Mario Vargas Llosa terminó su relación con Isabel Preysler (y con Tamara Falcó y todo el clan) hace un mes, pero la buena noticia de su ingreso a la Academia Francesa ha contenido el golpe. El premio Nobel ha decidido invitar a su ex mujer Patricia Llosa, con la que pasó medio siglo, y a sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana.
La cumbre de los Vargas Llosa comenzó este martes con una primera parada en Madrid que propicio también la primera polémica: la ex pareja del escritor (y prima hermana) respondía a la prensa con el bolso alzado y semblante irritado. Por la tarde, todos estaban en París, dispuestos a celebrar el cumpleaños de la nieta de Mario, Anaís Reich.
La prensa nacional e internacional está pendiente de dos acontecimientos relacionados con la presencia de los Llosa en la capital farncesa: la aparición del rey emérito, Juan Carlos I , que acudiría junto a la infanta Cristina, y los rumores de reconciliación entre el escritor y Patricia.
Mientras, la tensión entre las dos familias, aumenta. Isabel Preysler ha salido en defensa de su hija Tamara porque Mario se ha reído de ella con indirectas literarias, según ha explicado a la revista ¡Hola!: «Mario añadió dos párrafos a su famoso cuento el pasado mes de enero. En ellos, hablaba de las islas marquesas y se reía de Tamara, una niña que solo ha sido cariñosa y amorosa con él».
Isabel se refería a las siguientes palabras del Nobel: «La Filosofía comparte el departamento académico con Teología y Cocina. ¡Vaya mezcla! Me imagino el diploma de Doctor en Filosofía, Teología y Gastronomía y me muero de risa».
Han pasado casi ocho años desde que el peruano de 86 años comenzó con la socialité y dejó a la madre de sus hijos. El mismo tiempo que han permanecido sin tener ningún contacto. Mario y su ex solamente compartieron un breve encuentro el pasado mes de septiembre. El escritor viajó a Lima para documentarse, y vivió un fugaz reencuentro con su ex mujer, como compartió el primogénito de ambos. Luego tuvo que aclarar que no compartía las imágenes para dañar a Isabel, solo quería compartir su alegría.
Lo que está claro es que los descendientes de la pareja son figuras claves en esta nueva entrega del triángulo formado entre Mario, Patricia e Isabel. Pero, ¿quiénes son los tres hijos Llosa?
A la vida de Patricia y Mario llegó primero Álvaro. Estudió en el Colegio Franco Peruano y Markham de Lima; se graduó en Historia Internacional en el London School of Economics y actualmente ejerce como escritor, periodista y conferenciante.
En su cuenta de Twitter ha compartido este martes una foto con sus padres, en su hogar de la capital francesa, donde sonríen tranquilos y rodeados de libros. «Días duros para el Perú, para tantos latinoamericanos, para los heroicos ucranianos, para los turcos y sirios, y para tantos otros pueblos. Pero la cultura esuna de las defensas que existen contra el infortunio. Esta semana, en París, celebraremos precisamente eso», puso en otro mensaje.
Es quizás el miembro más activo de la familia en redes sociales y la persona que responde a los temas que Vargas Llosa no quiere tratar. En 2018, The New York Times publicó un perfil de autor, tras una entrevista realizada en el hogar que compartía con la madre de Tamara Falcó.
Mario se resistía a hablar de amor (le parecía privado y manoseado si se compartía). Pero Álvaro habló por él: «Tienes que entender que mi padre es una persona que se entrega con pasión absoluta a aquello en lo que cree, incluso cuando está equivocado». Fue el más comprensivo, quizás porque compartía proyectos laborales con su padre.
La opinión menos radical sobre sus padres fue la de la segunda hija, Morgana. Quedó en shock con el divorcio de sus progenitores y la filtración de las imágenes de Mario con Isabel. El paso de los años suavizó sus sentimientos. «Viendo que muchos matrimonios se desmoronan después de dos, tres, cinco o 10 años, creo que ha sido un éxito rotundo que mis padres hayan compartido una vida juntos durante 50», reconocía.
