Una turbulenta vida personal

Alberto II de Bélgica cumple 90 años: un amor secreto, papeles de divorcio y el escándalo de su hija ilegítima

El padre del actual rey Felipe de Bélgica se negó durante 50 años a reconocer la paternidad de la princesa Delphine, fruto de su relación con la baronesa Sybille de Selys.

Alberto II de Bélgica y la reina Paola en una imagen de archivo. / GTRES

Jorge C. Parcero
Jorge C. Parcero

En octubre de 2020 se firmaba la paz en el seno de la Casa Real belga . El largo escándalo que había sacudido los cimientos del país llegaba a su fin cuando el ya rey emérito Alberto II se reunía con la hija que había engendrado fuera del matrimonio hacía más de medio siglo y que se había negado con uñas y dientes a reconocer. En un momento para la Historia, el monarca y su esposa, la reina Paola, recibieron en su residencia del castillo de Belvedere, a la princesa Delphine , fruto de la antigua relación extramatrimonial de Alberto con la baronesa Sybille de Selys.

«Después del tumulto, del sufrimiento y del dolor, ha llegado el momento del perdón, de la curación y de la reconciliación», dijeron los tres en un comunicado conjunto emitido por el Palacio Real dos días después de la reunión. «Juntos hemos decidido emprender este nuevo camino. Requerirá paciencia y esfuerzo, pero estamos decididos», afirmaron entonces.

Tan solo un mes antes de aquel encuentro, un tribunal belga había fallado a favor de Delphine Boël, ahora Delphine Sajonia-Coburgo-Gotha, y la había reconocido oficialmente como hija del rey Alberto II, algo que el anciano monarca había tratado por todos los medios de evitar desde que se hicieron públicos los rumores de paternidad en 1998.

La royal, que ahora tiene 56 años, dijo a los medios de su país que acudir a la vía judicial fue una forma de obtener el reconocimiento de la familia y el amor de un padre que durante demasiado tiempo la había tratado con frialdad y se había enfrentado a ella en los tribunales. Aquel fue uno de los puntos más bajos en la turbulenta vida personal del que fuera rey de los belgas, que cumple 90 años gozando de buena salud, pese a un reciente susto durante unas vacaciones en el sur de Francia.

Una tragedia familiar y una belleza llegada de Italia

Albert Felix Humbert Theodoor Christiaan Eugène Marie, príncipe de Lieja, nació el 6 de junio de 1934 en el castillo de Stuyvenberg, en Bruselas, como hijo menor del rey Leopoldo III y de su primera esposa, Astrid de Suecia. Tenía dos hermanos mayores: Josephine Charlotte y Balduino. Cuando el pequeño Alberto tenía tan solo un año, su madre Astrid falleció en un trágico accidente de coche. Sus tres hijos serían criados por diferentes institutrices y posteriormente por su madrastra Lilian Baels.

Debido a la Segunda Guerra Mundial, Alberto pasa gran parte de su juventud en el extranjero. En 1951, su hermano mayor Balduino llega al trono a los 20 años al abdicar su padre, en un intento de restablecer la estabilidad política en Bélgica. En 1958, en la ceremonia de coronación papal de Juan XXIII, Alberto conoce a Paola Ruffo di Calabria, perteneciente a una antigua familia aristocrática italiana. Toda la nación belga está encantada con su historia de amor, que permite a sus compatriotas superar la tristeza por la muerte de la reina Astrid .

Alberto Bélgica y Paola de Bélgica en la imagen de archivo. / gtres

Pronto la prensa de su país se rinde a los encantos de Paola. «La amabilidad y la belleza de la princesa rubia del Sur conquistaron rápidamente los corazones belgas», informaron entonces los periódicos. La boda se celebra el 2 de julio de 1959 y es seguida en todo el país. La ceremonia se retransmite incluso por televisión. Paola, de 21 años, llora al dar el «sí» a Alberto. Ambos tienen tres hijos: Felipe, Astrid y Laurent.

Pero su boda de cuento de hadas pronto se convierte en un recuerdo lejano al surgir insistentes rumores sobre las relaciones extramatrimoniales de Alberto. La pareja vive separada en el castillo de Belvedere y se rumorea que los papeles del divorcio están listos para firmar. Sin embargo, la pareja endereza las cosas a principios de los años 80. Existen diferentes versiones sobre quién salvó el matrimonio. Se cree que el difunto rey Balduino y el cardenal Suenens desempeñaron un papel de mediadores. Otros afirman que fue su hija Astrid la que tuvo un rol crucial a la hora de unir de nuevo a sus padres.

