La entrevista de Vicky Martín Berrocal a Victoria Federica: las claves de su renuncia al apellido Borbón

Dicen que hablamos y escribimos como leemos. De ahí que los adolescentes repitan constantemente latiguillos y lugares comunes, mientras van adquiriendo mundo y recursos. Vicky Martín Berrocal es muy consciente y, ejerciendo de entrevistadora-madre, quiso apuntalar las frases de Victoria Federica de Marichalar cada vez que quedaban deshilachadas en el aire (o sea, constantemente). Solo cabe preguntarse por qué chicas que apenas han empezado a vivir son obligadas a comparecer en entrevistas que deben aportar, al menos, ingeniosa chicha.

«Somos como amigas y quiero que la gente sepa la mujer tan maravillosa que eres», le dice Vicky Martín Berrocal a su invitada royal. «No tengas miedo de nada, porque conmigo no tienes que tenerlo», la tranquiliza. Se intuye que la batería de preguntas fue pactada, pero aún así la modista oficial del Madrid de Isabel Díaz Ayuso se esfuerza por suplir a la hija de la infanta Elena cada vez que se queda sin palabras. Por ejemplo, cuando explica por qué abrió sus redes sociales.

«Estaban sacando cosas mías y yo dije: 'Igual si me abro las redes yo enseño lo que quiero enseñar de mí e igual ya no me dan tanta caña y...'». Ahí la ayuda Vicky Martín Berrocal: «Claro, entonces tú querías coger el control de la situación». Y continúa Victoria Federica: «Claro, más o menos yo quise, como, lo que tú dices, coger el control de la situación porque veía que se iba de madre y decían un montón de cosas que al final me afectaban a mí. Y al final he podido sacarle hasta, mmmm, cómo…». De nuevo entra Berrocal: «Claro, es un trabajo».

Gracias a que Victoria Federica, sobrina y nieta de reyes, ha mostrado por fin sus talentos ante la cámara, comprobamos el 'cacao maravillao' mediático en el que se encuentra. Admite que a veces siente que «vive enjaulada» pero graba un programa de televisión multimillonario. Hace vacaciones en Ibiza pero no sale o, si lo hace, «solo hasta las doce». Confiesa que es «súper cortada y tímida» y a renglón seguido reconoce que no le cuesta hacer amigos.

La conversación fluye, pero con momentos cercanos a un diálogo para besugos. «¿Eres muy tú ahora mismo», viene a preguntar, filosófica, Vicky Martín Berrocal. «Sí que es verdad que igual no soy al cien por cien yo, pero sí soy mucho más yo que con alguien que no conozco», responde Victoria Federica. ¿Se le pueden pedir a una niña zangolotina certezas sobre su existencia? No tiene edad ni consistencia de tener ninguna. ¿Por qué no han hablado de toros, música y moda?

«¿Eres verdad?», le insiste Vicky Martín Berrocal un poco más tarde. Junto a eso tan gaseoso de «tener valores», la autenticidad es uno de los conceptos-faro que se manejan en la alta sociedad de redes, plazas de toros y noches de bohemia. Victoria Federica expone claramente que no confía en la gente, que tiene miedo de que las personas «vengan por el interés». Se entrevé un estrato social en el que una no se relaja si no está en un ambiente híper controlado.

« La fe es súper importante para mí y no me escondo en decir esto», admite la sobrina del rey en un momento de la entrevista. «¿Crees en Dios?», inquiere la entrevistadora. «Creo en Dios», dice Victoria Federica. ¿Vas a misa?», quiere saber Vicky Martín Berrocal. «Todo lo que puedo. Igual no….». Otro capote de Berrocal: «¿Lo que te gustaría?». Vic asiente: «No voy todos los domingos, pero intento escaparme algún día».

Es difícil, muy difícil, no decir la verdad. Ante una cámara resulta prácticamente imposible. Y aunque Vicky Martín Berrocal puso todo de su parte para que Victoria Federica saliera airosa de su primera entrevista, la transparencia transparentó en contados momentos. Por ejemplo, cuando Vic dijo: «Cuando me miro al espejo yo veo una niña joven que se quiere comer el mundo, que quiere comerse la vida». No tanto cuando habló de la relación con su madre, a la que admira hasta el punto de querer «ser como ella». Curioso: que levante la mano la que a los 20 años soñaba con parecerse a su madre.

Bien puede ser que Victoria Federica, también al hablar de su madre, se hiciera un lío entre lo que dice, lo que piensa y lo que hace. Insistimos: pedir coherencia a una joven de 23 que ha tenido la suerte de vivir entre algodones es de recién llegados. Lo cierto es que al hablar de la relación que mantiene con la infanta Elena, bajo cuyo techo aún vive, nos regaló la declaración más sorprendente de la entrevista.

«La relación con mi madre es como una relación madre hija normal», dijo. «¿Sois amigas?», le pregunta Berrocal. «Sí, somos muy amigas. Bueno, muy amigas… La verdad es que tenemos momentos muy buenos. Para mí, el mejor… Bueno, todos son buenos momentos, pero cuando montamos a caballo... eeeeeh… Bueno, yo ya he dejado de montar. Pero cuando montábamos a caballo juntas».

La cuestión de la verdad, esa ansiedad por «ser verdad» que comparten Vicky y Vic, hay que buscarla de momento en otros lugares que no sean los puramente discursivos. Por ejemplo, en la forma en la que la sobrina de los reyes Felipe y Letizia ha querido presentarse en este su debut mediático por la vía de un podcast. No la llamemos ya Victoria Federica ni recurramos a sus apellidos, Marichalar y Borbón, La influencer se ha descargado de la responsabilidad de representar a la familia del rey en los medios de comunicación y se limita a ser Marichalar. Como Simoneta es Gómez Acebo y María es Zurita.

Alguien dirá: Victoria Federica no necesita recurrir al Borbón para que sepamos que es familia real. Sí, pero despojarse de su segundo apellido, ese que tan bien podría venirle en su inminente carrera como comunicadora en televisión, es de valientes. Recordemos lo mucho que Tamara Falcó celebró quedarse con uno de los títulos de su padre, el de marquesa de Griñón, no solo en recuerdo y homenaje sino por su proyección para los negocios. A Victoria, sin embargo, el Borbón le sobra. Ella prefiere el margen de maniobra que permite ser una Marichalar.