Nacida en Barcelona, se mudó a los 5 meses con su familia a Lima. Allí creció. Volvió a Europa para hacer la carrera de Historia en el London School of Economics y actualmente se dedica a la fotografía. Descubrió su pasión por las cámaras a los 15 años y a los 21 se mudó a España para trabajar para el diario El País. Durante 12 años viajó y capturó lo que ocurría en Ecuador, Albania, Kosovo, Israel o Palestina. Ha publicado libros y ha expuesto su obra.
Aunque su relación con su padre ya es fluida, durante muchos años lo tuvo como una figura ausente. Dejó constancia de ello en 2016, un año después de que empezara el amor entre Isabel y Mario. El Periódico le preguntó si el escritor valoraba su trabajo. «Yo creo que a mi padre le gustan mis fotos, pero eso tendría que preguntárselo mejor a él», respondió.
El pequeño, Gonzalo, fue el más afectado. Sentía que su relación tan cercana con su padre se había quebrado por sus decisiones pasionales. «Si el año en el que abandonas a tu esposa tras 50 años de matrimonio y dejas de hablar con tu hijo es el más feliz, entonces eso no habla bien de ti. Está bien que lo piense, pero ¿por qué decirlo públicamente? Lo encontré de poco gusto y, además, doloroso», afirmaba. Su padre le había perdido (aunque puede que en esta reunión retomen en contacto, de momento se les ha visto juntos).
Dedicado al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para ayudar a la población que están refugiadas en Europa, es el más controvertido ante la ruptura familiar. Las revistas le han señalado como el más intolerante a la decisión de su padre de empezar una historia de amor con Isabel. Ha sido el menos mediático de su familia, pero se plantó.
Incluso atacó directamente a la madre de Tamara Falcó en un comunicado. «En estos dos años y medio desde que comenzó su relación con mi padre, la señora Preysler no ha invitado ni una sola vez a mis hijas a comer o a cenar en privado para poder conocerlas», escribía. «Eso es exactamente lo que hubiese hecho si quisiera establecer una relación genuina y transparente con ellas. Y no lo ha hecho porque su único interés es la publicidad».
En realidad, lo que más le preocupaba la recuperación del corazón roto de Patricia. «Yo temía que esto tendría unas consecuencias nefastas para mi madre. Sobre todo porque desde los 18 años ella había dedicado enteramente su vida a mi padre», confesó en una entrevista con Vanity Fair. «Al principio, el hecho de perderlo le afectó mucho, pero me ha sorprendido su extraordinaria capacidad para superar el drama, para no dejarse derrumbar y seguir adelante», concluyó.
Pese a todo, se le recuerda más que nada por su relación con Genoveva Casanova, exmujer de Cayetano Martínez de Irujo. Su aparición junto a ella a la entrega del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo y su complicidad eclipsaron incluso al protagonista, Mario Vargas. Duraron poco más de un año, pero le sirvió al hijo como una venganza anticipada.
La familia Vargas Llosa se esfuerza por mostrar que no forma parte de una telenovela, pero los acontecimientos reman en contra. Los dramas se avivan por la exclusiva del ABC donde sale a la luz la carta que la boliviana envió a Isabel (antes de romper su matrimonio).
Pero Morgana quiere ser el adhesivo conciliador. Por eso, ante la insistencia de los periodistas, se ha interpuesto con un evidente enfado: «No me preguntes nada. Voy con una niña menor de edad así que tengan mucho cuidado con lo que hablan».
Quiere que su madre esté protegida de las polémicas, y lo que más le ha molestado es que quieran saber más de esa misiva. «Qué pesadilla de señor», le ha respondido al periodista.
También ha sido la mano derecha de su padre. El escritor ha convivido con ella en su casa del centro de Madrid. Ahora, la familia tiene una nueva oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva.
Mario Vargas Llosa vuelve a la casilla de inicio. «Yo estaba muy enamorado de Isabel. Pero, digamos, ese mundo no es mi mundo», confesó el pasado jueves en una entrevista para El Mundo. Esta semana se adentra en su lugar seguro: protocolos, literatura y una familia otra vez unida.
20 de enero-18 de febrero
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