Por qué Luis Martínez de Irujo y Cayetana de Alba resucitaron la alta sociedad española en los 50: la increíble puesta de largo de su sobrina en Liria que terminó en juerga flamenca

En 1957, los duques de Alba abrieron el palacio de Liria a la alta sociedad y los famosos para celebrar la puesta de largo de su sobrina, Isabel Hoyo. Fue la fiesta del siglo de ese año.

Cayetanaa, la duquesa de Alba, se convirtió en la protagonista absoluta de la fiesta en el palacio de Liria que revolucionó a la alta sociedad en 1957. / ARCHIVO ABC

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Aunque la alta sociedad y la aristocracia española no vivió los rigores de la posguerra, y sus reuniones y fiestas continuaron produciéndose, Francisco Franco no veía con buenos ojos su protagonismo. No confiaba en ''lo cortesano', que había tenido demasiado ascendiente social en los últimos años de la República, y procuraba que no recibiera publicidad. Todo terminó en los años 50, coincidiendo con los años de esplendor del matrimonio Luis Martínez de Irujo y Cayetana de Alba .

«Los Alba fueron creadores de la nueva vida social en el franquismo», asegura José Miguel Hernández Arrabal, autor de 'Luis Martínez de Irujo. Duque de Alba. El peso del nombre'. Este escritor, responsable del ensayo que recupera la labor profesional del padre de Cayetana de Alba , explica que en los 50 se fue diluyendo el temor a que la visibilización del lujo provocara conflictos sociales. Podríamos decir que ese proceso culminó con una gran fiesta: una puesta de largo en el palacio de Liria.

En el retorno de la distinción a la sociedad española, los duques de Alba tuvieron un papel decisivo. De hecho, Hernández Arrabal data en 1957 el momento clave de esa 'salida del armario' de la alta sociedad, con ocasión de la fiesta que Luis Martínez de Irujo organizó para su sobrina, Isabel Hoyos, que cumplía 18 años. Fue una puesta de largo, y a partir de ese momento todas las jóvenes de la aristocracia quisieron la suya.

Por qué Cayetana de Alba revolucionó la alta sociedad madrileña con una fiesta

Lo cierto es que todo ese año fue un no parar de fiestas, y los duques de Alba habían asistido a casi todas. En el libro 'Luis Martínez de Irujo. Duque de Alba. El peso del nombre' se cita un evento en casa del duque de Alburquerque en su fiesta de Algete; una velada de los duques de Montellano en su palacio del paseo del Cisne, con la recepción oficial del príncipe Juan Carlos en la alta sociedad; o una celebración organizada por Aline Griffith, condesa de Quintanilla y la anfitriona más deseada de Madrid.

También con el objetivo de corresponder todas esas invitaciones, Cayetana de Alba fijó la fiesta en el palacio madrileño de Liria el domingo 14 de julio. De hecho, la organización se fue haciendo más y más compleja conforme pasaban los días: se corrió la voz, y todo Madrid quería asistir. Y lo hicieron: acudieron los aristócratas de mayor renombre de la época.

(Foto: TODOCOLECCIÓN)

Por supuesto, Isabel de Hoyos, una de las sobrinas de Luis Martínez de Irujo, hija de su hermana María Victoria, vistió de blanco tal y como ordenaba el protocolo. Junto a los anfitriones, los duques de Alba, fue saludando a sus invitados.No solo los aristócratas, sino también a algunas personalidades inesperadas, como Carmen Sevilla.

Cuenta el escritor del ensayo dedicado a Luis Martínez de Irujo que la fiesta dio un giro de 180 grados bien entrada la noche, cuando la homenajeada Isabel de Hoyos ya se había retirado. El salón de baile se convirtió en un tablao flamenco. La duquesa Cayetana era tan aficionada, que no hubo ni que pedirle que se lanzara a bailar, acompañada por Antonio el Bailarín. Comenzó la juerga.

«Algo más sorprendente fue la participación de Luis, que dio unos pasos con la Dolores, una estrella de la época, quizá aquella que llamaban la Terremoto y era hermana del Príncipe Gitano», aventura Hernández Arrabal, que pudo ver las fotos de la fiesta en el archivo familiar. «La intervención de Pastora Imperio fue el momento culminante (era una figura más que consagrada), lo cual no quiere decir que significara el final de una fiesta que se confundió con el amanecer».

La fiesta costó 100.000 pesetas, una suma que pocas familias, incluso de la aristocracia, podían permitirse.Indudablemente, fue la fiesta del siglo de aquel año, por los invitados, los artistas, el presupuesto pero, sobre todo, por el enclave. «Una revista tituló su crónica 'Entre Goyas y Tizianos, fiesta en el palacio de Liria'. La conexión entre el arte, el patrimonio incomparable y lo festivo reflejaba a la perfección la singularidad de aquella celebración», escribe el autor.

La homenajeada, Isabel Hoyos, es una figura clave de la aristocracia. Marquesa de Isasi por su matrimonio con Jaime de Carvajal y Urquijo, amigo íntimo del rey Juan Carlos desde el pupitre escolar, en el año 2000 inició una batalla legal para obtener, como primogénita del duque de Almodóvar del Río, los títulos que se habían quedado su hermanos.

Tras fracasar en el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional español, la marquesa de Isasi y sobrina de Luis Martínez de Irujo tuvo que recurrir al Tribunal de Derechos Humanos de la ONU para conseguirlo. »¿Ventajas de tener un título? Ninguna. Hoy los títulos no conllevan ningún privilegio. Para mí es una simple cuestión de derechos humanos. De machismo puro y duro», declaró aquel año.

Por qué Cayetana se convirtió en el centro de atención de la fiesta en el palacio de Liria

Pese a que Isabel era un bellezón, fue Cayetana, la duquesa de Alba, la mujer que acaparó todas las miradas de la fiesta. «Todos presenciaron el gran atractivo que desprendía Cayetana», escribe Hernández Arrabal. «Mujer, joven y popular en todos los sentidos, era el centro de la velada y de la dimensión social de la casa. Luis estaba en otro plano, pero muy lejos de renegar de su puesto».

«Si hacía falta bailar, [Luis Martínez de Irujo] bailaba. Ante todo, aparecía siempre al lado de su mujer, saludaba a todos, cuidaba los detalles. Más que un reparto, se percibía una gran complementariedad que acababa potenciando las posibilidades de la familia como referente social».