El ficus necesita calor y mucha luz. /
Al igual que ocurre con el poto o la monstera , el ficus es, quizá, una de las plantas de interior más típicas en nuestros hogares. Lo hemos visto desde pequeñas en casa de nuestras madres y abuelas y nosotras hemos mantenido la tradición de cultivarlas.
Más allá de su poder ornamental, el ficus es una planta muy agradecida, ya que es resistente, requiere pocos y sencillos cuidados, es perfecta para quienes quieren llenar su casa de vegetación pero tienen poco tiempo y, además, es una variedad que presenta una larga lista de beneficios para nuestra salud y la de nuestro hogar.
Como ocurre con otras variedades de interior muy resistentes como la lengua de suegra o Sansevieria , el poto es una planta que destaca por su poder natural de purificar y mejorar la calidad del aire en espacios interiores. Pero, además, en este caso, se trata de una planta que es capaz de absorber el calor de las estancias, refrescando nuestras casas durante los meses más cálidos.
Aunque estemos acostumbradas a ver los ficus como plantas de interior, en realidad esta especie de origen tropical es un árbol, por lo que, además de poder cultivarse en exteriores si se dan las condiciones adecuadas (climas templados o mediterráneos), es capaz de alcanzar una gran embergadura y un tamaño sorprendente.
El ficus necesita mucho sol directo. /
Precisamente esos orígenes tropicales, en concreto de las selvas de Asia e India, marcan de manera rotunda la exigencia más importante que debemos atender para que nuestro ficus crezca en todo su esplendor: sus necesidades de calor. De hecho, su temperatura optima se situa alrededor de los 20 grados constantes y, sobre todo, no tolera ni las heladas ni las corrientes de aire.
Por eso, necesitaremos prestar mucha atención a su ubicación. Además de la temperatura adecuada, el ficus necesita muchísima luz y requiere exposición directa al sol. De lo contrario, perderá sus preciosas y majestuosas hojas verdes. ¿Un truco? Plantarlo en una maceta que podamos girar o mover con facilidad para conseguir que los rayos le incidan de forma directa a todas las hojas por igual.
Otro de los cuidados a los que debemos prestar atención es al riego. Y en este punto, nuestro ficus nos lo va a poner muy fácil por su bajo nivel de exigencia. Tiene que ser moderado, porque no soporta el exceso de agua. De hecho, el mejor truco para saber cuándo hay que regarlo es comprobar que el sustrato está completamente seco antes de echarle agua.
«Si nos pasamos con el riego, veremos cómo las hojas inferiores de la planta comienzan a amarillear y caer. Pero ese no es el mayor de los problemas. En realidad, eso es solo el comienzo de la aparición de hongos que pueden dañar el crecimiento de la planta e, incluso, comprometer su vida«, recuerdan desde Verdecora.
Y esto enlaza directamente con el último punto importante que debemos atender en cuanto a cuidados del ficus se refiere: debemos asegurar que tenga un buen drenaje para evitar la acumulación de agua en sus raíces. Además, vigilaremos cada cierto tiempo que no tenga plagas de cochinilla o de araña roja.
Y un truco para que se muestre preciosa y que crezca bonita y majestuosa, es que la entutoraremos (pondremos una guía para que el tronco y las ramas no se venzan por el peso) e intentaremos lustrar y limpiar sus hojas regularmente con un trapo para que brillen y, además, capten mejor la luz.