Jaime de Marichalar ha inventado una nueva vida partiendo casi de cero, desde el desafortunado ictus que rompió su matrimonio con la infanta Elena en 2001. /
Fue una boda por amor, o por algo muy cercano al amor, ya que ninguno de los dos se manifestaron apasionadamente. Iba en el cargo de la infanta Elena , primogénita del rey Juan Carlos I, y en el nerviosismo del novio, Jaime de Marichalar , hijo de los condes de Ripalda. Su convivencia fue original, pues incluyó además de la consabida parejita, Froilán y Victoria Federica, una mutación de estilo de la infanta que la llevó a las mejores vestidas del mundo. Fueron años apasionantes.
Sabemos cómo terminó esta historia de conveniente amor: con un «cese temporal de la convivencia» que, desafortunadamente, se confirmó en divorcio doce años después de la boda. La pareja no pudo resistir un ictus que asoló la salud de Jaime de Marichalar y que, desde 2001, se ha convertido en el contexto principal en el que desenvuelve su vida. Su enjuta envergadura castellana mutó en una vulnerabilidad inestable, pero igualmente caballeresca.
Jaime de Marichalar tuvo que inventarse una nueva vida, no solo por la enfermedad que le sobrevino y sus consecuencias crónicas, sino por convertirse en el primer divorciado de la familia real española. Entonces no se dirimió ningún aspecto del posible acuerdo de divorcio entre el ex duque de Lugo y la infanta Elena: no sabemos nada de las circunstancias económicas o afectivas del reparto de responsabilidades acordado. Solo sabemos que, en la práctica, se le borró del mapa real.
A los efectos, Jaime de Marichalar jamás perteneció a la familia real. Si no fuera por la presencia de sus hijos, Froilán y Victoria Federica , pareciera que ni le conocen. Ese segundo plano asumido e incluso defendido podría ser condición de un acuerdo de divorcio protector para con la vida financiera del ex duque de Lugo. De hecho, no se le conoce trabajo desde su divorcio de la infanta Elena, más allá de su labor como consejero en Loewe.
Además de su relación con el grupo de lujo LVMH, propietario de Loewe, Jaime de Marichalar figura como administrador de la empresa Boabreimab S.L., dedicada al «comercio minorista de prendas de vestir». El website 'El cierre digital' apunta a que sus activos y su patrimonio se acercan a los tres millones de euros. Incluye el fantástico ático tríplex de 500 metros cuadrados que posee en Ortega y Gasset, una de las calles más caras de Madrid.
La delicada salud de Jaime de Marichalar, también sus problemas de movilidad, puede explicar algún grado de dependencia de la infanta Elena quien, además, siempre ha tenido la última palabra al respecto de sus hijos. Su ex marido puede haberse visto relegado en algún momento, ninguneado en muchos y marginado en otros tantos. Sin embargo, sus hijos le adoran y en la vida social ha seguido teniendo su ascendiente.
Gracias a sus muchos y buenos amigos, también algunos conocidos deseosos de atraerse algún microgramo de realeza por el medio que sea, Jaime de Marichalar disfruta de una vida social abundante y entretenida. Sus fieles de cabecera son Rosa Mairal y Esteve Rabat, los joyeros catalanes que le invitan a surcar las aguas mediterráneas en su impresionante yate. También Ana Gamazo y Juan Abelló, Naty Abascal o Isak Andic, el propietario de Mango.
El pasado septiembre, Marichalar fue invitado al 80 cumpleaños de la princesa Ira de Fürstenberg, celebrado en los jardines del Palacio de Liria. Coincidió allí, por primera vez en mucho tiempo, con la infanta Elena. Sin embargo, no se dirigieron la palabra. Según algunos invitados, ni siquiera se saludaron. No es ya que la relación no sea buena. Es que ni se entiende conveniente ni mucho menos necesaria.
Jaime de Marichalar con Naty Abascal, una de sus grandes amigas. /
Pilar Eyre, escritora y una de las cronistas de la familia real mejor informadas, ha sostenido siempre que el matrimonio fue un fracaso debido al cambio de carácter que Jaime de Marichalar sufrió tras el ictus. «El ataque cerebral modificó el carácter de Jaime. Pasó de ser un hombre exquisitamente educado a una persona malhumorada, iracunda, capaz de expresar las mayores inconveniencias». Eyre asegura que la convivencia se convirtió en un infierno para ambos.
Esos arranques de incómoda sinceridad parecen haber pasado a la historia, dada la actividad social de Jaime de Marichalar. Sin embargo, ni el ex duque de Lugo ni la infanta Elena han retomado su vida sentimental con nuevas parejas. Los rumores que se han suscitado en los últimos meses han errado siempre el tiro: se confundieron novias con primas, con su gran amiga Susana Uribarri o incluso con Veva Longoria, felizmente casada con Carlos Perreaux de Picnic.
Sí mantiene una relación muy próxima y sostenida en el tiempo con Giorgio Torelli, su entrenador personal. Parece que el ex campeón de fitness ha conseguido que el ex duque de Lugo tenga una rutina de entrenamiento, pero no que deje de fumar. Es un vicio que le une a Victoria Federica, su hija pequeña, a la que también se fotografía frecuentemente con el cigarrillo en ristre.