HACE DIEZ AÑOS Así fue la boda de la polémica Magdalena de Suecia: las lágrimas del novio, los problemas con el vestido y el invitado español

La princesa Magdalena de Suecia ha sido, sin duda, una de las novias reales más bellas, con un vestido de escote barco, cuerpo de encaje y cola de cuatro metros, de Valentino, y cubierta por un largo velo de organza de seda sujeto por una tiara «fringe» familiar. Este sábado, en el que cumple 41 años, ha decidio compartir algunas imágenes inéditas de aquel día tan especial.

La boda tuvo lugar el el 8 de junio de 2013. La princesa estaba radiante. Había encontrado, por fin, a su compañero de vida en el financiero estadounidense Christopher O'Neill , tras haber roto su compromiso, casi a punto de casarse, con el abogado Jonas Bergström, por sus constantes infidelidades.

Magdalena y Chris se conocieron precisamente en Nueva York, donde la princesa había fijado su residencia tras la ruptura, y se comprometieron después de dos años de relación. La boda se celebró en la capilla del Palacio Real de Estocolmo, donde Magdalena había sido bautizada. El vestido era de organza de seda plisada, con detalles de encaje de Chantilly. Como ramo, la novia llevaba un «bouquet» de rosas blancas de jardín, con mirto. Hubo lágrimas, las del novio, cuando vio entrar, muy puntual, a las cuatro de la tarde, a Magdalena del brazo de su padre, el rey Carlos Gustavo .

A la ceremonia, que se celebró en sueco y en inglés, acudieron 400 invitados, entre ellos Pablo y Marie-Chantal de Grecia, Charlène de Mónaco, Federico y Mary de Dinamarca, Haakon y Mette-Marit de Noruega y Eduardo y Sophie de Inglaterra. Entre ellos estaba presente también Luis Medina, hijo menor de Naty Abascal, amigo de los novios. El novio contó también con la presencia de su madre, Eva María O'Neill. Durante la ceremonia cantó Marie Fredriksson, integrante del grupo Roxette.

A la salida de la iglesia, se escucharon 21 salvas de cañón. Los novios recorrieron la ciudad en un carruaje tirado por cuatro caballos, mientras les lanzaban pétalos de rosa. La cena de celebración tuvo lugar en el Palacio de Drottingholm, situado en una isla a la que los invitados llegaron en barca. Ya de madrugada hubo fuegos artificiales.

A pesar de que todo salió aparentemente a la perfección, la ceremonia estuvo marcada por una pequeña crisis que revelaría Magdalena años después: el vestido le quedaba demasiado grande, tras haber adelgazado mucho en los últimos días por los nervios de los preparativos, y un equipo de costureros de Valentino, dirigidos por el diseñador, tuvo que poner las cosas en su sitio, minutos antes de que la novia partiera hacia la iglesia.

Magdalena y Chris tienen tres hijos: Eleonore, Nicolas y Adriana. Forman una familia feliz, aunque su matrimonio no ha estado exento de polémicas en estos diez años. La primera llegó cuando el financiero estadounidense renunció a cualquier título de nobleza para no tener que afrontar deberes oficiales y poder desarrollar con libertad su carrera profesional.

Magdalena renunció también a su posición dentro de la familia real para acompañar a su esposo. Solo ha participado en algunos actos de menor importancia coincidiendo con temporadas de vacaciones. La princesa colabora con la asociación World Chilhood, una fundación creada por la reina Silvia.

Tras casarse, la pareja se mudó primero a Nueva York, más tarde a Londres y finalmente a Miami, donde han vivido los últimos años. En varias ocasiones se ha rumoreado que el matrimonio estaba al borde del divorcio. Pero parece que, si fue así, ya lo han superado. Chris O'Neill es un hombre sumamente discreto y jamás respondió a ningún comentario, pero, de alguna forma, se le culpaba por haber separado a Magdalena de su familia y de su vida en Suecia.

Ahora han anunciado que en agosto regresarán a Estocolmo, donde disfrutarán de una espaciosa vivienda de cinco dormitorios, perteneciente a la Corona. Parece que la razón de este cambio se debe a que ambos desean que sus hijos mayores, Eleonore y Nicolás, estudien en Suecia. Quizá también ha jugado un papel la salud del rey Carlos Gustavo que, en enero, fue sometido a una operación de corazón. La pareja ha vendido su residencia de Miami, situada en la zona de Pinecrest, por más de siete millones de euros.