Adolfo Suarez, una figura siempre en el recuerdo. / GETTY

UNA FAMILIA DIVIDIDA

La herencia maldita de Adolfo Suárez: de la guerra por el título nobiliario a las propiedades que han vendido sus hijos

Este 3 de julio se cumplen 48 años del día en que Juan Carlos I nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, un año antes de las primeras elecciones democráticas en España en cuatro décadas.

Siempre hay un motivo para recordar a Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia en España. Como los grandes próceres de países de nuestro entorno, son numerosos los lugares que llevan su nombre para honrar su memoria. El epítome en este sentido es el aeropuerto de Madrid, un justo reconocimiento a su trayectoria, como en Paris se hizo lo propio con Charles De Gaulle. Regresamos a la figura del que fuera líder de UCD y CDS ahora que se cumplen, el 3 de julio, 48 años de que fuera designado presidente por parte del rey Juan Carlos I, con quien mantuvo una excelente relación hasta el final de sus días.

Adolfo Suárez sería ya elegido democráticamente el 15 de junio de 1977, los primeros comicios en libertad en cuarenta años, y su legado sigue siendo muy ponderado. No en vano ha habido líderes políticos que han intentado apropiarse o, si lo queremos decir más suavemente, inspirarse en su herencia inmaterial sobre la que sigue habiendo un enorme consenso. Sobre su legado material lo que ha trascendido es cómo sus hijos, a los que se atribuye un cisma personal, se han deshecho de las propiedades más estrictamente vinculadas a sus vivencias. Y no podemos pasar por alto las diferencias por el titulo que ostenta ahora su nieta, Alejandra Romero, duquesa de Suárez.

El mandatario español era un hombre de indudable atractivo físico, carismático y temperado que movía a las masas y que transmitió siempre una imagen de enorme unidad familiar con su mujer, Amparo Illana, y sus hijos, Sonsoles, Adolfo, Francisco Javier, Laura y Mariam. Una unidad que se resquebrajó después de su muerte el 23 de marzo de 2014, aunque ya había antecedentes que apuntaban en esa dirección.

Una década después seguimos recordando también las tragedias que el clan ha vivido a consecuencia del cáncer. Primero falleció su mujer, Amparo illana, el 17 de marzo de 2001, apenas una semana antes del que hubiera sido su 67 cumpelaños. Después, en marzo de 2004, su hija, Mariam, con solo 41 años, tras más de una década conviviendo con la enfermedad. Su hermana Sonsoles, periodista que estuvo casada con Pocholo Martínez-Bordiú, también ha padecido esta dolencia. Al igual que Laura, quien se sometió a una intervención quirúrgica de un tumor en el pecho hace ya doce años. Además, Adolfo Suárez Illana se repuso de un cáncer de cuello.

La última aparición pública de Adolfo Suárez fue en 2003 para apoyar precisamente la candidatura de este último a la presidencia de Castilla-La Mancha, tras un intento no muy exitoso de abrirse camino en el mundo del toreo. Por otra parte, la imagen de espaldas de un encuentro con el rey Juan Carlos en 2008 dando un paseo es el último recuerdo gráfico que tenemos del estadista. Fue precisamente el monarca quien el 25 de octubre de 1981 le concedió el título de duque de Suárez en reconocimiento a su gran labor en la Transición. Un título otorgado «por su lealtad, patriotismo y abnegación», que sembraría a su muerte la semilla de la discordia.

Según algunos medios, las desavenencias entre hermanos tienen su origen mucho más atrás. No en vano, la periodista Consuelo Font recordaba en un artículo en 2015 que en el primer aniversario de la muerte de Mariam Suárez se celebraron dos misas funerales separadas. Por un lado, una que aglutinó a su viudo, Fernando Romero, y a sus dos hijos, Alejandra, actual duquesa de Suárez, y Fernando, en Santo Domingo de la Calzada. Por otro, una auspiciada por Adolfo Suárez Illana en las Carmelitas de la calle Ayala, en la capital.

