Su ojito derecho

La verdadera y compleja relación de Carmen Ordóñez con su padre, el torero Antonio Ordóñez

El torero Antonio Ordóñez tuvo una relación muy especial con su hija Carmina. Su fuerte carácter dejó impronta en ella.

Carmen era el ojito derecho de su padre, el torero Antonio Ordóñez. En la foto, retratados en su casa de Medina Sidonia, en 1964. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Imposible entender cualquier biografía sin asumir la marca que dejan los padres, una huella que en el caso de las hermanas Carmen y Belén Ordóñez fue extraordinaria. Antonio Ordóñez, el único torero al que llamaron 'maestro de maestros', encarnó al héroe de un tiempo en el que el concepto de la masculinidad nada tiene que ver con el actual. Hablamos del final del franquismo, cuando aún las mujeres no había roto con el mandato de ejercer de 'ángel del hogar'. En una casa llena de mujeres, Ordóñez ejercía de semidios.

El carisma de Antonio Ordóñez, en parte heredado por su hija Carmina, era inmenso. Embrujaba por igual a mujeres y hombres, solo hay que leer 'El verano peligroso', la novela de Ernest Hemingway que relata la rivalidad del torero con su cuñado, Luis Miguel Dominguín , durante la temporada de 1959. El escritor estadounidense no ocultó su gran respeto por Ordóñez, verdadero héroe de su novela. «El negocio de las corridas se ha convertido en algo tan corrupto...», se quejaba a su mujer, Mary, por carta.

Ordóñez fue el torero verdaderamente global por su amistad con Hemingway, el cineasta Orson Welles o el actor Anthony Quinn. «Yo no era amigo suyo porque se llamara Hemingway, Premio Nobel y uno de los hombres más famosos del mundo», confesó en alguna ocasión Ordóñez. «Creo que no me he caracterizado nunca por ser un oportunista. Hubiera sido igualmente amigo suyo si no fuera famoso. Pero aquella no era una amistad de las que pueden buscarse, sino de las que se encuentran. Decía que yo le recordaba a él mismo cuando era joven».

Antonio Ordóñez fue hijo y hermano de toreros: su padre fue el Niño de la Palma y su madre, la cantaora y actriz Consuelo de los Reyes. Su toreo purista, alejado del tremendismo de un Cordobés, ilustraba su fuerte personalidad, construida alrededor del estereotipo del 'señorito andaluz'. El diestro educó a sus hijas como aristócratas de la alta sociedad . Sus paseos en coche de caballos en la feria de Sevilla eran un espectáculo en el que no podía fallar la belleza y elegancia de su mujer; Carmen Dominguín, y sus hijas.

La familia Ordóñez al completo, fotografiada en su casa de Madrid, en 1971. / LUIS ALONSO / ARCHIVO ABC

En casa de Antonio Ordóñez servía la mesa el mayordomo y con guante blanco. Los viajes a París o Londres se hacían en jet privado. Sus hijas vestían las firmas más exclusivas, lo mismo su mujer. Se le atribuye un carácter fuerte y un enorme sentido de la rectitud que adornaron su carrera profesional. Aunque nadie lo ha dicho explícitamente, estas cualidades también las aplicaba en su casa, un hogar regido bajo los cánones que imperaban en la época.

La rebelde Carmen quiso escapar de su padre

La niña Carmen, primogénita, fue el ojito derecho de su padre. Se tenían verdadera adoración, como puede verse en las fotografías que se conservan de la época. Imposible no fascinarse con un padre así, no en vano ella tuvo la suerte de convivir con una persona que para una gran parte de la sociedad española era un mito.

El sueño de Antonio Ordóñez fue que tanto Carmen como su hermana Belén fueran a la universidad, pero ellas decidieron seguir otro camino. Sus hijas, como tantas otras chicas de su edad y de su entorno social, con unas vidas económicamente solventes, solo pensaban en salir y en divertirse. Ambas dedicidieron emanciparse de su famlia a muy temprana edad, lo que puede explicar sus fracasos matrimoniales. Con solo 17 años, Carmina se casó con Francisco Rivera 'Paquirri' . Belén hizo lo propio con Juan Carlos Beca Belmonte, a los 17.

El torero, su mujer Carmen y sus hijas Belén y Carmen, en 1963. / gtres

Las dos se separaron en 1979, con apenas tres meses de diferencia y listas para disfrutar de los locos años 80. Tanto Carmen como Belén no tuvieron suerte en el amor, si entendemos suerte con casarse para toda la vida, pero ejercieron una libertad inusitada para el ámbito social del que provenían y también para la época.

Carmen detestó a la segunda mujer de su padre

Aunque habían abandonado el hogar famliar para casarse y hacían su vida, no soportaron ver que el lugar de su madre lo ocupara otra mujer, Pilar Lezcano. La relación del torero supuso un cisma familiar y dejó unas heridas que nunca se cerraron. La madre de Carmina y Belén, Carmen Dominguín, había fallecido en 1982 víctima de un cáncer, y tras un año de viudedad el torero ya retirado quiso casarse con Lezcano.

Finalmente, y pese a la oposición de sus hijas, Antonio Ordoñez y Pilar Lezcano se casaron en noviembre de 1983, en el más absoluta secreto y sin la presencia de ambas en la ceremonia, celebrada en Marbella. En esa época, el torero se desesperaba ante los comentarios que escuchaba en las plazas al respecto de su hija Carmen, ya apodada entonces 'la Divina'. «En su mundo del toro no era agradable escuchar las cosas que se comentaban de su hija, como tampoco lo fue oír lo que decían de ella en la plaza cuando toreaba su nieto Francisco», contó tras su muerte Lezcano. «Le dolía mucho».