Cuando uno nace en una familia real se podría pensar que lo realmente importante es nacer el primero y heredar el trono. Pero hace 20 años la princesa Marta Luisa de Noruega, primogénita de los reyes Harald y Sonia, demostró al mundo que para ella lo realmente era caminar hasta el altar para unirse en matrimonio al novio menos royal y más improbable de todos los que se barajaban: Ari Behn.
Ella, hasta ese momento, era la princesa rebelde de Noruega, pero al lado de Ari Behn su rebeldía perdía fuste. El escritor, que conoció a la princesa gracias a su propia madre ya antes de pronunciar el «sí quiero» en la catedral de Nidaros el 24 de mayo de 2002 había demostrado a la Casa Real noruega que no estaba dispuesto a respetar las reglas de la alta sociedad. Y, para ir abriendo boca, protagonizó una semana antes del enlace una portada de revista posando desnudo.
La boda en sí entre la princesa que decidió independizarse de su familia vía matrimonio y el escritor atormentado de personalidad excéntrica fue todo lo pastel que cabría esperar. La ciudad de Trondheim se decoró con florecitas, la novia llevó tiara y vestido en marfil con un corte de princesa medieval muy nórdico y por allí desfilaron las casas reales europeas disfrutando del espectáculo, con nuestro príncipe de Asturias, Felipe, como abanderado.
Tanto en la fiesta privada preboda como en el banquete postboda todos esperaban un poquito de espectáculo. Los reyes Sonia y Harald no estaban de enhorabuena en aquel momento con las elecciones amorosas de sus hijos. Hakoon acudió del brazo de su polémica Mette-Marit y su hija renunciaba a sus obligaciones principescas para siempre para casarse con un excéntrico certificado por el que demostraron más afecto cuando la pareja se divorció en 2016 que mientras estuvo unida («la reina Sonia me asesinaría», llegó a declarar en el Vanity Fair).
Pero lo peor estaba por llegar y el trágico desenlace de esta unión ya se intuía en las palabras del novio el mismo día de su boda. « Querida Marta: eres la luz que vence a la oscuridad. Saber que estás me hace saber que también Dios está cerca. Junto a ti no temo la muerte por más tiempo. Junto a ti, la vida es eterna. Junto a ti, Marta, la vida se puede vivir», declaraba el novio ante los 200 testigos de la ceremonia, una declaración de amor que cobró un sentido mucho más trágico cuando el escritor se suicidó en 2019.
Ni el matrimonio ni el nacimiento de sus tres hijas dulcificaron la personalidad de Ari Behn que siguió protagonizando todo tipo de imágenes que avergonzaban a sus suegros y se convertían en la comidilla de la prensa del corazón. Ari Behn con Carmen de Mairena disfrazado de drag queen, Ari Behn justificando el régimen talibán, Ari Behn pidiendo con porstitutas y cocaína en Las Vegas, Ari Behn con el rostro enterrado en los pechos de una influencer en un fotomatón, Ari Behn reconociendo que era insoportable vivir con él y su mujer y sus hijas la iban a echar de casa a patadas. Para 2013, mientras el escritor alardeaba en los medios de la relación abierta que mantenía con su esposa, la princesa Marta Luisa callaba.
Efectivamente hacían vidas separadas, pero no por libertad como él declaraba, sino por incompatibilidad absoluta. Hasta 2016 la princesa no encontró fuerzas para anunciar públicamente el divorcio. La noticia cayó como una bomba sobre la inestable salud mental de Ari Behn que cayó en picado tras un doloroso proceso de divorcio del que no supo reponerse. «Siento que muero todos los días», llegó a declarar tras firmar los papeles del divorcio. En la Navidad de 2019 el exmarido de la princesa no pudo soportar más el dolor y se suicidó. Un final trágico para una historia de amor que prometía mucho en 2002.