La princesa Diana de Gales y su entonces amrido, Carlos III. /
Los nombres Diana de Gales y el príncipe Carlos rechinan hasta escritos juntos. Entre todo los matrimonios que salieron mal, es el que peor suena por el cóctel que ofrece: realeza, poder, diferencias abismales y la infidelidad.
La duda que surge llega a ser otra, si en algún momento hubo una mirada de complicidad real, una atracción genuina, o si todo se quedó en «lo que sea que el amor signifique». La frase lapidaria que dijo Carlos de Gales cuando le preguntó si estaba enamorado. Lady Di había respondido primero, casi molesta: «¡Claro!». Las palabras del heredero la dejaron clavada, con una risita nerviosa, su cabeza rubia ladeada, y una mirada perdida.
Se escrutan esas imágenes en busca de lo que hay detrás. Lo que pensaría Diana de Gales en ese momento. Si no era más que un comentario y estaba acostumbrada a los desplantes. El actual rey del Reino Unido, Carlos III, se atrevió, cuando estaban solos, hasta al sarcasmo. «Podría ser gay», le dijo una vez, cuando ella le preguntó por qué no quería tener relaciones con ella.
El episodio que recoge el libro The King: The Life of Charles III (El rey: la vida de Carlos II), de Christopher Andersen, señala uno de los problemas más sangrantes de la relación. Esa conversación deja a una Diana de Gales interesada por avivar la llama y a un Carlos de Inglaterra ocupado en otros asuntos (es decir, en Camilla Parker Bowles).
Lo que dicen acerca de que el amor dura tres años (o 500 noches, como insinuaría Joaquín Sabina del olvido) podría ser, en realidad, un testimonio de la que fue la princesa favorita del Reino Unido. Fue el tiempo exacto que duró su intimidad con el hijo de Isabel II.
La esperada boda con Carlos fue en 1981 y su primera noche ya no estuvo precisamente marcada por una pasión desenfrenada. Se coronó con lágrimas. Ambos, como cuenta Christopher, estaban «consumidos por la ira y la frustración». Lloraron hasta quedarse dormidos.
Vídeo. Diana de Gales y sus hermanas: la complicada relación de la princesa con lady Sarah y lady Jane
En 1984 se acabaron oficialmente las relaciones de la princesa con el heredero, según cuenta Page Six. La fecha coincide con el nacimiento del príncipe Enrique . Se cerró la opción de que él o el príncipe Guillermo tuvieran alguna hermana.
Diana tenía 12 años menos que él y mostró más ilusión por reflotar la relación. Sus reacciones irritaban a su marido desde lo más mínimo. Como cuando él le propuso matrimonio y ella soltó (de nuevo), unas carcajadas. A Carlos su respuesta le pareció «juvenil y desconcertante».
Al hijo de Isabel II le parecía que lo que más se admiraba de Diana de Gales era un defecto: su espontánea inocencia. También su afán, pues un ayudante de cámara confesó que Diana se convirtió en su sombra. Le perseguía por los pasillos, por las escaleras, de habitación en habitación. Era incansable e imbatible. Ella sí quería aumentar la familia.
En el caso del matrimonio de la reina Sofía y Juan Carlos I fue ella la que rompió las relaciones, pero avivada por los comportamientos de él. Como cuenta Pilar Eyre en su columna y como ya recordamos por su cumpleaños, su movimiento fue sutil pero inequívoco.
El rey Juan Carlos se disponía a entrar en su cuarto compartido y le paró una persona encargada de la ayuda de cámara. Amablemente, le dijo que tendría que dormir en otra habitación, por órdenes de su mujer.
Ese día descansaron separados por un saloncito, un despacho, dos cuartos de baño y la desmesurada infidelidad (ella le había pillado con otra mujer y no se iba a hacer la sueca). En 1976 la reina Sofía le negó a Juan Carlos compartir cama. Su intimidad duró 14 años.