Sabemos cuál va a ser el plato fuerte de la celebración del 57 cumpleaños de Felipe de Borbón hoy: la llamada satélite con el buque-escuela Juan Sebastián Elcano que le permitirá recibir la felicitación de sus hija, Leonor. La de Sofía procederá de Gales, en Reino Unido. Seguramente ya está acordada la hora de ambas conferencias, pues la agenda del Rey no le da demasiada tregua: de las 10 a las 13 de la mañana debe atender varias audiencias en Zarzuela. La fiesta tendrá que esperar a la tarde, cuando pueda reunirse con dos de las mujeres más importantes de su vida: su madre, la reina Sofía , y Letizia Ortiz.
No es algo que se destaque habitualmente, quizá por lo evidente: el rey Felipe vive en un perfecto matriarcado . Probablemente no es una circunstancia extraña en su biografía, pues las ausencias de su padre, el rey Juan Carlos, también favorecieron una domesticidad dominada por lo femenino. Las fotografías de su infancia y adolescencia dejan ver a un príncipe siempre rodeado por su madre, la reina Sofía, y por sus hermanas, las infantas Elena y Cristina. Felipe de Borbón fue, desde siempre, uno entre muchas.
«Vamos tirando», dijo un irónico el rey Felipe cuando la alcaldesa de Jerez, María josé García-Pelayo, le preguntó el año pasado cómo llevaba cumplir un año más. Es el segundo año que sopla las velas de la tarta sin la presencia de sus hijas y cinco sin que su padre, el rey Juan Carlos, viva en España. Esa será otra de las llamadas que seguramente reciba: la del emérito residente en Abu Dabi. No sabemos si le reprochará una nueva portada o le agradecerá que, en esta ocasión, no utilizara en la tarta ningún estandarte real.
Nada sabemos de la relación personal padre-hijo , aunque los últimos encuentros que hemos podido observar nada hace indicar que existan tiranteces irreparables. De hecho, puede decirse que todo el entorno del emérito Juan Carlos le arropa, conscientes de su avanzada edad, y lo mismo hace el rey Felipe. En este sentido, encontramos la misma delicadeza de trato hacia su provecto padre que hacia las mujeres de su familia. Si los problemas derivaron en algún momento en tensiones importantes, todo apunta a que se ha producido reconciliación.
A lo largo de 2024 hemos podido constatar cómo Felipe de Borbón ha ido reconstruyendo su entorno familiar más próximo. Por ejemplo, con la que siempre ha sido su hermana favorita, la infanta Cristina. La fotografía de hermano y hermana acudiendo juntos a la boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno de la Cova rubricó la esperada reconciliación. Con la infanta Elena, sin embargo, la situación puede no ser aún tan idílica, por las quejas vertidas un artículo de revista en el que, indirectamente, reprochaba a su hermano que la sometiera a un excesivo control.
Otro gesto importante de protección hacia las mujeres que ama y protege se produjo este mismo mes de enero, cuando supimos que el Gobierno había aprobado la concesión del Toisón de Oro a la reina Sofía. Esta es la primera vez que la más alta distinción de la Corona española se concede a una reina consorte y reconoce la entrega y el sacrificio de su madre en el servicio a la Corona. La ceremonia, aún sin fecha, va a tener indudablemente un alto voltaje emocional.
Los cronistas de la biografía del rey Felipe VI han consignado que este ve en su padre «un jefe, un amigo, un consejero», mientras que en su madre encuentra «un referente humano intelectual y espiritual». No se puede precisar mejor la importancia de su progenitora en su propia personalidad y la firmeza de su brújula moral. No se nos puede escapar la influencia que la rectitud de su madre debió tener en su propia decisión de casarse con Letizia Ortiz.
Solo un hombre que ama y respeta a las mujeres puede tomar la decisión de no casarse solo en interés de la institución, sino hacerlo además para respetar el vínculo matrimonial. Sin duda, la generación del rey Felipe no era ya la de Juan Carlos I, cuando los matrimonios arreglados aún eran comunes en la aristocracia. Aún así, en tal decisión cuenta la firme convicción de que hombres y mujeres son igualmente merecedores de felicidad y plenitud. Nadie tiene dudas de que, de puertas adentro, la relación de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz es de igual a igual.
Confirmamos que Felipe es un rey protector, además, en las decenas de fotografías en las que queda reflejada su faceta de padre. De padre directamente enternecido por sus rubias y preciosas hijas, ya fueran bebés u obedientes niñas. Y, ahora, de progenitor tremendamente orgulloso de contemplar a su hija mayor, la princesa Leonor, siguiendo sus pasos en el Ejército. Este año le contemplaremos en la graduación de la infanta Sofía en el UWC Atlantic College de Gales, sin duda con la misma alegría en los ojos que vivió cuando se graduó Leonor.
Podemos extender el impulso protector del rey Felipe más allá de su familia, sobre todo en manifestaciones recientes en las que ha abundado sobre la necesidad de proteger a la infancia, a la juventud o al medio ambiente. Si un monarca ha de simbolizar al padre de la nación, Felipe de Borbón posee ya la estampa del progenitor ideal. No lo olvidamos: en sus primeros años de reinado, quiso recibir por primera vez a colectivos de la sociedad civil olvidados por la Corona, como la comunidad LGTBI o asociaciones de personas con discapacidad. Para esto servía (sirve) un rey.
20 de enero-18 de febrero
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