Grace Kelly murió en un accidente de coche el 14 de septiembre de 1982. /
Poco podía imaginar Pierre Salinger cuando el 22 de junio de 1982 le preguntó a Grace Kelly cómo le gustaría ser recordada que esta pregunta cobraría un enorme sentido el 14 de septiembre siguiente, cuando falleció a consecuencia de las heridas de un fatídico accidente de tráfico que segó su vida a la prematura edad de 52 años.
La que fuera musa de Hitchcock en las películas La ventana indiscreta y Atrapar a un ladrón se quedó pensativa ante esta cuestión y manifestó que «me gustaría ser recordada como alguien que hizo bien su trabajo, que fue compasiva y amable». Cuando el que había sido jefe de prensa del presidente John Fitzgerald Kennedy quiso reconducir la respuesta hacia el cine, la madre de Carolina, Alberto y Estefanía Grimaldi hizo un enorme ejercicio de humildad: «No veo nada en mi carrera que haga que destaque sobre la de otras personas. Fui muy afortunada, pero no creo que consiguiera lo suficiente como actriz para ser recordada por ese particular».
Pierre Salinger, que fue senador en 1964 y el jefe de campaña de Robert F. Kennedy cuatro años más tarde, incidió en la idea de la posteridad y reformuló la cuestión a si tuviera una vida distinta a la suya, cómo elegiría vivirla. Grace Kelly, ganadora del Oscar por La angustia de vivir (1954): «Si me pudiera reencarnar, me gustaría que fuera en uno de mis perros, tienen unas vidas sencillas y fáciles».
Salinger hizo una entrevista un tanto sesuda a Grace Kelly, confrontando todo el rato sus raíces estadounidenses y su naturalización como europea al casarse con Rainiero de Mónaco . Una de las cuestiones sobre las que más incidió, tanto al principio de la entrevista, como al final, fue en la confrontación entre la que él consideraba la prensa seria y la sensacionalista, de la que Kelly manifestó sentirse víctima.
«Tenemos (en Mónaco) una oficina de prensa y los directores de los medios pueden llamar para hablar conmigo. Estaré encantada de decirles sí algo es cierto o no lo es. No me importan las opiniones negativas, que digan que Mónaco no les gusta, pero lamento cuando ponen en nuestras bocas palabras que no hemos dicho o citarnos con cosas que no hemos expresado. Hay muy poco que podamos hacer al respecto», manifestó la princesa monegasca.
«Mi marido y yo somos figuras públicas y lo aceptamos, pero a mis hijos no les gusta. Para ellos es difícil, porque los paparazzi les siguen sin parar», relataba la ex actriz, que, aun así, sacaba la cara por los fotógrafos: « Ellos no tienen la culpa, intentan ganarse la vida, son los editores los que compran las fotos. Se inventan cosas, romances que no existen. Es muy desagradable», subrayó Grace Kelly, quien al tiempo destacaba la importancia de la libertad de prensa: «La diferencia de puntos de vista es muy importante. Cuando más periódicos existan es mejor, pero los individuos también tienen que asumir una responsabilidad moral.
Otra de las cuestiones que abordaron fue la liberación de la mujer, a lo que Grace Kelly respondió con unas palabras que difícilmente podrían ser entendidas hoy en día, pero hay que situarlas en su contexto histórico: «El precio de la libertad y la independencia trae con frecuencia la soledad. Ha aumentado el alcoholismo entre las mujeres enormemente. Las mujeres deberían tener el derecho a trabajar y a elegir su profesión. Hay muchas profesiones abiertas para mujeres en las que lo pueden hacer extremadamente bien. Yo misma fui la primera mujer estuvo durante cinco años en la Board of Directors (en Hollywood), fue muy interesante y lo disfruté».
Uno de los sueños de los fans de Grace Kelly que se quedó sin cumplir fue su vuelta al cine, del que se retiró en 1956 con las películas El cisne y Alta sociedad, pero ella no parecía muy interesada: «No lo sé. Es halagador que la gente piense que puedo regresar al cine más de 25 años después. Para hacerlo bien, es un trabajo a tiempo completo. Supondría una completa reorganización de mi vida y una decisión muy difícil de tomar. Nunca digo nunca o siempre».
Grace Kelly también abordó en la entrevista la educación de sus hijos, en la que había lugar para las enseñanzas que ella recibió como estadounidense, «adaptado a lo que podía serles útil», y, además, destacó que «he intentado exponerles a los máximos puntos de vista posibles». Asimismo, «siempre hemos intentado criar a nuestros hijos con nuestros amigos adultos, que estuvieran juntas todas las edades, era más beneficioso y divertido para todos». Además destacó que «Montecarlo es en ciertos momentos del año un lugar de encuentro internacional y sentamos a nuestra mesa a muchas nacionalidades».
La princesa monegasca desveló que hablaba en inglés con sus hijos, que habían ido a escuelas francesas, idioma que hablaban entre ellos y con su padre, el recordado Rainiero de Mónaco: «Siempre rodeé a mis hijos de gente que hablaba en inglés, pero, además, dos de mis ellos hablan alemán, dos español y dos italianos», destacó la actriz que reivindicó que «la mayor parte de la disciplina viene con la madre, pero pesa mucho la amenaza de un padre, cuando los hijos son adolescentes, la presencia del padre es muy importante».
Ella misma había aprendido el francés, leído y escrito, pero no lo hablaba lo suficientemente bien cuando llegó al Principado para convertirse en la mujer de Rainiero de Mónaco, pero lo aprendió, «por ósmosis» y, sobre todo, «leyendo mucho». Muy ocupada en las labores propias de su rango, con actividades filantrópicas y de representación en el Principado, Grace Kelly consideraba que el tiempo se le quedaba corto para todos los planes que tenía.