«¿Por qué no buscas algo más fácil?», le aconsejaron a Anna R. Costa (Granada, 1970) cuando se propuso adaptar 'Lectura fácil', la novela de Cristina Morales, Premio Nacional de Narrativa 2019. Protagonizada por cuatros mujeres con discapacidad intelectual que conviven en un piso tutelado, esta serie ha encontrado tantas dificultades que titularla 'Fácil' podría sonar irónico. Cambios de protagonistas, una polémica abierta por la autora, la incertidumbre sobre su estreno... También unas circunstancias personales complicadas.
En el verano de 2019, Costa acababa de separarse de su pareja, el actor y director Paco León, con quien había firmado a medias 'Arde Madrid', una serie en la que había volcado mucho de sí misma. «Cuando se confirmó que no haríamos segunda temporada de Arde Madrid, mi amiga, la actriz Pilar Gómez, me recomendó este libro. Me fascinó y me enamoré de los personajes, pero me sentía una impostora en mi piso maravilloso en el centro de Madrid».
Hizo las maletas y se fue a Holbox, en México, a trabajar de camarera. « Dejé a mi hija [Manuela León, 12 años] con su padre. Era la primera vez que me separaba de ella, pero necesitaba situarme en los márgenes para escribir sobre estas mujeres. Medio día trabajaba de camarera por 150 € al mes y el otro medio escribía». Llevaba dos semanas cuando pasaron por allí unos españoles y la reconocieron: «Oye, ¿tú no eres la de Arde Madrid?».
MUJERHOY. La percepción compartida por colegas suyos es que usted ha pasado mucho tiempo trabajando a la sombra de otros.
ANNA R. COSTA. Seguramente he estado a la sombra de mucha gente, de muchísima. Si hay algo que tengo más claro cada día es que no creo en lo profesional. Creo en lo artístico. La gente que se proclama director o guionista me parece que se equivoca. Cuando llegas a ese estatus, estás acabado. Lo creo, sinceramente. El día que acepte el título que se pone al lado de mi nombre estaré en la mierda.
MH. ¿Quiere decir que no descarta trabajar de camarera en el futuro?
Ni de panadera, pescadera, fregando platos o lo que haga falta.
MH. ¿Qué habría hecho si 'Fácil' hubiera quedado guardada en un cajón?
La habría convertido en película o, al menos, lo habría intentado. Cuando te metes así en la cabeza de unos personajes, ves cómo reaccionan, cómo quieren ser, qué les hace gracia, y ya no los puedes abandonar.
MH. No miramos a las personas con discapacidad, creyendo que eso les incomoda, pero en 'Fácil' reclaman que se les mire y se les toque.
Hay una barrera de entrada con la mirada que tenemos que superar. Después está la del trato. Cuando grabamos con el grupo de danza que aparece en la serie [formado por personas con diversas discapacidades físicas e intelectuales], fue emocionante ver la reacción de los 150 figurantes convocados ese día. Comenzaron distantes, pero después de verles bailar, se acercaban para conocerles y abrazarles. Se los ganaron por completo. Es la prueba de que el hecho artístico arregla muchas cosas.
MH. ¿Eso ha sido para usted esta serie?
Me encantaría que todo el mundo tuviese esta experiencia transformadora. A según qué edades, vivir algo así no es fácil. A mí me ha planteado muchas preguntas: ¿quién soy? ¿Cómo trato a estas personas? ¿Siento compasión? ¿Les infantilizo? No les tratamos con naturalidad, les negamos su sensibilidad y humanidad. La sociedad les empuja a ser héroes o víctimas, cuando lo que quieren es ser normales.
MH. Aborda el tabú de la sexualidad en este colectivo, pero también el de la esterilización de las mujeres con discapacidad intelectual.
Hasta 2021 había una ley que la permitía de forma sistemática a las personas institucionalizadas. Aún así, el 95% de las mujeres con discapacidad intelectual han sido esterilizadas, casi siempre por la decisión de las familias que las tutelan. Muchas ni siquiera saben que no pueden ser madres.
MH. ¿Qué es urgente que cambiemos?
Les pedimos que se integren y, al mismo tiempo, les ponemos unas trabajas complejísimas. Van ganando en servicios, pero no derechos. Se decide todo por ellos. En el caso de las mujeres, la situación es incluso más desfavorable. Se entiende que un hombre tenga su sexualidad atendida, que haya psicólogas o prostitutas haciendo estos servicios. El deseo de las mujeres parece que no necesita ser atendido.
Chaqueta de pelo y piel, y falda de pelo, ambas de Hermès. Los zapatos son de Guess. Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Julieta Sartor
MH. Ambientada en Barcelona, con las movilizaciones independentistas de fondo, ¿cómo contrasta en la serie la petición de referéndum con el derecho a decidir que reclaman sus personajes?
Estoy hablando casi de lo mismo: diversidad e integración. Hay un pulso para que no se muevan las cosas. Si desaparecieron los dinosaurios, igual desaparecen los españoles. O los catalanes. A cada uno le afecta lo político de una forma íntima, y es lo que me interesa. Entrevisté a unas chicas de un piso tutelado en Barcelona y les pregunté si votaban. Una de ellas me dijo: « El voto es secreto, pero Cataluña no es España». Me encantó que fuera tan literal y sincera.
MH. ¿Es algo que envidie, la literalidad sin complejos?
Tengo un pequeño problema con este tema. Digo las cosas como las pienso. La hipocresía del lenguaje me fastidia cada vez más. La percibo en todas partes. Es una gran pérdida de tiempo que oculta muchísimo egocentrismo. Lo directo, lo sincero, no gusta. Es algo que me ha traído problemas toda la vida. «Eso no se dice», me han recriminado muchas veces.
MH. Hubo actrices a las que interesó Fácil, pero que detectó que iban poniendo peros. ¿Cuáles eran?
En Movistar+ me propusieron algunas actrices conocidas, porque era un proyecto difícil de levantar y esto facilitaba las cosas. A la protagonista que teníamos decidida no le gustó la versión final que aprobó la plataforma y ambas lo pasamos mal. También hubo otra actriz que se cayó del proyecto. Las dos están enfadadas conmigo, que es algo que me duele. Mi propósito desde el principio con esta serie fue dejar que las cosas fluyeran, no encabezonarme con nada. Tras cada «no» he tenido que currar cien veces más para que fuera un «sí», y al final ha resultado mejor.
MH. Cuenta con ganadoras del Goya, como Natalia de Molina, Anna Castillo o Bruna Cusí, pero en registros muy distintos. ¿Cómo fue la preparación?
Pedí tiempo para ensayar bien porque son trabajos arriesgados, en los que se tiene que implicar todo el equipo. Si la actriz está en el set interpretando y ve al de sonido poniendo una cara rara le puede destrozar. Teníamos que ser una piña y lo fuimos. Nunca he visto algo igual.