Carlos III de Inglaterra en una imagen reciente. /
Hace 30 años, el 26 de enero de 1994, Carlos de Inglaterra pudo haber fallecido, con 45 años, y el trono de Inglaterra habría quedado en manos de su hijo de 11 años, el príncipe Guillermo . Siguiendo esta progresión, si la reina Isabel hubiera fallecido antes de la mayoría de edad de Guillermo, el príncipe Andrés , duque de York, se hubiera convertido en regente, hasta que el heredero cumpliera 18 años. Y la historia habría sido otra muy distinta. Pero volvamos a aquel día en el que todo pudo cambiar.
El príncipe Carlos trataba de rehabilitar su figura tras los escándalos de su matrimonio con Diana y quería mostrar su capacidad como heredero y su cercanía con la gente. Sin embargo, un estudiante de 23 años, de origen camboyano, David Kang, pareció, por un momento, dar al traste con todo aquello. Kang le disparó casi a bocajarro a Carlos durante una visita a Sidney, en un acto de entrega de premios a varios niños, frente a 20.000 personas. Las balas eran de fogueo, pero aquel momento heló la sangre a los que lo presenciaron y destacaron el aplomo del príncipe, que no perdió la compostura en ningún momento y, momentos después, pronunció el discurso que tenía previsto.
Tres décadas después, la prensa británica recuerda aquel episodio que pudo haber cambiado la historia del Reino Unido, cuando el hoy rey se está recuperando de una sencilla operación de próstata en un hospital del centro de Londres. En aquella ocasión se cumplían 25 años desde su investidura como príncipe de Gales y salía de una oscura época de escándalos tras su matrimonio con Lady Diana Spencer . Su actitud ante el agresor reforzó su imagen.
En aquel 26 de enero, Carlos, de visita en Darling Harbour, en Sidney, Australia, se estaba preparando para entregar unos premios a unos escolares, cuando un joven de 23 años subió al escenario del gran parque deportivo en el que se celebraba el encuentro, y se acercó a pocos pasos del entonces heredero, y realizó dos disparos.
El mundo entero retuvo la respiración, pensando en lo que podía haber ocurrido. Pero el príncipe sorprendió por su tranquilidad y sangre fría, mientras el pistolero era inmovilizado por los guardaespaldas en el suelo, y poco después, Carlos continuó leyendo su discurso como si nada hubiera pasado. Desde entonces se le asignó en la prensa popular el sobrenombre de «Su Alteza Frialdad».
El joven detenido explicó que quería llamar la atención sobre la situación de los camboyanos en los campos de refugiados de Australia, que entonces llegaban por centenares a las costas para pedir asilo. Parece que Kang también sufría una depresión. Fue sentenciado a 500 horas de trabajo comunitario.
Las grabaciones de la época muestran a Carlos reaccionar con calma a los disparos de Kang, antes de que asaltara el escenario, ante la mirada horrorizada de los asistentes. El guardaespaldas de Carlos, Colin Trimming, empuja a Carlos para retirarle de la escena, antes de lanzarse sobre el pistolero. A continuación, se plantó delante del príncipe de Gales como un escudo humano.
Tiempo después, se desató una polémica sobre quién era responsable de aquella situación y por qué no se había detenido antes al agresor. Pero el propio Palacio de Buckingham había solicitado no colocar policías en el escenario, entre Carlos y el público. Quedó claro que el nivel de seguridad había sido acordado con Buckingham. Afortunadamente el arma era una pistola de fogueo.
En la actualidad, Gang está casado y tiene dos hijos y trabaja como abogado en Sidney. En unas declaraciones a la prensa, hace unos años, aseguró que no quería «hacer daño a nadie». Sin embargo, esta no fue la primera vez que Carlos era el objetivo de una agresión.
En 2001 una estudiante le abofeteó en la cara con una rosa durante una visita a Riga, en Letonia. Se llamaba Alina Lebedyver y aseguraba que se trataba de una protesta contra la guerra de Afganistán. Fue acusada de poner en peligro la vida de un dignatario extranjero y condenada a 15 años de prisión. Carlos pidió clemencia y la condena fue reducida, mientras la joven era puesta bajo la supervisión de su madre.