evolución de estilo
evolución de estilo
El dos piezas blanco de Armani, en su pedida, y los dos Capriles que exhibió en la boda de los reyes de Dinamarca auguraban una elegancia sobria, moderna y poderosa. Sin embargo, aquella princesa que hoy es una de las mujeres más admiradas en lo que se refiere a estilo, tanto en nuestro país como fuera de él, no siguió por aquella senda tan esperanzadora.
Al contrario, cumplió una suerte de travesía del desierto hasta encontrar la clave de su elegancia. Doña Letizia recibía críticas constantes por sus estilismos, la mayoría de ellos firmados por Felipe Varela. En aquella época se hacía evidente que la princesa no contaba con un asesoramiento profesional.
Doña Letizia parecía no prestar la atención debida a su armario. Pensaba quizá que era frívolo y que desviaba la atención de los temas importantes de su agenda. Decidió escoger ella misma con la asesoría puntual de Varela. Intentó agradar a todos, especialmente a las mujeres de mediana edad y estilo clásico, tratando de pasar desapercibida. Pero sus «looks» no traducían su estilo fresco, su personalidad y su juventud y el resultado era decepcionante.
Tardó tiempo en darse cuenta de que el vestir era una parte esencial de su papel y que hacerlo adecuadamente enviaba un mensaje positivo, destacando y no ocultando los actos a los que asistía. No es difícil imaginar que el asunto se convirtiera en un dolor de cabeza para la princesa de Asturias.
Los diseñadores españoles criticaban abierta o veladamente el hecho de solo vistiera de Varela, dejando fuera de su armario a la moda española. Los cronistas de moda no podían evitar señalar sus tropiezos, muy evidentes. Su diseñador de cabecera era una apuesta segura en los vestidos de gala –aunque hubo de todo–, pero no siempre acertaba en los «outfit» de día.
En aquella época, el estilo de doña Letizia era una mezcla de faldas con volantes, transparencias con bordados, trajes de chaqueta conservadores que le añadían años, faldas demasiado cortas que le restaban elegancia, desmangados pronunciados que no le favorecían y un sin fin de rebecas ceñidas y pantalones demasiado anchos, declinados en rosas chicle, azules eléctricos, verdes jungla o grises acero que no le sentaban bien. Lo mismo ocurría con su calzado, unos «peep toes» con plataforma de todos los colores, que acabaron recibiendo el apodo de «letizios» por su peculiar diseño.
Era evidente que la princesa no tenía un estilo definido y que probaba, pero no acertaba. De aquella época destacan un estrambótico «dos piezas» de chaqueta y bermudas, en color militar, que llevó en un acto en Segovia, en 2011, un llamativo vestido de noche rosa fucsia, con cuerpo de pedrería y falda con volante, que llevo en la cena con el presidente de Mexico, en 2007, o chaquetas a la cintura con manga francesa que parecían de una talla menos, como la que lució en el almuerzo del Premio Cervantes en 2008.
Su otro punto débil eran las faldas: hasta la rodilla, con volantes, fruncidos o bordados. A la falta de acierto de sus estilismos, se sumaba el constante cambio de peinado: ondas, rizos, lisos adolescentes… Y la delgadez que entonces exhibía la reina y que dio tanto que hablar.
Las cosas cambiaron cuando doña Letizia se convirtió en Reina, en 2014. Fue entonces cuando se dio cuenta de que era imprescindible contar con el asesoramiento de un profesional, teniendo en cuenta el elevado número de compromisos que figuran en su agenda. Entonces entró en su vida Eva Fernández.
Su armario se abrió a todo tipo de diseñadores y marcas españolas, como Delpozo o Josep Font, dándoles visibilidad, algo que le reclamaban desde hacía años, y a otras prestigiosas marcas internacionales, como Carolina Herrera o Hugo Boss. Doña Letizia varió su calzado y empezó a mostrar que se sentía a gusto con lo que llevaba, una parte muy importante de la elegancia. Incluso con algún traspiés actual, los cronistas hablan de «arriesgarse», ya no critican abiertamente el modelo.
Felipe Varela ya no es omnipresente, en el armario de la reina han quedado los modelos ganadores –que los ha habido– de todos estos años pasados. Hoy ha adoptado el largo midi, se atreve con zapatos planos o botas de tacón de aguja, con escotes barco, vestidos con corte «new look» o flecos y con marcas «low cost». El resultado puede sorprender, pero ya no es «cursi» o sin estilo. En estos diez años como reina, doña Letizia ha acertado y se ha convertido en un referente, sin duda.