Los reyes Felipe y Letizia acudieron a la segunda reunión del Real Patronato de la Galería de las Colecciones Reales. /
La segunda reunión anual del real Patronato de la Galería de las Colecciones Reales, institución que cuenta con especial atención por parte de la Corona, no anunciaba emoción alguna. Nos referimos a la presencia de, por ejemplo, Marta Ortega que es patrona como Xandra Falcó o Ana Gamazo y de Hohenlohe-Lagenburg y presente en la reunión del pasado mayo. No todos los días se encuentran la heredera de Inditex y la reina Letizia .
La presencia del rey Felipe, además, suele añadir un plus de protocolo y control a los eventos de agenda real. La reina Letizia, cuando asiste como consorte , queda en un segundo plano. En la visita de ayer, apenas vimos algún gesto de cordialidad con alguna patrona. Recordemos que la Galería de las Colecciones Reales creó el pasado diciembre el Concurso de Fotografía Infanta Sofía que supuso el primer acto en solitario de la hija pequeña de los reyes.
En un entorno de máxima cordialidad y frente a una reunión previsiblemente interesante para los monarcas, pues se presentaba el balance de 2024 y las previsiones para 2025, nada hacía presagiar que la mañana se complicara. Y, sin embargo, ciertas observaciones acerca del estado de ánimo de los reyes Felipe y Letizia saltaron inmediatamente a las redes sociales. No había lugar a dudas: entre ellos se mascaba la tensión.
Entre el rey Felipe y la reina Letizia no hubo esta vez sonrisas y complicidad. /
Los observadores sobre el terreno de las expresiones faciales de Felipe y Letizia confirmaron, algunos con la boca muy pequeña, lo que se cuchicheaba a golpe de tuit y 'story' en X e Instagram: los reyes tenían cara de pocos amigos. Evidentemente, hubo sonrisas en los saludos y posados, pero en las idas y venidas, cuando no interactuaban, el rictus era severo.
Digamos primeramente lo obvio: si la seriedad y hasta la gravedad de las expresiones faciales de los reyes Felipe y Letizia llamaron la atención, es porque habitualmente se muestran la mar de felices. De hecho, en no pocas ocasiones hasta la prensa internacional destaca la complicidad y las sonrisas que se dedican los reyes. Algo poco habitual en los royals, quienes rehúyen las muestras públicas de afecto.
Ayer, por lo que sea, los reyes Felipe y Letizia apenas si podían mirarse a la cara. Pero, claro, estos momentos de máxima tensión no suponen lo mismo en una pareja que habitualmente se muestra en armonía (como es el caso de los monarcas españoles), que en una pareja que demuestra falta de sintonía con cierta frecuencia. El veredicto: posible pelea en la intimidad de palacio. Una trifulca matrimonial que subraya, pese a que pudiera parecer lo contrario, una relación en marcha.
Los reyes Felipe y Letizia, en un gesto habitual de complicidad. /
Recordemos lo que ocurría en el matrimonio entre la reina Sofía y el rey Juan Carlos: toda España asumía que la pareja rozaba la perfección, cuando en realidad dejaron de dormir en la misma habitación al nacer el príncipe Felipe. Pasamos décadas pensando que la relación, pese a todo, funcionaba, solo porque las fotos y vídeos no trasladaban el profundo cisma afectivo que había entre ambos. Veíamos serenidad, pero era frialdad.
El disimulo de los monarcas eméritos, aunque interesante entonces para la estabilidad de la Corona, no se produce hoy entre los reyes Felipe y Letizia. Puede que a los efectos de la institución no sea tan bonito percibir que la pareja real está molesta, pero que se manifiesten estas tensiones sí es positivo para el matrimonio. Si no hubiera afecto, no existiría enfado.
Se elucubra mucho acerca de los sentimientos que unen a las parejas reales, sobre todo cuando salen a la luz deslealtades importantes, como en el caso de Mary y Federico de Dinamarca. Evidentemente, lo que el desamor separa, puede mantenerse unido a efectos institucionales, como un pacto profesional. Es en esta situación cuando los enfados matrimoniales ya no aparecen y todo es concordia.