Si has leído algo sobre dietas milagro, seguro que has oído hablar de la dieta de la piña, una de las más conocidas por su efectividad para perder peso. Y es que si algo se puede decir de ella sin temor a equivocarse, es que si la sigues de manera estricta, pierdes peso. Hasta cuatro kilos en dos días, dicen sus adeptos. Aunque claro, no sólo pierdes grasa, sino que una gran cantidad de ese peso es líquido que acabas eliminando a través de esta dieta depurativa.
Existen dos versiones, una más estricta, en la que sólo se puede comer piña durante todo el día, y otra menos severa en la que puedes acompañar esta fruta con algo de proteínas, como la carne, el pescado o el huevo. La versión estricta funciona, claro que sí, si no comes, adelgazas, no hay más vuelta de hoja. Pero una dieta no debería medirse sólo por la cantidad de peso que pierdes, sino por la calidad de la alimentación que ofrece y cómo se adapta a tu ritmo de vida.
Para que resulte un plan saludable, tendría que ser una dieta baja en carbohidratos, con cinco comidas al día que incluyan proteínas, verduras y bastante agua, tomando siempre piña como fruta. Sólo en ese caso podría ser una dieta adecuada aunque muy aburrida, lo que puede hacer que sea muy difícil de seguir.
La modalidad de la que todos hemos oído hablar sólo deja comer piña como alimento solido y acompañarla con líquidos como el agua, infusiones y zumos naturales sin azúcar. Si sigues esta dieta pierdes peso, evidentemente, ya que sólo ingieres al día unos 2 gramos de grasa, 10 gramos de proteína, mil calorías y pequeñas dosis de calcio, hierro, zinc, vitaminas A, E y B y potasio. Algo completamente imposible (y desaconsejable) de mantener en el tiempo.
La versión menos severa de esta dieta ya es otra cosa. Se trata de una alimentación baja en carbohidratos, baja en calorías y azúcares y por supuesto que ayuda a bajar de peso, pero incluso así tiene sus pegas. La piña es una fruta muy saludable, pero eliminar de la ecuación en resto de frutas, con su aporte de vitaminas y su efecto antioxidante no es recomendable.
Su principal problema es que no es una dieta asumible en el largo plazo. Es cierto que se baja de peso rápidamente, pero porque no se ingiere alimento. En el momento en el que recuperas una alimentación normal, hace su aparición el efecto rebote. Y más en estas circunstancias, ya que cuando acostumbramos al cuerpo a vivir con pocas calorías, en el momento en el que le damos más, el organismo las almacena por si llegan momentos de escasez. Por eso se ganan más kilos.
Otro de los problemas de esta dieta radica en la misma composición de la piña. Se trata de una fruta muy propensa a las reacciones alérgicas que puede generar labios hinchados, hormigueo en la garganta e inflamación de la lengua, e incluso de la cara aunque en las versiones más severas pueden provocar asma o rinitis.
Se trata de una fruta muy ácida, lo que puede provocar llagas e irritación en la boca y la lengua, y también, problemas digestivos como acidez o reflujo, además de dañar el esmalte de los dientes. Además, en caso de embarazo, hay que tomarla con moderación ya que, aunque puede contribuir a aliviar las náuseas matutinas, pueden aumentar las contracciones uterinas en las primeras etapas de la gestación.