La entrega de los premios Nobel, esa ceremonia que hermana a las casas reales de Suecia y Noruega, no ha sido nunca la fecha favorita de la princesa Mette-Marit . Cuando no es por una cosa es por otra. Hasta el momento era la enfermedad crónica que la asedia la que marcaba sus ausencias al evento más importante del fin de año nórdico, pero este año su hijo Marius Borg y sus múltiples problemas con la justicia (incluso acabó en prisión) podrían convertirse en el motivo para desaparecer del foco.
Y es que desde sus orígenes, la entrega de los premios más reconocidos del planeta ha sido el termómetro perfecto para conocer el buen o mal estado de la popularidad de los monarcas, príncipes, princesas y demás miembros de la realeza de ambas monarquías. Una ocasión para expiar sus polémicas en público y aguantar el chaparrón de críticas con más o menos buena cara.
Sin abandonar a Mette-Marit, no podemos olvidar todas las veces que la heredera del trono noruego ha tenido que asistir a los Nobel envuelta en una situación desagradable. Si 2024 será recordado como su annus horribilis, 2007 tampoco debe estar muy alto en el ranking de su año favorito.
Todo comenzó con el ex director del tabloide 'Se og Hor' confesando en un libro que su medio había sobornado a empleados de banca para robar extractos de las cuentas reales y enterarse de los movimientos de la princesa y así poder criticarla con conocimiento de causa. Pero el colmo de sus confesiones se dio cuando confesó haber «adquirido» el teléfono móvil del padre de la princesa e incluso haber recibido en el buzón de voz el mensaje del príncipe Hakoon, futuro rey de Noruega , anunciando a su suegro que acababa de ser abuelo de una niña.
La situación empeoró aún más cuando la policía noruega detuvo a un grupo de 14 personas que se dedicaban a desear la muerte a la esposa del príncipe heredero noruego en internet además de calificarla de prostituta y drogadicta. Algunos de los miembros del grupo acumulaban hasta cinco antecedentes policiales. Entre la muerte de su padre, la persecución de la prensa y las amenazas, la ceremonia de los Nobel de 2007 Mette-Marit posó más apesadumbrada que nunca.
En 2015 la polémica que calentó su aparición antes de la ceremonia se cocinó en verano y continuó alimentada por la prensa sensacionalista hasta el invierno. ¿El motivo? Los gastos de Mette-Marit y, de paso, de toda la familia real. Durante el mes de agosto se descubrió que los herederos de la corona habían disfrutado de un yate de lujo por el Mediterráneo mientras su país vivía su primera crisis económica desde 1960 y el Gobierno pedía a los ciudadanos que se apretaran el cinturón.
En el caso de Mette-Marit el agravio era doble porque en aquel momento estaba implicada en labores de representación de los refugiados, por lo que no fue bien valorado por el público que se fuera de vacaciones en un barco que costaba 200.000 euros a la semana por el mismo mar en el que las víctimas de la crisis migratoria se ahogaban.
En aquella ocasión conceder el Nobel de la Paz a una organización tunecina y filtrar a la prensa imágenes de Mette-Marit ejerciendo de royal-mami llevando de la mano a su hijo, el príncipe Sverre, al acto de Save the Children anterior a la ceremonia de los Nobel ayudaron a calmar los ánimos y, de paso, la crisis de imagen.
Pero si algo podemos afirmar sin equivocarnos es que la esposa del príncipe Haakon no está sola en sus momentos tristes relacionados con estos premios. Por ejemplo, en 2006 la princesa Victoria , futura reina sueca, tuvo un desagradable episodio cuando, según recuerda el diario sueco Svenska Dagbladet, fue acosada sexualmente por un fotógrafo durante un evento en la organización que otorga el Premio Nobel de Literatura.
En 2010 fue la representación sueca en pleno la que perdió por completo la sonrisa a lo largo de toda la ceremonia. La reina Silvia aún intentaba capear estoicamente el temporal que había provocado el escándalo sexual de su marido, el rey Carlos Gustavo, que confesó públicamente sus infidelidades (tras ser publicadas previamente por la prensa de su país).
La misma prensa que definió la ceremonia de entrega de premios como «un paseo por la cuerda floja para la familia real sueca». En aquel momento, a raíz del escándalo del rey, el instituto de investigación de opinión Synovate evaluó la imagen de la monarquía y mostró que en sólo cinco años su aceptación había caído del 80 al 70%. El rechazo hacia el rey era aún mayor: sólo el 51% de su paisanos lo considera el hombre adecuado para dirigir el Estado y al 31% le hubiera gustado que le entregara la corona a su hija Victoria.
En el caso de Victoria la afrenta que tuvo que enfrentar en 2010 fue menor, pero todo sumó para hacer que la ocasión fuera desagradable: en aquella edición su siempre cuestionado marido plebeyo, Daniel, recibió un sitio que no le correspondía protocolariamente hablando y tuvo que desfilar por detrás de ella.
Pero si hay alguien de la casa real sueca a quien se le dan mal estos premios es a la princesa Magdalena de Suecia . Comenzó con mal pie en 2002 cuando la rebautizaron como la princesa «vigilante de la playa» por el profundo escote del corpiño (rojo para más señas) que llevaba su vestido de gala. Aunque se supone que el diseño de Pär Engsheden cumplía con el protocolo, la realidad es que nunca se ha vuelto a ver nada igual de provocativo. Lo más parecido fue cuando la princesa Sofía, esposa del príncipe Carlos Felipe, reveló en una de las ediciones uno de sus tatuajes por el modelo que escogió llevar a la ceremonia.
Aunque sin duda la crítica más común a la princesa Magdalena, en realidad, siempre es la misma desde que se casó con Chris O'Neill: la facilidad con la que deja de acudir a la noche más glamorosa del año para los suecos.
Magdalena y su esposo han declinado la invitación real en varias ocasiones, la primera de ellas en 2012 y de forma sorpresiva, lo que enfureció a la prensa sueca. Los negocios, los embarazos y la distancia han sido varias de las excusas usadas por la pareja en todas las ocasiones en las que han fallado al escaparate de los Nobel.
Este año también será el de las ausencias. La prensa noruega ya afirma que ni el rey Harald ni la reina Sonia acudirán a la ceremonia dejando solos ante el peligro a Mette-Marit y Haakon, que acaban de superar el hecho de que la policía ha registrado sus dependencias. Si al final Mette-Marit decide acudir a la ceremonia (aunque ya se baraja que su enfermedad no le va a permitir enfrentar el evento), que nadie espere una sonrisa de ella. Para la princesa noruega es una de las peores noches del año.
22 de noviembre-21 de diciembre
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, independientes y aventureros. Les encanta viajar y se les dan los deportes de maravilla. No pierden jamás la curiosidad por cómo funicona el mundo, pero a veces pecan de salvajes e indomables y tienden a la incosistencia vital. Ver más
¿Qué me deparan los astros?