La presencia de la infanta Cristina en territorio español es el disparadero para una atención del todo indeseada. No puede hacer nada por evitarlo: las inexplicables escenas que se han vivido este verano entre la hija menor de los reyes eméritos e Iñaki Urdangarin dan para demasiado. Incluido un especial en televisión con el sintomático título de 'Cristina de Borbón, rota de amor'. Es la disyuntiva del momento: ¿quién es víctima y quién verdugo en el inexplicablemente pospuesto divorcio entre los ex duques de Palma?
Lo único que se puede hacer desde las atalayas de observación de analistas y paparazzi es escrutar y adivinar. Desde que la infanta Cristina llamara a una conocida revista del corazón para aclarar que lo suyo con Iñaki Urdangarin estaba roto y que no pensaba volver, nada puede saberse de lo que ocurre en la familia. Ni siquiera puede tenerse por verdad lo afirmado por la misma infanta: si todo está tan perdido, ¿por qué no se ha firmado ya el divorcio?
Sea como fuere, la crónica rosa trata de dar una explicación verosímil a escenas inquietantes como el encuentro entre Ainhoa Armentia, la nueva pareja de Iñaki Urdangarin, y este en un coche, donde el ex jugador de balonmano se puso a llorar a lágrima viva. O al inexplicable día en la playa que compartieron la infanta y su ex, cuando se suponía que no iba a volver a verse más.
La tentación de convertir a la infanta Cristina en la víctima de toda esta terrible situación es enorme, aunque muchos detalles de la vida en común de la pareja parecen ir en la dirección contraria. No se trata tanto de asignar posiciones, sino de ver entender cómo una pareja perfectamente alineada en sus ambiciones y proyectos se echó a perder. No existen víctimas, más allá de los hijos de la pareja (que ya son adultos), ni verdugos. Solo responsables.
En la pieza televisiva que abundaba en estas y otras escenas de la pareja se puso el foco en una cuestión insoslayable: la irresistible ascensión de la pareja de matrimonio sin propiedades ni fortuna, a flamantes propietarios de un palacete valorado en 10 millones de euros (entre hipoteca y reforma) en la mejor zona de Barcelona. Además, ambos llevaba un tren de vida que difícilmente podría costearse con dos sueldos buenos, pero no despampanantes.
Era imposible no maravillarse ante el enriquecimiento de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en pocos, poquísimos años. Se casaron en 1997 y tuvieron a Juan Valentín en 1999, justo después de retirarse como profesional del balonmano. La principal nómina familiar hasta entonces era la de ella, a cargo de la Fundación Cultural La Caixa, y la asignación de Zarzuela (en total, unos 200.000 euros anuales). En 2000, Iñaki Urdangarin se colocó como en el Comité Olímpico Español y logró en tiempo récord certificarse en Administración y Dirección de Empresas en ESADE.
Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina procuraron elevarse por encima de su propia capacidad económica para llevar el estilo de vida con el que soñaban: unos metros por encima del común de los mortales. Para costear tanto lujo, perfectamente representado en el palacete del barrio de Pedralbes que adquirieron en 2004, hicieron de todo. No solo llevar a cabo actividades criminales con el famoso instituto Nóos que montó Urdangarin junto a un profesor de ESADE, sino pedirle dinero al rey Juan Carlos.
Pedralbes es el barrio de las grandes fortunas financieras de Barcelona, y también de personalidades del showbusiness como Shakira o Joan Manuel Serrat. Además de villas de lujo, cuenta con los Pabellones Güell, las puertas ornamentadas de Antoni Gaudí que se encuentran a la entrada de los Jardines de Pedralbes, y el Monasterio de Pedralbes es un complejo gótico con jardines fragantes rodeado de calles adoquinadas.
La casa que destapó, al menos de puertas para adentro, el lujoso modo de vida de los entonces duques de Palma no era para menos. El palacete de Pedralbes tenía tres plantas sobre una superficie de 1.000 metros cuadrados, piscina con agua de mar, bodega, cancha de tenis, ascensor, escaleras exteriores y un bonito terreno ajardinado de 2.000 metros cuadrados, con todas las medidas de seguridad (cristales a prueba de bala, circuito cerrado de televisión) que necesitaban los entonces duques de Palma. De hecho, reformaron por completo el palacete para dejarlo a su gusto.
Los 'insiders' cuentan que a Cristina le obsesionaba el lujo, a pesar de su insistencia reciente en vestir con ropa deportiva. La propiedad debía ser impresionante, pues en la primera ocasión en la que la familia Borbón se reunió allí para celebrar el 40 cumpleaños de Iñaki, se dispararon las sospechas. Lo cuenta la periodista Paloma García-Pelayo: desde esa fiesta en el palacete de 2008, el rey Felipe y la reina Letizia decidieron distanciarse de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, los que habían sido cómplices y aliados en la familia real.
Ninguno de los dos entendió el despliegue de lujo y poderío económico que vieron en Pedralbes. Estaba en las antípodas de lo que ambos entendían como razonable. A partir de ahí y hasta el estallido del caso Nóos, las muestras de distanciamiento entre las dos parejas menudearon.
Todo ocurrió de puertas para adentro, pues el enfriamiento público no comenzó hasta que se publicaron las primeras noticias sobre la corrupción de Urdangarin, en 2013. En noviembre de 2012, en una hospitalización del rey Juan Carlos en la clínica Quirón, Felipe exigió no coincidir en la foto con Cristina e Iñaki y hasta retrasó su visita para no encontrarse con ellos.
En 2014, durante la celebración del 50 aniversario de la muerte del rey Pablo de Grecia, padre de la Reina Sofía, Felipe y Letizia apenas le dirigieron la palabra a la infanta Cristina y hubo malas caras, sobre todo por parte de Letizia. Entonces ya se decía que su sospecha sobre los negocios corruptos de Urdangarin venía de largo: quedaba patente que el estilo de vida de la pareja fue la razón por la que se produjo la ruptura definitiva con los actuales reyes.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?