Olympia von und zu Arco-Zinneberg y Jean-Christophe Napoleón Bonaparte. /
Aunque Eugenia de Borbón parte como favorita en nuestro listado de efímeras reinas de Francia, la realidad es que existen otras mujeres que podrían disputarle esa corona si la vida fuera un capítulo de Juego de tronos, y en ese listado se encuentra la bisnieta del último emperador de Austria, la condesa Olympia von und zu Arco-Zinneberg.
Sus aspiraciones al inexistente trono francés le llegan, como suele suceder en estos casos, vía matrimonio. Desde 2019 Olýmpia es la feliz esposa de Jean-Christophe Napoleón Bonaparte, tataranieto del emperador Napoléon Bonaparte I.
Su unión se oficializó en una boda que parecía una clase de historia de esas en las que se fusionan dos grandes casas reales, en este caso, la casa Imperial francesa y la casa de los Habsburgo. Un auténtico déjà vu para los historiadores porque esto ya lo podemos leer en los libros de historia: Napoleón Bonaparte I, emperador de Francia, se casó con la Archiduquesa María Luisa de Austria, de los Habsburgo, en el siglo XIX. Ahora sus descendientes son pareja oficial.
¿Y qué queremos decir con todo esto? Pues que aquella boda de 2019 fue todo un bodorrio discreto, pero imperial, y si Eugenia quiere conservar sus opciones para seguir siendo la favorita en esta quiniela sin premio de la reina de Francia debería tomar nota de algunos detalles a tener en cuenta.
Eugenia de Borbón aún está lejos de protagonizar un enlace matrimonial pero cuando le llegue el momento haría bien en mirar cómo organizó Olympia el suyo porque fue una lección de diplomacia. Para empezar, por el estilismo: lejos de la sosez de otros eventos reales (sí, Meghan, esto va por ti ) pero sin llegar al exceso.
Olympia von und zu Arco-Zinneberg lució un original y carísimo vestido con escote corazón de Oscar de la Renta , con un diseño de grandes hojas cosidas sobre tul, una minicapa a juego y un velo de un metro ribeteado por el mismo diseño que completó, como no podía ser de otra forma, con una tiara, en su caso la Bandeau Saboya-Aosta.
Olympia von und zu Arco-Zinneberg y Jean-Christophe Napoleón Bonaparte. /
De todas las joyas del joyero familiar que estaban a su disposición, que eran muchas, la novia decidió escoger la menos vista, porque no todos los días se casa una con un descendiente de un emperador. La elegida, de diamantes, se ha usado por las mujeres de su familia más como gargantilla que como aderezo para la cabeza, por lo que su aparición en 2019 sorprendió a los expertos.
Por otra parte, los pendientes colgantes que lució, con zafiros engastados de diamantes, fueron el «algo azul» que su madre le prestó, una reliquia de la familia Arco-Zinneberg. Y de guinda el anillo de bodas, que tiene engastado un diamante de 40 quilates que perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo.
Sólo con lo que Olympia llevaba encima en joyas su boda ya «gana» en empaque regio a Eugenia de Borbón, que en su debut social en Le Bal también apareció con una tiara, pero no del joyero familiar sino cedida por la compañía V Muse, patrocinadora del evento.
El otro punto que dejó claro a todos que lo que estaba pasando en París era más interesante de lo que parecía a primera vista fueron los distintos escenarios escogidos por los novios para su enlace. La ceremonia se celebró en la catedral de los Inválidos, un palacio construido por Luis XIV, en el que Napoleón también se casó y que hoy alberga su tumba. Sí, el príncipe de los Bonaparte se casó en el mismo edificio en el que descansan los restos mortales de su antepasado.
La boda de Olympia von und zu Arco-Zinneberg y Jean-Christophe Napoleón Bonaparte. /
Un comportamiento royal, el de soltar votos matrimoniales ante muertos ilustres y familiares, que sólo podría igualar la princesa Leonor si le diera por casarse en El Escorial y que es lo mismo que hace la familia real inglesa a fuerza de repetir bodas en bucle en la abadía de Westminster .
Y para celebrar el banquete, el baile y todo lo demás, la pareja y sus invitados (ricos y royals como ellos mismos), viajaron hasta el castillo de Fontainebleau, el mismo que en 1804 Napoleón escogió como una de sus residencias oficiales. Otro recuerdo al mundo de a quién «pertenece» el trono de Francia.
No sabemos qué pasará cuando Eugenia se case, pero sí que esta boda parisina tenía mucho más simbología royal que el propio enlace de su padre, Luis Alfonso de Borbón , en República Dominicana con Margarita Vargas. Allí no hubo un par de siglos de historia observando a los herederos, invitados de la realeza (de la casa real española no asistió nadie, por ejemplo) y el banquete se celebró en la vivienda de los Vargas, aunque, eso sí, con 1500 invitados y David Bisbal cantando. Eso, en Francia, no lo tuvieron.