La Reina Isabel II vivió con gran energía y con muy buena salud hasta los 96 años de edad. Algo que, además de genética, ella misma buscó preocupándose desde que era joven por su alimentación, la cual cuidaba hasta el más mínimo detalle (igual que hace la Reina Sofía, con, entre otros, el alimento que no toma nunca ).
Aunque es una información que todos conocíamos, lo que se desconocía hasta que hace un tiempo se reveló es exactamente la dieta de la Reina Isabel. Una dieta que su chef privado y personal, Darren McGrady, reveló a la revista Hello! en una entrevista exclusiva que ahora se puede leer de forma abierta y que da todas las claves de la alimentación de la monarca, que es bastante curiosa, estricta y, sobre todo, muy sana.
Hacía cinco comidas diarias llenas de antioxidantes y no se privaba de (casi) ningún gusto, pues era fiel amante del chocolate y de algún que otro cóctel.
Una de las cosas que más llaman la atención de esta dieta es que desayunaba dos veces, a fin de coger más energía para aguantar el resto del día. Y en ninguno de esos desayunos se incluía (casi) ningún alimento procesado: todo estaba escogido al detalle.
El primer desayuno era ligero: tomaba una taza de té Early Grey, pero servido y preparado de una forma especial (que siempre era la misma, independientemente de cuándo lo tomara): la Reina nunca tomaba bolsitas de té si no una infusión de estas hierbas que se servía con un colador desde una tetera. Agregaba leche templada y lo mezclaba con movimientos circulares sin tocar los bordes de la taza porque no le gustaba el ruido. Y ello sin azúcar ( siempre sin azúcar). En el desayuno, acompañaba el té con unas tostadas con mermelada y mantequilla servidas en pan sin corteza, tal y como ha dicho su ex-chef.
En el segundo desayuno estaban presentes el arenque o el abadejo ahumado. El primero es, de hecho, uno de los pescados azules con más omega-3 y menos mercurio , por lo que es perfecto para tomar. Lo acompañaba de cereales integrales o yogur.
A la hora del almuerzo intentaba, si no tenía eventos, tomar cosas livianas. De hecho, el pescado con verduras al vapor era una de sus comidas favoritas. Además, de acuerdo al que fue su cocinero en palacio, intentaba evitar alimentos ricos en almidón como la patata, la pasta o el arroz. En este sentido, le gustaba mucho un plato hecho a base de pescado con una capa de espinacas cocidas por encima.
En la hora de la merienda, de acuerdo a las informaciones públicas, la Reina Isabel II volvía a tomar té Early Grey acompañado de sándwiches de pan sin corteza. Y, de acuerdo a varios expertos en Casa Real, sus favoritos eran los de salmón con queso crema. Algo que corrobora Darren McGrady, pues afirma a Hello! que le gustaba consumir alimentos locales, como el salmón de Balmoral, del río Dee: «Siempre que lo ofrecíamos lo pedía, era uno de sus favoritos», confiesa.
En la merienda, en ocasiones, también cambiaba estos sándwiches por la tarta de jengibre o de chocolate y galletas, su favorita (sentía auténtica predilección por el chocolate negro).
Uno de los aspectos más curiosos de la dieta de la Reina Isabel es su cena. Las cenas de la monarca eran bastante especiales, pues tendían a ser más copiosas de lo que se recomienda. Intentaba tomar carne de caza para cenar como venado, faisán o cordero, ricos en proteínas y hierro. «La carne de caza le encantaba», confiesa el chef.
A pesar de que su dieta y su alimentación eran bastante equilibradas, la reina no dudaba en darse caprichos de vez en cuando: le gustaba terminar el día con algo dulce, como el chocolate. Y, de vez en cuanto, tomaba una copa de ginebra o Dubonnet, una bebida hecha a base de vino.