el secreto está en el relleno
el secreto está en el relleno
Lo sabemos, el verano no es la época del año en la que más apetece encender el horno. Pero en jornadas como hoy merece la pena hacer una excepción y unirse a una de las celebraciones más importantes de la cocina italiana, el día internacional de la lasaña. Y aunque es un plato que admite rellenos de todo tipo, uno de los que más triunfan es el de carne, que gusta a todo el mundo y con el que conquistarás a tus invitados sin complicarte la vida.
Como buena parte de los platos que llevan relleno, la preparación de la lasaña de carne requiere cierta previsión, ya que el resultado es mucho mejor cuando hemos preparado el interior del plato con antelación. Y es que dejar todos los ingredientes del relleno se asienten y se enfríen ayuda a potenciar los sabores, lo que hará de nuestra lasaña de carne un plato insuperable.
El término «lagana» proviene de la época romana, aunque la práctica de hervir mezclas de agua y harina se remonta a la Edad Media. En el siglo XIII se sumó el queso a la receta, mientras que el huevo no se añadiría en la masa hasta el Renacimiento y el tomate apareció por primera vez en el siglo XIX en Nápoles. Fue en Bolonia donde nació la lasaña de carne que conocemos hoy, gracias a la receta que crearon unos restauradores originarios de esta ciudad.
La lasaña de carne tiene tres ingredientes protagonistas: la bechamel, el tomate y la carne. En este último caso, y como ya comentamos en nuestros trucos para hacer albóndigas, lo ideal es decantarnos por una carne con algo de grasa, para que el relleno quede más jugoso. Y una de las partes de la ternera ideales para conseguirlo es el solomillo de pulmón, más conocido como «pito de ternera».
En lo que respecta al tomate, nunca utilizaremos tomate frito industrial, ya que contiene demasiado azúcar que va a desvirtuar el sabor del relleno. Lo ideal es apostar por la passata di pomodoro que podemos encontrar en tiendas especializadas en productos italianos. Pero si no es posible, o preferimos optar por algo que tengamos al alcance de nuestra mano, el tomate triturado del supermercado también es una excelente opción.
Para una lasaña de entre cuatro y seis personas necesitaremos una cebolla, dos zanahorias medianas, una rama de apio, un diente de ajo, 600 mililitros de tomate triturado, 400 gramos de carne picada de ternera, 100 mililitros de vino tinto, orégano, una cucharada de azúcar, sal y un vaso de agua. Además de láminas de pasta que no necesitan precocción, para no complicarnos la vida, y encontraremos en la sección de refrigerados.
Para elaborar el relleno de la carne, que como hemos comentado previamente da mejor resultado si se hace con anticipación, deberemos comenzar picando la cebolla, el ajo, la zanahoria y el apio. Primero doramos en una sartén o cazuela grande la cebolla y el ajo, y cuando empiecen a transparentar añadiremos la zanahoria y el apio.
Una vez estén pochados, algo blandos, añadiremos la carne, que desmenuzamos con las manos mientras removemos con una cuchara de madera. Cuando cambie de color es el momento de añadir el vino, que dejaremos que se evapore. Mientras esto sucede, añadimos al tomate triturado el azúcar, y lo vertemos en la sartén o cazuela, a lo que sumaremos el vaso de agua y el orégano, aproximadamente una cucharada.
Cuando rompa a hervir bajamos el fuego y en un nivel medio dejaremos que el líquido se consuma y la salsa adquiera un aspecto consistente, para que el sabor de la carne y del tomate se fusionen junto al resto de los ingredientes. Este es el paso más importante de la receta porque, además de evitar que la salsa quede demasiado líquida y nos suponga un problema a la hora de montar la lasaña, servirá para dar forma al sabor principal de nuestro plato.
Si vamos a hacer la lasaña de carne para comer, la misma mañana podemos elaborar la bechamel, otra de las elaboraciones más importantes para que nuestra lasaña sea impecable. Para ello solo necesitaremos 50 gramos de mantequilla, 40 de harina y 600 ml. de leche entera. A fuego medio dejaremos que la mantequilla se funda y cuando ya esté líquida añadiremos poco a poco la harina, mientras removemos con una cuchara de madera.
Es importante tener paciencia y remover adecuadamente para que la mezcla no se queme, pero para que tampoco queden grumos. Una vez hemos acabado con la harina, procederemos a añadir toda la leche, que deberá estar a temperatura ambiente, y que ligaremos en el recipiente escogido, preferiblemente una sartén grande, con unas varillas metálicas.
Si al añadir toda la leche el resultado es demasiado líquido solo tenemos que dejar que se evapore, dejándola al fuego mientras removemos y la bechamel burbujea. El fuego deberá seguir siendo medio-bajo, para no correr el riesgo de que se queme. Y debemos ir probando para añadir sal y nuez moscada o pimienta al gusto.
Una vez tenemos todas las preparaciones listas procederemos a añadir al fondo de la fuente de horno un poco de tomate, que puede ser frito si no nos ha sobrado del triturado, para que la primera lámina no se pegue. Sobre esta añadiremos nuestra primera capa de relleno, que no hace falta calentar previamente, y alternaremos láminas de pasta con el mismo, hasta que adquiera el grosor que deseamos.
Una vez construida la lasaña, vertimos encima la bechamel, que extenderemos ayudándonos de una paleta. Y ya solo nos queda añadir el queso, que puede ser de los que encontramos en nuestro supermercado para gratinar, o podemos decantarnos por nuestra variedad favorita habiéndolo rallado previamente.
Lo meteremos en el horno, entre 10 y 12 minutos a 180 grados. Lo ideal es sacarlo cuando veamos que el queso se ha fundido y esté algo dorado. Y ya tenemos el plato perfecto para celebrar el Día Internacional de la lasaña.