Enzo Vogrincic como Numa Turcatti en una imagen de la película de Netflix, La sociedad de la nieve. /
El viernes llega a los cines una de las películas más esperadas de 2023, La sociedad de la nieve. Un largometraje de Netflix que llegará a la plataforma el 4 de enero y se ha colado en las nominaciones de los Globos de Oro, en la categoría de mejor película extranjera. Dirigida por Juan Antonio Bayona, la producción se basa en el libro homónimo de Pablo Vierci, editado en España por Alrevés, en el que se recogen por primera vez los testimonios de todos los supervivientes del accidente de avión en los Andes.
Ocurrido en 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló el 13 de octubre en la cordillera de los Andes. En él iban 40 pasajeros y 5 tripulantes, 13 de los cuales fallecieron en el accidente . A pesar de los intentos de las autoridades por localizar el avión, estos fueron infructuosos, y no fue hasta el 23 de diciembre, 72 días después, cuando 16 supervivientes lograron ser rescatados.
Lo que sucedió, a más de tres mil metros de altura y con temperaturas que alcanzaron los 30 grados bajo cero, se fue desvelando a lo largo de las jornadas posteriores, y durante mucho tiempo tuvieron que soportar la aparición falsedades que manchaban su historia y manchaban su imagen. Fue entonces cuando decidieron a contar lo que habían vivido en unas grabaciones que Piers Paul Read convirtió en el libro ¡Viven!, que se llevó a la gran pantalla en 1993.
Doce años después, Pablo Vierci recogió personalmente todos sus testimonios, e incluso subió al lugar en el que los accidentados pasaron más de dos meses acompañado de algunos de ellos. El resultado es un libro en el que los supervivientes ofrecen un testimonio emocionante y revelador sobre su experiencia, que para muchos quedó grabado en la memoria solo por los momentos más terribles que vivieron, en los que tuvieron que recurrir a sus compañeros fallecidos para alimentarse.
Tal y como reconoce Adolfo Strauch en su capítulo, y muchos de sus compañeros reiteran, ha sido el paso del tiempo el que les ha llevado a descubrir que, más allá de lo que trascendió a los medios, «La experiencia del accidente, del frío y de la alimentación con los muertos, del alud y de la caminata, fue una experiencia muchísimo más removedora y transformadora».
Imagen de la película del director español, Juan Antonio Bayona, La sociedad de la nieve. /
El trauma del accidente y las terribles condiciones en las que se encontraban, especialmente después de descubrir, gracias a una radio, que las tareas de búsqueda se suspendían, «un estado de miseria absoluta», les hizo «llegar a un nivel de comunicación entre nosotros que seguramente no lo puedo lograr en la vida civilizada». Su compañerismo y su esfuerzo porque los demás no se dejasen llevar por el desánimo fueron una constante necesaria para sobrevivir.
Moncho Sabella, otro de los supervivientes, subraya las «lecciones de humildad aprendidas en los Andes» y las contrapone al discurso posterior, en el que se hablaba de hazañas y heroísmo. «Esta fue una historia de desgraciados, y en ese marco no había espacio para héroes ni para lucimiento», señala. Y a pesar de ello, han sido muchos los que, según narran los supervivientes, les han comentado que su ejemplo, su valentía y su relato les ayudó a afrontar su propia vida de otra forma.
Su capacidad de organización tras sobreponerse al accidente, y a la avalancha que acabó con ocho vidas cuando llevaban dos semanas en la montaña, sus esfuerzos por no dejarse llevar por la desesperación o su capacidad para organizar expediciones que les llevasen a encontrar ayuda (consiguieron ser rescatados en la tercera), son algunos de los recuerdos que, en casi cuatrocientas páginas, comparten los dieciséis supervivientes.
Mirar a las estrellas y pensar en sus familias, algunas de las cuales no perdieron la esperanza de volver a verles, o hablar de lo que estarían haciendo si estuviesen en sus casas les ayudó a seguir adelante, a no sucumbir al hambre, el dolor o el frío. Pero en La sociedad de la nieve también comparten el dolor que sintieron cuando fallecía un amigo o los problemas psicológicos que experimentaron al ser conscientes de su situación.
Juan Antonio Bayona, director de La sociedad de la nieve, y Pablo Vierci, autor del libro homónimo en el que se basa, en una fotografía tomada en el rodaje de la producción. /
A pesar de que, como reconoce Gustavo Zerbino, «cuando nos rescataron, nos pidieron que negáramos que habíamos comido los cuerpos de los muertos», ninguno de ellos evita el tema que les llevó a ser juzgados por quienes no comprendieron a lo que se habían enfrentado. Él se encargó, junto a Roberto Canessa, de evaluar a sus compañeros tras el accidente, y cuidarlos con los medios que tenían. Ambos eran estudiantes de segundo de Medicina.
«Para cortar los cuerpos había que prepararse psicológicamente», explica Zerbino. «Había que blindarse y llegar a la carne con un solo pensamiento: lo que queda ahí es la cáscara, nuestro amigo está en el recuerdo». De una u otra manera, todos ellos mantienen en su recuerdo a los fallecidos y viven sabiendo que sus vidas son posibles gracias a que los muertos «nos estaban dando la posibilidad de vivir», revela Adolfo Strauch. «Por eso siento que mi vida me pertenece, sí, pero también siento que les pertenece a ellos», confiesa.
Los testimonios de los supervivientes se alternan en el libro de Pablo Vierci con la narración de los hechos que rodearon el accidente, tanto en la montaña como en los hogares de sus familias. Y aunque ninguno evita ningún tema, los testimonios componen un relato lineal de la experiencia. La emoción y la humildad se desborda cuando Roberto Canessa, Fernando Parrado y Tintín Vizintín relatan cómo partieron de los restos del avión y, diez días después, los dos primeros se encontraron con el arriero chileno Sergio Catalán.
En primer plano, Agustín Della Corte como Tintín, en una imagen de La sociedad de la nieve. /
La sociedad de la nieve aporta un nuevo punto de vista sobre una tragedia grabada en la memoria universal. Los 16 supervivientes formaron una sociedad alternativa y solidaria, que logró sobreponerse a durísimas condiciones. «Todos dieron el máximo y nunca fuimos mejores que en la montaña», afirma Nando Parrado. Medio siglo después todos ellos asumen que esa experiencia transformadora los hizo mejores. Ahora solo queda ver cómo ha trasladado a la pantalla esta emocionante historia el director español, Juan Antonio Bayona.