UN VÍNCULO MUY ESTRECHO Cómo fue la relación de la reina Sofía y su padre, el rey Pablo I de Grecia: exilio, peleas y tragedias familiares

La vida de Pablo I de Grecia estuvo marcada por el exilio pero, también, por el amor a su país y a su familia. La reina Sofía siempre lo admiró como rey pero, sobre todo, como padre. Y su influencia ha sido clave para nuestra emérita.

La reina Sofía junto a su padre, el rey Pablo I de Grecia; su madre, la reina Federica; y sus hermanos, Constantino e Irene./getty

La reina Sofía junto a su padre, el rey Pablo I de Grecia; su madre, la reina Federica; y sus hermanos, Constantino e Irene. / getty

Elena Castelló
Elena Castelló

Doña Sofía está de luto desde el pasado 10 de enero, cuando falleció su hermano, el ex rey Constantino de Grecia . La familia y casi la totalidad de las casas reales europeas le despidieron en un funeral privado , pero con aires de Estado, y después, la reina Ana María, sus hijos, sus hermanas y sus sobrinos le dieron el último adiós en el cementerio de Tatoi. Allí también descasan sus padres, el rey Pablo I y la reina Federica, y otros miembros de la familia real griega.

Doña Sofía volvió a visitar la tumba de sus progenitores . Si hay una pérdida que la afectó profundamente fue la de su padre, el rey Pablo I. Doña Sofía admira en él al rey, que gobernó en una Grecia inestable y empobrecida, pero, sobre todo, echa de menos al padre, con el que tuvo una relación muy estrecha. De hecho, parece que su carácter tranquilo y contenido y su amor por la naturaleza y por la música los heredó de él.

Pablo Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg nació el 14 de diciembre de 1901 en el Palacio de Tatoi , en Atenas. Era el tercer hijo del rey Constantino I de Grecia y de la princesa Sofía de Prusia, hija del Kaiser Federico III de Alemania. Desde muy joven conoció el exilio.

La vida y el reinado de Pablo I, marcado por el exilio

Su padre, proclamado en 1913, se convirtió en rey cuando él tenía 12 años, tras haber sido asesinado su abuelo, el rey Jorge I. Después, Constantino I, fue obligado a abdicar, en 1917, y la familia tuvo que marcharse al exilio, a Suiza, mientras su hermano mayor, Alejandro I, se convertía en rey, pero un rey títere. Fueron tiempos convulsos. Alejandro I murió de forma trágica en 1920, por la mordedura de un mono doméstico.

Constantino I regresó a Grecia, pero tuvo que abdicar de nuevo, en 1922, en su segundo hijo, Jorge II. Durante todos esos años, Pablo vivió en Inglaterra –donde trabajó como ingeniero de motores de coche y avión–, y en Florencia, y regresó a Grecia en 1924, cuando se produjo una nueva caída de la monarquía.

Pablo también se formó en Alemania, donde se alistó en la marina imperial. Tras años de derrocamientos y restauraciones, su hermano volvió al trono en 1935. Al no tener hijos, el heredero era Pablo. Se habló de casarlo con su prima, la princesa Nina Georgievna de Rusia. Finalmente pidió matrimonio a una joven princesa alemana, Federica de Hannover, hija del duque de Brunswick, 20 años menor.

Pablo I de Grecia en una bonita imagen junto a la reina Federica en la Acrópolis de Atenas.

Se enamoraron en Florencia, a pesar de que habían coincidido en varias bodas de la realeza. Celebraron su compromiso en Austria, en el castillo de los Hannover. La boda se celebró en Atenas el 9 de enero de 1938 y unió a dos familias reales ya vinculadas por lazos de familia, porque el príncipe Pablo, todavía heredero al trono, era hijo de Sofía de Grecia, hermana del abuelo de Federica, el emperador Guillermo II de Alemania. Tuvieron tres hijos: Sofía, Constantino e Irene.

Con la II Guerra Mundial, la familia real tuvo que partir de nuevo al exilio, primero a Egipto y después a Sudáfrica, donde nació Irene. Regresaron a Atenas en 1947. Poco después murió el rey Jorge II y Pablo llegó al trono. Tuvo que enfrentarse los vaivenes de un país pobre, amenazado primero por el eje, luego por el comunismo, pero fue una época más estable. Su reinado duró 16 años.

El rey Pablo I, el gran referente de doña Sofía

Hombre refinado, de modales exquisitos y muy culto, el padre de la reina Sofía dejó una huella indeleble en la joven princesa, que era su primogénita. De fuertes creencias religiosas, tenía, al tiempo, un profundo interés en la filosofía –escribió un libro sobre Platón– y un gran amor por la música y el piano –era un brillante intérprete–.

Su preocupación constante, en mitad de las turbulencias políticas y sociales que vivía Grecia, fue siempre mantener la tranquilidad de la vida familiar. Solía encontrarse con sus hijos cada tarde, junto a la chimenea de Tatoi, donde vivía la familia, en las afueras de Atenas. En aquellos momentos, les leía leyendas mitológicas griegas, les ponía música clásica y hablaban de las cosas de la vida.

Los recuerdos de la reina emérita de esa época de su infancia son muy cálidos. Fue, según doña Sofía, un hombre de carácter templado, mesurado en sus decisiones, más apacible que la reina Federica, una mujer activa e inquieta, con una fuerte personalidad. «Sin dudarlo, mi padre era el soporte familiar», le revelaba a la periodista Pilar Urbano.

Como rey también dejo una honda huella en la reina de España, por su tranquilidad a la hora de tomar decisiones y sus muchas iniciativas buscando siempre el bienestar de sus súbditos, como la fundación de escuelas y de academias de formación profesional. En sus memorias, la reina Federica le describe como un rey generoso y comprensivo con su pueblo.

LA reina Sfía con sus hermanos y sus padres. / getty

Pero el destino lo puso a prueba, una vez más. En 1964 le diagnosticaron un agresivo cáncer de estómago y murió en pocos meses. Pidió que le llevaran una imagen de la virgen y rechazó los calmantes para conservar la lucidez hasta el final, a pesar de los dolores. Murió un 6 de marzo acompañado por su esposa y escuchando a Bach.

Descansa en el cementerio de Tatoi. La monarquía griega desapareció tres años después. Tras su muerte, doña Sofía se prometió que no volvería a tomar carne y ha convertido su amor por los animales y por la naturaleza, sobre todo por el mar, en un estilo de vida.

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