Carlos III, el monarca de Reino Unido. / gtres

Así ha afrontado Carlos III su cumpleaños más difícil: llorando en público, enfrentado a su familia, criticado por su coronación y con Netflix recordando su humillante divorcio de Diana de Gales

Carlos III cumplió ayer 74 años convertido en el monarca de Reino Unido. Pero la variedad de crisis a las que tiene que hacer frente puede que le arruinen la celebración.

El actual monarca británico, Carlos III, cumplió ayer 74 años. Lo hizo enfrentándose a múltiples problemas y casi con el único apoyo incondicional de su segunda esposa, la reina consorte Camilla (que siempre vendrá a nuestra mente con la coletilla de Parker Bowles en virtud de su matrimonio con Andrew Parker Bowles), su hermana la princesa Ana y algunos de los integrantes más vetustos de la vieja guardia de los Windsor.

Se podría decir que a pesar de haberse formado durante toda una vida para ser digno de sentarse en el trono británico, el rey Carlos III está muy lejos de gozar de la misma popularidad que disfrutó su madre la reina Isabel II a quien lloró hace unso días en público durante la celebración del Domingo del Recuerdo.

Frente al nuevo rey se encuentran los dramas familiares de los Windsor, que parecen no tener fin, y la crisis de imagen del propio monarca, que ya ha recibido de su propio pueblo más de un ataque (y algún que otro lanzamiento de huevos). Aspectos todos ellos que sin duda le pueden amargar a Carlos III su primer cumpleaños en el trono.

La ambición del príncipe Andrés, su hermano, de volver a la vida pública; las memorias de su hijo menor a punto de publicarse; las críticas a su previsiblemente carísima ceremonia de coronación y, muy especialmente, la retransmisión vía Netflix de su doloroso y humillante divorcio de Diana de Gales, son varios de los frentes que tiene abiertos en este momento el rey británico. ¿Podrá resolverlos todos sin perder la calma (habida cuenta de que es capaz de perderla ante una simple pluma estilográfica)?

Carlos III, el príncipe de Gales que Netflix nos recuerda que nunca tuvo buena imagen

El escaso carisma de Carlos III viene de lejos (incluso de antes del famoso Tampaxgate) y a pesar de sus esfuerzos no ha conseguido remontar. Una encuesta realizada en Reino Unido por Ipsos en abril de este mismo año dejaba claro que para la mitad de los británicos su hijo, el príncipe Guillermo, era una mejor baza para ocupar el lugar de la reina Isabel II y que Carlos debería cederle el trono.

Otro sondeo lo colocaba como el séptimo Windsor más popular, por detrás de su hijo, su nuera, su madre, su padre y su única hermana. Incluso su sobrina Zara Tindall, la amazona que tiene a su marido ahora mismo concursando en un reality, puntuó más alto que él en ese ranking.

Pero sin lugar a dudas Netflix se ha convertido en el peor enemigo de Carlos III en este momento. Si cada temporada de The Crown ha sido una agonía para los Windsor, la que se está retransmitiendo en este momento es la peor de todas para el recién estrenado rey, y no podría haber llegado en peor momento: cuando intenta reforzar su imagen.

El plato fuerte de la quinta temporada de The Crown recupera el principio del fin de la buena fama del príncipe de Gales: su polémico divorcio de la «princesa del pueblo», Diana Spencer.

Vídeo. Carlos y Camila: una historia de amor imposible con final feliz

Si en el 25 aniversario de la muerte de Diana de Gales HBO ya había producido un documental donde se mostraba a Carlos celoso de la fama de Diana; la última temporada de The Crown le da la puntilla a su imagen mostrándole, de nuevo, como el villano de una historia que alimentó a los medios sensacionalistas de medio planeta durante meses; la de su infidelidad con Camilla y su posterior divorcio.

«Éramos tres en este matrimonio, así que estaba un poco abarrotado», dijo Diana de Gales en la famosa entrevista de 1995 que retransmitió la BBC y con esas palabras y las conversaciones íntimas filtradas a la prensa de Carlos con su amante, Camilla Parker Bowles, la buena imagen del heredero del trono británico se derrumbó.

Desde aquella entrevista, que ahora puede disfrutar todo el mundo en The Crown convenientemente dramatizada, hasta ahora, las acciones de Carlos III han sido miradas con lupa y en muchas ocasiones no han complacido al pueblo al que se supone que debe impresionar.

Como cuando se echó encima a toda la comunidad científica y médica al convertirse en patrocinador de una comunidad homeopática y aconsejar una dieta de zumos para curar el cáncer.

O cuando se descubrió que tenía acceso a documentos políticos confidenciales a los que los propios parlamentarios británicos no tenían acceso a pesar de que la corona británica no puede intervenir en asuntos políticos. O, más recientemente, cuando se le acusó públicamente de racista por no estrechar la mano a un ciudadano negro.

En 2002 se hizo un documental en el que analizaba si, directamente, el príncipe heredero del trono estaba loco o no, y recogía documentos como el de Carlos recomendando a los agricultores que hablaran con las hortalizas.

Así las cosas no es extrañar que en 2020 el gobierno tomara cartas en el asunto y el Secretario de Estado de Cultura, Oliver Dowden, solicitara a Netflix que los episodios de The Crown comenzaran con un recordatorio de que son ficción. Desafortunadamente para Carlos III, su infidelidad pasada, sus rarezas actuales y sus meteduras de pata también son fácilmente rastreables en la hemeroteca y le pueden amargar el cumpleaños y el reinado.