Cómo ha conseguido Camilla que Letizia se reúna con los Borbones en Windsor: el homenaje privado de los reyes a Constantino de Grecia

No entraba en las quinielas de casi nadie una nueva reunión de los Borbón, aunque la ocasión sin duda justifica la sorpresa. Los reyes Felipe y Letizia, la reina emérita Sofía, Irene de Grecia y la infanta Elena, desde Madrid; la infanta Cristina, desde Ginebra; y el rey Juan Carlos, desde Abu Dabi, asistirán a la misa en memoria de Constantino de Grecia cuando se cumple algo más de un año de su fallecimiento. Se celebrará en Windsor, en la capilla de San Jorge, a petición de los reyes Carlos y Camilla.

Una vez más, tenemos que constatar el enorme poder de convocatoria que posee la familia real británica, cuyos miembros son poco dados a responder a las invitaciones que le cursan otras monarquías. No existen tantas ocasiones de situarse bajo la la sombra protectora de la monarquía británica, una máquina de influencia y legitimidad de incalculable valor. Cada vez que Carlos y Camilla llaman , las familias reales europeas acuden.

Además del privilegio de ser llamado a suelo británico por los Windsor, los reyes Felipe y Letizia juegan otra carta que no debe pasar inadvertida: la de visibilizarse como la otra gran monarquía con historia imperial en su biografía y la única capaz de compararse en términos de trascendencia cultural con la británica. En este sentido, Reino Unido y España juegan en otra liga y los monarcas españoles no pierden la ocasión de subrayarlo con su siempre imponente presencia.

En este contesto se entiende mejor que la química entre el rey Carlos y la reina Letizia no es nada circunstancial, sino una deferencia que supone un reconocimiento a la distinción que merece la monarquía española. En la misa en recuerdo por el rey Constantino será la reina Camilla la que presida el servicio religioso, ya que el monarca está convaleciente. Sin embargo, se espera su presencia en el almuerzo posterior, en el que podrá departir con las dos familias reales más próximas a los Windsor.

Previsiblemente, la familia real griega acudirá prácticamente en pleno a la cita con los reyes Carlos y Camilla para honrar la memoria del rey Constantino. Si se suministran fotografías de la gran reunión royal, en principio considerada un evento privado en las agendas oficiales, podríamos volver a contemplar a la reina Letizia y Marie-Chantal Miller, ya congraciadas después de su encuentro en el funeral del monarca griego en Atenas. Otra foto significativa podría reunir a la reina Sofía y el rey Juan Carlos, a los que solo hemos visto juntos cuando el protocolo les ha obligado a sentarse el uno al lado del otro.

En realidad, el interés principal de este viaje de los Borbón a Reino Unido radica, precisamente, en la constatación de una nueva reunión del grueso de la familia del rey. Apenas queda ya nadie que continúe sosteniendo la existencia de un cordón sanitario entre los eméritos y los monarcas españoles y sus hijas, sino más bien un plan inteligentemente trazado para normalizar el funcionamiento de la institución después de un acontecimiento tan traumático como el de la abdicación de Juan Carlos I.

Tras la reciente reunión de los Borbón con motivo del 60 cumpleaños de la infanta Elena , parece evidente que la familia trata de restañar las heridas provocadas por los distintos escándalos, financieros y sentimentales y seguir adelante. El cisma principal, el que separó a padre e hijo, ha quedado evidentemente salvado y ya se considera adecuado que se visibilice el restablecimiento de relaciones de carácter privado.

Gracias a los reyes Carlos y Camilla, los Borbón disponen de una nueva ocasión de cultivar y mostrar cierta normalización de las relaciones familiares, algo que sin duda beneficiará a la tercera generación de la institución. Cada una de estas citas familiares permite ir aplacando las tensiones.

Una década después de la abdicación del emérito Juan Carlos, ya puede decirse que toda la familia Borbón tiene clara su posición y el papel que juega a efectos institucionales: ninguno. Eso no significa que la familia desaparezca, al contrario. Constatar que los afectos familiares existen y circulan con normalidad redunda también en beneficio de la institución, pues la ciudadanía quiere ver en sus monarcas la calidad y calidez humana que querría para su propia familia.

Nadie espera ya ver fotos de complicidad entre la reina y las infantas Elena y Cristina. Lo que ya no se entiende tanto es la resistencia a aceptar el papel trascendental de la reina Letizia en la superación de la última crisis que ha vivido la Corona española. Su resiliencia merece un reconocimiento, como ha sabido ver la reina Sofía. También debería visibilizarse por parte del resto de la familia del rey.