tragedia y separación
tragedia y separación
Cuando Isabel Preyler anuncia su ruptura con Mario Vargas Llosa desvela que el escritor se despide de la totalidad de su mundo. Desde su presencia, hasta su familia. Esto incluye a Tamara Falcó, con quien compartía una especial complicidad después de los ocho años que ha pasado junto a su madre.
La ruptura afecta directamente a Tamara por el cariño latente, un sentimiento que le llevaba a rememorar a su padre, Carlos Falcó. «Era como un niño pequeño hasta cuando falleció, y no me refiero a inmaduro, me refiero a esa curiosidad. De hecho, en algunos aspectos Mario me recuerda mucho a él porque también ha conservado eso», describe en su documental Lazos de Sangre.
A Tamara le parece admirable la capacidad de aprender, sin importar la edad o estatus. Mario, ganador del Premio Nobel de Literatura, sigue interesado a sus 86 años por las personas que le rodean, lo que ha enternecido a la hija de su ex pareja (según ella misma ha confesado en entrevistas).
Se convirtió en uno más del clan Preysler, y ese atributo puede ser más poderoso que un título. Con ellos ha probado el lujo y, entre otras cosas, ha descubierto quién era Jimmy Choo. Fue un octogenario que se adentró en una nueva dimensión para él, donde los zapatos tenían nombre y apellido.
Este 2022 Tamara Falcó ha vivido su gloria y su dolor, todo televisado. Lo bueno: La marquesa, su documental de Netflix. Allí compartió que la cocina es su gran sueño, que la moda la une a su madre (su interés máximo: la elegancia), y que Mario Vargas Llosa encuadraba a la perfección con toda la escena.
Por ejemplo, aparecen los tres de viaje en Nueva York, pero con planes muy diferentes. Él respeta que ellas paseen por las tiendas de Estados Unidos y madre e hija entienden que él es feliz esperando en el hotel. Así puede leer.
Con el tiempo, surgen las charlas de convivencia. Descubren esas particularidades que salen cuando uno pasa de ser un invitado a tener una silla recurrente, en un sitio concreto de la mesa. El peruano confiensa, casi con pudor, que le horrorizan las pepitas. Algo tan pequeño hace que descarte una fruta. Si la chef recibida en Le Cordon Bleu se sienta a tomar un postre con Mario, no puede ser un kiwi.
En los episodios se descifra el cariño genuino entre Tamara y la pareja de su madre. «Mario ha resultado ser un compañero maravilloso. Te hace sentir como si tú fueras la persona más importante», afirma. A veces, basta solo con acompañarse, cuando hay una gran intimidad no son necesarias las palabras.
No obstante, Mario se ha mostrado fascinado por las dotes culinarias de Tamara. Una pasión que se coronó cuando ganó MasterChef Celebrity. El premio Nobel, que asistió a la final del programa para mostrar su apoyo, admitió que los platos de la marquesa de Griñón le habían dejado mudo. «Ella suele ser más voluble, pero esto se lo ha tomado con gran seriedad», asegura.
En el documental suelta una frase que, después del alboroto de los últimos meses, recobra otro sentido. «Mis cuarenta acaban de empezar y vienen cargaditos de cambios», comenta. Lo confirma en su 41 cumpleaños. Meses después, el anuncio de la boda y horas más tarde, la separación. La infidelidad de Ínigo Onieva no tenía perdón de Tamara; ni aquí ni en el metaverso.
Mario era el « máximo apoyo» de Isabel (aunque no se querían casar, porque ella no lo veía necesario), y la reina del papel couché era el mayor soporte de Tamara. La recuperación de Tamara Falcó es un trabajo en cadena.
Al escritor le decepciona Ínigo Onieva, pero siempre evita meterse. «Yo no opino», dijo a Europa Press. Ella se toma su tiempo y se sobrepone. «Tamara está mucho más tranquila. Acaba de estar en Lourdes y ahora ha regresado y está muy contenta y tranquila», reconoce tras la peregrinación de la hija de Carlos Falcó.
El roce hace el cariño y todo lo contrario, nunca se sabe que saldrá a relucir; y la marquesa es la única hija de Isabel con la que ha convivido el escritor de La ciudad y los perros. En el caso de Tamara Falcó y Mario Vargas Llosa nació una bonita amistad.
Ya se han memorizado las peculiaridades del otro. Mario descubrió que Jimmy Choo era una reconocida marca de zapatos. Ella, la literatura. Por eso, cuando en el documental Mario sostiene la primera edición de la traducción al inglés de Salambó, ella apunta: «¡Madre mía, Flaubert, tu favorito!
A Tamara Falcó se le aplaude por su espontaneidad, que abre las cortinas de un mundo poco diáfano: ¿cómo son realmente los aristócratas? En el programa Mi casa es la tuya, de Telecinco, ofrece un retrato en un par de frases: «Mario le hace mucho bien a mami. Ella era de ir en opulencia en opulencia y él le hace coger un taxi e ir al cine. Mario le hace vivir la vida».
Los dos quedaron fascinados por el otro. A Tamara le sorprende la disciplina de Mario: «Es muy madrugador. Todos los días hace una hora de ejercicio, una especie de gimnasia oriental, luego se ducha y está escribiendo hasta la una. Yo pensaba que vivir con un premio Nobel era un aburrimiento, pero no. Como es escritor, le gusta hablar con todo el mundo, con el jardinero». Ella lo ve «tan superior intelectualmente» y a la vez percibe que el peruano «no le hace sentir a nadie que es menos».
Mario queda obnubilado por lo contrario a su orden, por el «espíritu emprendedor y optimista» de Tamara. Hasta ha afirmado que sería «una actriz muy exitosa». «Sobre todo en esas comedias ligeras que encantan a los ingleses y al público en general», apostilla. «Siempre está de buen humor y siempre risueña», concluye. Solo ellos sabrán cómo afrontar esta ruptura colateral, la suya.