Muere en extrañas circunstancias Mario Oliver, el novio de Estefanía de Mónaco con el que vivió los años más locos (le llamaban el Tarzán de Marsella)

De todos los noviazgos Grimaldi, el de Estefanía de Mónaco con Mario Oliver fue el que más amargó al príncipe Rainiero. Ahora su novio más escandaloso ha sido encontrado muerto en República Dominicana.

Estefanía de Mónaco y Mario Oliver en una imagen de 1987 en Roland Garros / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

La noticia ha pasado casi desapercibida en España, aunque merecía más recorrido: Mario Oliver Jutard, el ex más escandaloso de la princesa Estefanía de Mónaco , había aparecido muerto en su residencia de República Dominicana. Según han publicado medios como France Dimange y Deadline, el empresario falleció en el trascurso de un atraco. Un triste final para un hombre que alcanzó la fama durante los años 80 graias a su noviazgo con la hermana pequeña de Carolina de Mónaco.

La juventud de la princesa Estefanía de Mónaco hizo palidecer en escándalos amorosos a la de su hermana Carolina de Hannover (y eso que la primogénita abrió la veda casándose y divorciándose exprés del «emperador» de la noche Philippe Junot ).

Pero si hay que escoger el noviazgo de la hija pequeña de Grace Kelly que más sacó de quicio a su padre el príncipe Rainiero III, ese fue sin duda el que protagonizó Estefanía junto a un turbio personaje llamado Mario Oliver y apodado por los crnitas de la prensa rosa del momento como el «Tarzán de Marsella».

Vaya por delante que la princesa Estefanía de Mónaco no atravesaba su mejor momento cuando comenzó su carrera meteórica en el mundo de la prensa rosa. Apenas acababa de cumplir los 17 años cuando falleció su madre en un terrible accidente de tráfico que también padeció Estefanía y desde ese momento todo fue cuesta abajo.

Se calcula que en un par de años la pequeña de los Grimaldi estrenó, al menos, cinco parejas distintas, a cada cual más mediática que la anterior. Comenzó con el hijo del actor Jean Paul Belmondo al que abandonó por su mejor amigo, el hijo de Alain Delon. Después llegaron más actores, Rob Lowe, Christopher Lambert y algún que otro deportista.

Fue precisamente cuando finiquitó su noviazgo con Rob Lowe cuando la pequeña de los Grimaldi viajó a Los ängeles y se enamoró de nuevo. Era el año 1986 y allí se topó con el «rey» de la noche de Los Ángeles, Mario Oliver.

El nuevo galán de Estefanía de Mónaco tenía 14 años más que ella, estaba divorciado por partida doble, llevaba melenita con flequillo teñida de rubio piolín y era propietario de una discoteca en Estados Unidos llamada Vértigo. Pero lo que más preocupaba al padre de la princesa era la denuncia por violación pendiente de resolución que pesaba sobre Mario Oliver.

Estaba claro que por aquella época a Estefanía de Mónaco le agradaban los «chicos malos», no en vano su segundo novio oficial, Anthony Delon, también tenía antecedentes policiales, en su caso por robar coches y por poseer una pistola sin tener licencia de armas.

Pero lo de Mario Oliver pasaba de castaño oscuro incluso para los estándares monegascos. No solo porque Estefanía de Mónaco decidió apostarlo todo por su relación, tatuarse su nombre en el trasero (no fuiste la primera Laura Escanes, y seguramente tampoco serás la última) y teñirse el flequillo de rubio pollito en su honor, sino porque esta relación supuso la ruptura de sus lazos familiares.

En 1987 Estefanía decidió abandonar Mónaco, París y Europa para instalarse de forma definitiva con Oliver en Estados Unidos y, de paso, comenzar a conceder exclusivas para airear su amor (previo pago).

Los titulares que llegaban hasta el principado no tenían desperdicio. Desde el famoso «No quiero tener que amar a Mario en secreto» a sus declaraciones sobre su intención de quedarse embarazada de Mario sin pasar antes por el altar. Para el príncipe Rainiero, que tenía un altar para rezar en su dormitorio, la situación empeoraba por momentos.

Rainiero se negaba a aceptar que su hija pequeña acabara con semejante personaje y se llegó a publicar que en una ocasión que la pareja se presentó en Mónaco se negó a recibirle en palacio. Así las cosas Estefanía se perdió el bautizo de su sobrino Pierre Casiraghi porque el nombre de Oliver no figuraba en la invitación.

Entre peleas familiares y desplantes varios la pareja incursionaba de vez en cuando por Europa de la forma más rara, por ejemplo, cuando visitaron Canarias para grabar el videoclip «Stéphanie» y, de paso, aceptar que unos promotores canarios les construyeran un chalet en Tenerife al que llamarían Villa Estefanía y del que solo se colocó la primera piedra.

Ocho días de estancia en Canarias que dieron para mucho en términos de incrementar la leyenda de Estefanía como princesa caprichosa, dependiente de su novio y un tanto insoportable. Hasta el diario El País advertía de que se habían presenciado tres ataques de llanto principescos con gritos incluidos.

Vídeo. Estefanía de Mónaco y su mala suerte en el amor

La pareja Estefanía-Mario no pisaba Montecarlo ni falta que le hacía. Esquiaba junta, se daba besos y hasta llegó a posturear una boda en Isla Mauricio que no llegó a nada. Pero en julio de 1988 la pareja ya estaba vendiendo la exclusiva de su separación a la prensa rosa.

La versión extraoficial es que Estefanía decidió dejar al empresario mayor y nocturno Mario Oliver por el productor de música Ron Bloom, con el que llegaría a convivir en California y que solo le sacaba nueve años de difrencia. Se llegó a decir que al príncipe Rainiero le dio tiempo a conocer a Ron Bloom antes de que Estefanía diera carpetazo a esta relación, pero fotos de los tres juntos, no hay.

Como en el resto de la década a Estefanía de Mónaco la soltería le duraría hasta el siguiente top less en un yate esta vez acompañada por un francés de 25 años llamado Jean Yves Lefur.

A Mario el disgusto del abandono le duró más o menos el tiempo que tardó en monetizarlo: siguió cobrando exclusivas a costa de su fugaz relación con la Grimaldi durante años. Hasta cuando Estefanía se divorció de Daniel Ducruet, Mario Oliver habló (y se ofreció a volver con ella).

Desafortunadamente para la pequeña de los Grimaldi el amor siguió sin ser lo suyo. Con Lefur la princesa Estefanía llegó hasta a anunciar su compromiso matrimonial. Fue en abril de 1990 pero para finales de ese año la pareja ya había roto, papá Rainiero había descubierto que el novio escondía una acusación de estafa en el fondo del armario y Estefanía quedó de nuevo soltera, al menos, durante un par de meses.