición tampoco estuvo exenta de polémica, ya que a los habitantes de la zona se les negó de repente un extenso tramo de playa pública por cuestiones de seguridad. Los residentes calificaron las actividades del gobierno holandés de «comportamiento poco respetuoso con el medioambiente por parte de representantes de un estado extranjero que son huéspedes en Grecia».
Sin embargo, la mayor controversia vacacional de los reyes de Holanda no llegaría hasta octubre de 2020. Entonces el matrimonio y sus tres hijas se fueron en avión a Grecia en plena pandemia de coronavirus mientras sus compatriotas vivían bajo estrictas restricciones. Las críticas fueron tan fuertes que la Familia Real se vio obligada a regresar a los Países Bajos al día siguiente de aterrizar en Atenas, en un vuelo regular de KLM.
En un comunicado grabado en vídeo junto a su esposa, un arrepentido monarca calificó su decisión como un «grave error de juicio» y dijo que le dolía «haber traicionado» la confianza de su pueblo. «Aunque el viaje se ajustó a la normativa, fue muy imprudente no tener en cuenta el impacto de las nuevas restricciones en nuestra sociedad», añadió. El mensaje concluía con una disculpa en tres palabras: «No somos infalibles».
Máxima de Holanda en sus últimas vacaciones de verano. /
El entonces Primer Ministro del país, Mark Rutte, reconoció a su vez que «se equivocó de valoración» al no intervenir para frenar los planes de vacaciones de la Familia Real. En una carta al Parlamento, dijo que se había «dado cuenta demasiado tarde» de que las vacaciones «ya no podían conciliarse con el aumento de los contagios y las medidas más estrictas».
Pero la verdad es que los royals holandeses ya eran reincidentes en este asunto. El anterior mes de agosto ya habían sido fotografiados infringiendo las normas de distanciamiento social vigentes entonces, con el propietario de un restaurante durante otro viaje a Grecia.