El príncipe Enrique, vive unos tiempos convulsos y, en medio del caos, su salvavidas es su esposa Meghan Markle. El biógrafo real Tom Bower lo describe en Page Six como un hombre dañado y «muy perturbado», atormentado por traumas infantiles. Siente un vacío y la duquesa de Sussex lo ha llenado. Satisface todos los requisitos, pero es una tirita que puede provocar un problema mayor en su marido: el apego ansioso, una condición heredada de su madre, la princesa Diana de Gales, a la que estaba muy apegado emocionalmente.
Las carencias de Enrique de Inglaterra son secretos a voces. La trágica muerte de Diana de Gales, su madre, cuando él tenía solo 12 años. La exposición de su drama a ojos de todos. Cómo le trataba Carlos III cuando era un niño. La relación rota de sus padres. El distanciamiento con su hermano Guillermo. La falta de amor.
Con la muerte de su abuela Isabel II, Enrique ha removido su pasado. Miriam Conde, especialista de Pragma Psicología, se apresura en diferenciar entre duelo y trauma. El primero es un proceso común: «Perder a un ser querido implica tristeza, dolor, soledad, desesperanza, incluso rabia».
Lo que genera alerta es el daño duradero en el inconsciente, revivir una angustia del pasado como si acabara de ocurrir. «Creo que el funeral despertó la misera en Enrique por estar tan aislado de su familia y amigos y ser un extraño», añade Bower. «Eso ejerce una gran presión en su relación», continúa sobre su matrimonio con la ex actriz estadounidense.
La psicóloga clínica explica que un trauma es más complejo y requiere de una ayuda profesional. «La muerte de Isabel II le puede conectar con recuerdos relacionados con la muerte de Diana de Gales, eso no quiere decir que el proceso sea el mismo. No lo podemos comparar porque no son iguales, ni el vínculo con ambas ni la situación personal de Enrique», defiende.
El duque de Sussex ha aireado los baches que ha sufrido en su infancia. Ha llegado a acusar a su padre de perpetuar un ciclo de «dolor y sufrimiento genético», como ha anunciado en el podcast Armchair Expert de Dax Shepard, en 2021. Además, considera que su padre y su hermano, el príncipe Guillermo, siguen «atrapados» en ese bucle, lo que le genera «lástima».
Desde un punto de vista psicológico, la familia es el factor que determina el resto de vínculos. Miriam Conde sostiene que está unido totalmente a las relaciones de amor: «Hay parejas que mantienen una dependendencia insana y asfixiante, es uno de esos vínculos que nos deben preocupar».
Lo llama «apego ansioso», y es lo que podría padecer el príncipe Enrique. La experta lo resume en la «necesidad de contacto constante con el otro». ¿Por qué ocurre? «A veces buscamos en las relaciones de pareja un cuidado y una atención que no hemos recibido por parte de nuestros familiares a lo largo de nuestro crecimiento», responde.
También es fundamental el papel de la pareja. Conde recomienda que animen a los afectados a que vayan a un profesional. Si no, puede derivar en «relaciones insanas y dolorosas». En este caso, las intenciones de Meghan no son del todo claras. Si bien siempre ha afirmado que no sabía nada de la realeza cuando conoció al príncipe Enrique, Bower alega que la actriz de Suits lo investigó con detenimiento.
El biógrafo asegura que la princesa iba preparada antes de su primera cita a principios de julio de 2016 en el Soho House's Dean Street Townhouse. «Como mujer inteligente y con mucha experiencia, sabía exactamente qué botones apretar», afirma el biógrafo a Page Six. Enrique se sentía infeliz como miembro de la realeza, y ella le enseñó una salida.
El primer consejo que da la psicóloga ante un trauma infantil es observar el entorno. «Se deben forjar vínculos sanos y el trabajo suele ser independiente y personal. Abordarlo en conjunto no es muy realista, aunque sea lo ideal». Por lo que ha declarado Enrique, él es la única oveja negra que señala las flaquezas de la casa real, así que su proceso de recuperación no será un camino de la mano de su padre y su hermano.
«El trabajo individual en terapia es aún nuestra asignatura pendiente. Todos deberíamos preguntarnos más acerca de quiénes somos y por qué, y profundizar en nuestros vínculos. El estilo de apego marca nuestras relaciones», prosigue Conde.
Frente a un trauma adherido a unos recuerdos, el duelo parece un acontecimiento más ligero. «Es un proceso que tiene varias fases hasta llegar a la asimilación. Si pasados seis meses la sensación de profunda tristeza, dolor o rabia no desaparece, nos debe preocupar porque se puede cronificar. Debemos pedir ayuda a un profesional», cuenta la especialista.
Es cuestión de tiempo y de otras características, como ser capaz de compartir las emociones. «La pareja suele ser un pilar fundamental durante este trance», describe Conde. Otro requisito es mantener actividades agradables que hagan al afectado evadirse. En definitiva, mirar hacia adelante para evitar que la atención se centre exclusivamente en el recuerdo del ser querido.
20 de enero-18 de febrero
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