En una poco habitual entrevista con motivo de su 70 cumpleaños, Paola abordó brevemente el tema. «Tuvimos nuestros problemas, pero ahora nos decimos que estamos hechos el uno para el otro. Ahora somos realmente felices», dijo en aquel momento.

Ascenso al trono y la polémica de la paternidad

En 1993, Alberto se convierte en el nuevo rey de los belgas tras la repentina muerte de su hermano Balduino. Pronto se vio que era radicalmente opuesto a él. Aficionado a las motos, extrovertido y amante de la buena mesa y del vino, chocaba con la imagen de su hermano, profundamente religioso y de costumbres austeras.

Para su desgracia, no pasó mucho tiempo hasta que su hija ilegítima y su más sonada infidelidad le pusieron en el ojo del huracán. En 1999, un joven de tan solo 18 años, Mario Danneels, presenta una biografía sobre la reina Paola . En el libro, revela que el rey tuvo un romance con una baronesa, Sybille de Selys, y que ambos tuvieron una hija en 1968, Delphine Boël.

La única vez que Alberto hizo una pequeña referencia al asunto, fue en su discurso de Navidad de 1999. «La reina y yo hemos pensado en la crisis que atravesamos, hace ahora 30 años. Esta crisis se ha puesto de relieve recientemente. No deseamos profundizar en ello, forma parte de nuestra vida privada».

Alberto de Bélgica apoyándose en la reina Paola. / gtres

Pero aquella 'crisis' fue en realidad una historia de amor en toda regla entre el monarca y la aristócrata. Alberto quiso incluso casarse con ella, pero la alternativa era renunciar al Trono, algo que no estuvo dispuesto a hacer. La baronesa conoció al entonces príncipe Alberto en el verano de 1966 y menos de dos años después dio a luz a Delphine, a la que solo cuando tenía 17 años habló de la verdadera identidad de su padre.

En una entrevista de 2013 con el canal flamenco Vier rompió su habitual discreción para echar la vista atrás y reconocer que «Delphine es una hija del amor», añadiendo que su bebé «se parecía como dos gotas de agua» a Alberto. También confesó frente a las cámaras que «el parto, que debería ser un momento feliz, para mí no trae buenos recuerdos». Mientras estaba en el hospital, su amante le envió 24 rosas rojas y las visitaba a ella y a su hija a menudo. La baronesa recordaba que el futuro rey se «preocupaba mucho» por la niña, aunque no era afectuoso con ella.

Las maniobras de la princesa Delphine

Mientras su ahora reconocido padre vive una existencia tranquila y alejada de los focos –su última aparición pública fue la pasada Semana Santa– la princesa Delphine reclama ahora su espacio dentro de la Familia Real y ha denunciado el maltrato que recibe en comparación con sus hermanastros.

Paola de Bélgica junto a su marido Alberto II. / GTRES

Argumentando que quiere los mismos derechos que ellos, Delphine escribía a finales de 2023 una carta al Primer Ministro belga Alexander De Croo, que se filtró a la prensa. La misiva se hacía pública pocos días después de la celebración del Día del Rey, al que la princesa no fue invitada, a diferencia de los príncipes Laurent y Astrid. Sin embargo, De Croo declaró a los periodistas que, a diferencia de otros miembros de la familia real belga, ella no ocupa «ninguna función oficial», lo que justificaría que fuera invitada a determinadas ceremonias.

Para Delphine, sin embargo, «se trata simplemente de una cuestión de respeto», subrayó su abogado Marc Uyttendaele. «Mi cliente lleva meses preocupada por su papel en los actos oficiales. Le llama la atención que solo la inviten a unos pocos, e incluso allí se la trata de forma diferente a su hermano y su hermana». También quiso dejar claro que las exigencias de su cliente no estaban motivadas por una cuestión económica. «Como dijo cuando se convirtió oficialmente en princesa, no tiene intención de pedir nada en términos de dinero», aseguró sobre una Delphine que no ceja en reclamar un mayor papel institucional.