La reina Letizia accedió a tomarse varios 'selfies' en Cuenca, donde la esperaban decenas de personas. /
En una de sus últimas apariciones conjuntas antes de las Navidades, los reyes Felipe y Letizia acudieron a Cuenca para inaugurar el nuevo hospital universitario. Como no podía ser de otra manera, se acercaron a saludar a las personas que se arremolinaban en las inmediaciones del Ayuntamiento para estrechar sus manos y, con suerte, robarles un selfie. Los monarcas están acostumbrados a estos entusiasmos y, de hecho, los agradecen. Más, en este año que termina con una nota de tragedia por lo ocurrido en Valencia.
«Cuenca es un lugar muy especial y precioso», dijo la Reina a la periodista de TVE que trataba de obtener unas palabras. Efectivamente, los monarcas comenzaron allí su luna de miel hace 20 años, cosa que Letizia tuvo que recordarle al rey Felipe. Ha llovido mucho, pero lo que se mantiene inamovible es su presencia constante, juntos o por separado, en decenas de actos de su agenda oficial. La coreografía de sus apariciones se ha vuelto tan familiar como el rito de las misas o el orden de productos de skincare.
Tenemos que hablar de la coreografía de los Reyes en sus eventos, efectivamente, porque alguna novedad sí que hemos visto en los últimos días. En Cuenca, sin ir más lejos, quizá por la alegría general de los conquenses o, quizá, por el relajo de unos monarcas que ya ven próximas las vacaciones de Navidad. Fue durante el paseíllo en el que felipe y Letizia saludaron y posaron para algunos selfies y hasta Casa Real dejó constancia de ella. Es solo un gesto, pero es nuevo.
No es habitual que Casa Real comparta en Instagram una fotografía en la que puede advertirse un gesto de familiaridad, casi de intimidad, entre el rey Felipe y la reina Letizia. De hecho, no suelen tocarse ni besarse ni abrazarse ni darse la mano ni tienen ningún ademán que sugiera nada más allá de lo institucional. Han tenido que ir a Cuenca para que las veamos, gracias a un selfie, abrazados.
El abrazo de los reyes Felipe y Letizia en Cuenca. /
A ver: no estamos ante un abrazo en toda regla, pero al ser los Reyes los protagonistas casi califica como tal. En la foto se ve claramente cómo los monarcas, al posar para un selfie que les piden desde el otro lado de la barrera, se enlazan mutuamente pasando un brazo por la espalda y cintura del otro. ¿Habíamos visto alguna vez a Felipe y Letizia abrazados de esta manera en una foto oficial? Casi que no.
Aunque este gesto de familiaridad e intimidad de los Reyes surgió de la manera más natural, prueba de que es una aproximación que sucede habitualmente en su vida privada, tiene más lecturas además de confirmar su buen relación personal. Este hecho no es menor, pues sobre la vida sentimental de Felipe y Letizia siempre ha habido todo tipo de rumores. Sin embargo, no parece lógico que existan este tipo de gestos en una pareja que no funciona.
Pasemos página de la cuestión de la vida de pareja de los Reyes para centrarnos en otro asunto que, además, ha sido polémico. Hablamos de la manera en la que los ciudadanos se acercan a los monarcas, sobre todo a la reina Letizia. Lo comprobamos cada vez que se acerca a saludar: jamás una sñora de las que desean saludarla ha ido más allá de tocarle levemente un brazo. De hecho, apenas ninguna se atreve a buscar un contacto.
Esta circunstancia de respeto se rompió, por razones que todos conocemos, en Valencia. No es posible justificar a las personas que, de pura rabia, lanzaron barro a los Reyes durante su visita a Paiporta, pero podemos entender a las mujeres que, queriendo llamar la atención de Letizia, la agarraron por el brazo o incluso se abrazaron a ella, desesperadas.
La situación se volvió a repetir en Valencia, durante la misa funeral por las víctimas de la DANA, aunque para entonces Letizia estaba mucho más preparada para el cuerpo a cuerpo. Al consolar a los familiares, tanto hombres como mujeres, el contacto físico fue inevitable y hubo abrazos, besos de consuelo y otros gestos de conmiseración y empatía. Solo un hombre, totalmente fuera de lugar, incomodó a la Reina. Y si no a ella, a quienes le observamos.
Lo retransmitió Televisión Española: un hombre, probablemente familiar de alguna de las víctimas mortales, se acercó a la reina Letizia y, con la mayor familiaridad del mundo, la ciñó por la cintura. El gesto íntimo, totalmente fuera de lugar, debió sorprender a Letizia, que tardó unos segundos en reaccionar para, inmediatamente, tratar de quitarle la mano sin dejar de hablar con él. Fue evidentemente incómodo pero, además, irrespetuoso.
Cada vez es menos habitual que hombres desconocidos agarren por la cintura a mujeres que no conocen ni son de su familia, pero aún quedan los que piensan que tales gestos forman parte de la costumbre admitida. No es así. Al contrario: es tremendamente incómodo y puede llegar a violentar. Observar cómo le sucedía hasta la Reina fue de lo más chocante. Gracias a esta foto en Cuenca, probablemente sin quererlo, Casa Real da un mensaje importante: es el Rey el que puede abrazar a la Reina. No cualquier desconocido.