LO QUE PIDES, LO QUE TE LLEGA
LO QUE PIDES, LO QUE TE LLEGA
La reunión a estas alturas de febrero de los reyes Felipe y Letizia con Annie Leibovitz continúa siendo un misterio: ¿por qué no acudió la renombrada fotógrafa el pasado noviembre, cuando se inauguró la exposición y los famosos y polémicos retratos ocuparon su lugar en la sala de Banco de España? Cuestiones de agenda, se supone, aunque la presencia de los reyes con su retratista relanza la disponibilidad pública de las fotografías más allá de lo previsto. La anunciada fecha de cierre de la muestra, el 29 de marzo, se prorroga al 31 de mayo.
Más de 27.000 personas han visitado ya La tiranía de Cronos de manera gratuita, pero con reserva previa, convirtiéndola en la exposición más exitosa en la historia de Banco de España. El interés por contemplar en vivo y en directo los históricos retratos de Annie Leibovitz persiste y, de hecho, anima a replantearse esa decisión de confinar las fotografías de Felipe VI y Letizia Ortiz a la sala del consejo de gobierno de la institución. ¿Por qué no mantenerlos a la vista de la ciudadanía?
Cuestiones polémicas como esta quedaron sin duda fuera de la conversación de Felipe y Letizia con la fotógrafa Annie Leibovitz, al encontrarse en la Plaza de Cibeles. El saludo inicial ya confirmó la familiaridad y sencillez del trato, pues el Rey recibió a la estadounidense con un llano 'Hola, ¿cómo estas?' y esta contestó con un 'Encantada de verte, Felipe'. Con la reina, evidentemente, el cariño fue a mayores y se abrazaron y se dieron dos besos, a la española.
El cariñoso saludo entre la reina Letizia y Annie Leibovitz. /
Contemplar este encuentro de la fotógrafa estadounidense y los Reyes explica, pese a las limitaciones que suelen existir en los eventos de Casa Real, mucho más sobre sus polémicos retratos. La indumentaria elegida por Annie Leibovitz no puede ser más expresiva de su talante a la hora de reunirse con los representantes de la Corona española: llevó chaleco acolchado negro sobre un traje del mismo color y zapatillas de senderismo. Ni una concesión a la solemnidad de la mañana, aunque con su preciosa cabellera canosa perfectamente peinada.
La reina Letizia también llevó a la cita su conocido traje rojo de Carolina Herrera, aunque elegantemente combinado con zapatos de tacón y bolso lady. Aún así, al situarse frente al impresionante retrato que realizó Leibovitz, en el que la reina aparece como una imponente estrella de Hollywood o más allá, se producía una simpática disonancia cognitiva. La misma que los memes virales han resumido en el ya clásico: «Lo que pides, lo que te llega», aludiendo a hasta qué punto se embellecen prendas y productos para su venta a través de las pantallas.
Efectivamente: la diminuta Letizia sencillamente vestida con su uniforme de trabajo apenas nada tiene que ver con la desafiante mujer con capa que, en el retrato de Annie Leibovitz, se deja bañar por una luz de otro mundo. Es probable que algún comentario acerca de esa grandiosidad se deslizara en la conversación que la fotógrafa mantuvo con los Reyes frente a sus fotos, aunque no se pudo captar gran cosa. Eso sí: los Reyes observaron sus propios retratos con minuciosidad y se hicieron confidencias sotto voce.
Los reyes Felipe y Letizia contemplaron sus retratos durante varios minutos, juntos y por separado. /
Como suele pasar en los eventos reales, tan insatisfactorios por no ir más allá de un posado mudo, los periodistas acreditdos trataron de preguntar a los reyes Felipe y Letizia alguna cuestión inane, como si les habían gustado los retratos de Leibovitz. El rey se limitó a a excusarse en que no eran ellos los indicados para contestar. La reina, como siempre más comprensiva con sus ex compañeros, asintió con la cabeza sin querer decir con palabras ni lo uno ni lo otro. No deja de asombrar esta manera de parapetarse en la parquedad de unos monarcas que, en esta falta de naturalidad, sí parecen de otra época.
Lo cierto es que el paso de estos meses ha colocado los retratos de los reyes Felipe y Letizia más allá de la viralidad que disfrutaron y, por fin, en el contexto para el que fueron pensados: una exposición que, no en vano, se titula La tiranía de Cronos. O sea, la inexorabilidad del tiempo. Salta ahora a la vista que Leibovitz quiso inmortalizar a los monarcas españoles precisamente fuera de su tiempo y, acaso, en un lugar en el que ya no hubiera reloj. ¿Acaso no aparece el rey en el cliché del resto de los soberanos de la Historia?
Para Letizia Ortiz, sin embargo, no hubo una eternidad representada con los símbolos eternos de las monarquías, sino mediante un universo icónico mucho más republicano: el de las inmortales estrellas de Hollywood. Sin linaje, es cierto, pero dotadas de un tipo de eternidad mucho más afectiva que no se transmite en los libros de historia, sino a través de los humildes relatos de la cultura popular: las fábulas, las películas, las revistas.