El litigio por un reconocimiento muy merecido

Sea como fuere, el momento de mayor tensión se produciría por la herencia del título del ducado de Suárez. En un principio, era Suárez Illana quien se consideraba merecedor de ese reconocimiento y se le atribuye una carta al rey Juan Carlos para contribuir a que así fuera. En ella habría contado con el testimonio de colaboradores de su padre que atestiguarían que esa era la voluntad de su padre. Sin embargo, esa supuesta estrategia no fructificó y el título fue a parar, como así lo estipula la ley, a su sobrina Alejandra, primogénita de su hermana Mariam.

En efecto, esta resolución se tomó en virtud de la Ley 33/2006, del 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios, aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Así, en el BOE del 3 de diciembre de 2014, firmado por el ministro de Justicia, Rafael Catalá, se solicita que «se expida, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Duque de Suárez, a favor de doña Alejandra Romero Suárez, por fallecimiento de su abuelo, don Adolfo Suárez González»

Adolfo Suarez, jurando su cargo como presidente en julio de 1976, ante el rey Juan Carlos I. / GTRES

A propósito del patrimonio material de Adolfo Suárez, contaba la periodista Consuelo Font que lo puso al servicio de la recuperación de Mariam, a quien estando embarazada de su segundo hijo le dieron una esperanza de vida de tres meses al padecer un cáncer de mama con metástasis de hígado, pulmón y cerebro. Ella misma contó este durísimo periplo en el libro 'Diagnóstico cáncer: Mi lucha por la vida', que vio la luz en 2001, meses después de perder a su madre por la misma dolencia. Superó las expectativas médicas y pudo ver crecer a sus hijos.

Respecto al patrimonio, los hijos se fueron deshaciendo de él de manera discreta, lo que, según algunos medios como Vanitatis relataban, apuntalaba una vez más la idea de la división familiar en dos bandos, el formado por el viudo de Mariam y sus dos hijos, y el resto de los hermanos Suárez Illana. Así, en 2018 las páginas económicas de los principales medios de comunicación informaban de que el palacete que el matrimonio había construido en Ávila, en los años 70 para pasar sus vacaciones estivales, se había transformado en un hotel de cinco estrellas. Esta propiedad ya no estaba en manos de la familia, por lo que no formaba parte de la masa hereditaria que dejo el presidente.

Gestionado por el grupo hotelero Fontecruz se le asignó el nombre de La casa del presidente. Diego Ortega, presidente de la empresa, explicaba que su familia había adquirido el inmueble con la finalidad de convertirlo en un hotel boutique, en el que conservaron prácticamente la estructura original y el despacho de Adolfo Suárez, cuyos restos mortales y los de su mujer descansan en el cercano claustro de la catedral.

Planes truncados en Mallorca por la enfermedad de su mujer

Otra propiedad que salía a la venta en esas fechas, según informaba el mencionado digital, es su casa de Mallorca. Adolfo Suárez había comprado una parcela en la urbanización de Son Vida en 1995 y dos años más tarde habían terminado las obras del chalet. La enfermedad de su mujer se interpuso en los planes que tenían de pasar allí largas temporadas, por lo que se deshicieron del inmueble en 2000. Cuando su nuevo propietario lo sacó al mercado inmobiliario en 2018 pedía 13 millones de euros.

También informó en su momento El Confidencial Digital, citando como fuentes a gente muy cercana a la familia, que el chalet en la urbanización de La Florida en el que había vivido el expresidente había sido vendido a un eminente cirujano plástico. La venta se formalizó en diciembre de 2016 y apareció como tal en el registro seis meses más tarde.

Fue en esa propiedad hasta donde se desplazó el rey Juan Carlos para hacerle entrega del Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro, que dejó para la historia la anteriormente mencionada fotografía de ambos en el jardín. La hizo su hijo, Adolfo Suárez Illana, tras una sugerencia de su amigo Julio Iglesias. Una manera muy elegante para despedirle, sin duda.