La princesa Nobuko de Japón, viuda del príncipe Tomohito de Mikasa. /
La princesa Nobuko encadena desgracias. La última es que la aristócrata japonesa de 67 años ha sido diagnosticada con cáncer de mama. Lo bueno es que se lo han encontrado en una etapa temprana. Lo malo, que la tienen que operar pronto, el próximo sábado en el Hospital Universitario Keio de Tokio.
La viuda de príncipe Tomohito de Mikasa se enteró de manera inesperada. El 4 de noviembre había ido al hospital para que le examinaran una vértebra lumbar que se había fracturado en 2019.
Los doctores descubrieron el nuevo problema gracias a la resonancia magnética y a la biopsia que le realizaron. Lo encontraron en el pecho derecho. Desde la familia imperial se apresuran a tranquilizar: «No presenta síntomas reseñables».
Es la segunda dificultad grave que ha sufrido Nobuko. En 2006 pasó por un derrame cerebral que, unido al asma, la dejó aislada de los deberes oficiales. Tuvo que estar hospitalizada por ambas dificultades. Volvió a la carga en el 2011 porque quería reunirse con las personas afectadas por el terremoto en la prefectura de Fukushima.
El duro golpe de la enfermedad es más atroz para la princesa que para cualquier otro. Por causalidad y mala suerte, su marido, el príncipe Tomihito murió de cáncer de laringe en 2012 a los 66 años. Lo había padecido durante una década.
Tomihito, primo del Emperador Akihito, se casó con Nobuko Aso (su nombre de soltera) en 1980, tras haber rechazado la petición en 1973 porque aún era muy joven. En ese primer contacto ella tenía 18 años y él 27. Con su marido tuvo dos hijas, Akiko (40 años) y Yoko (39 años).
Nobuko venía de una familia acomodada. Hija de un magnate del cemento, es nieta del difunto primer ministro Shigeru Yoshida y hermana menor del ex primer ministro Taro Aso.
Esta unión supuso un gran cambio: ella es la segunda plebeya que se unió a la familia real después de Michiko. Y es la primera católica romana bautizada que se unió a la familia imperial (aunque otros príncipes son cristianos).
La princesa ha sido uno de los soplos de aire fresco para la familia real. Sus allegados la consideran una excelente chef y publicó en 1992 y en 2003 dos libros de cocina.
Tomohito, sexto en la línea de sucesión nipona, protagonizó varias polémicas sonadas. Como publicó el ABC, se negaba a que las mujeres pudieran heredar el trono en Japón. Pero lo que más conmocionó a la sociedad de su país fue que reconoció un grave problema: su alcoholismo. Era bebedor desde los 15 años.
Lo más característico de Tomohito era su arraigo. Se aferraba a las tradiciones del pasado desde su aspecto físico. Era el primer miembro de la casa imperial de Japón que se dejó barba desde hacía un siglo (el último que se dejó crecer el vello facial fue Meiji el Grande).
El príncipe estaba cargado de contradicciones. Fiel a los actos benéficos y solidarios, soltaba dardos machistas sobre la sucesión de su familia. Se enfrentó al 80 por ciento de la sociedad de su país, que quería destronan la ley sálica.
¿Qué propuso él? La vuelta de las concubinas para que el rey Nahurito pudiera tener un hijo. Era su solución efectiva para resolver la depresión que sufría la princesa Masako. Algunos seguidores de esta teoría recomendaban a la princesa que se suicidara, para liberar a su marido y que se casara de nuevo. Fueron tiempos convulsos para la salud de la casa imperial.