Por qué el primer marido de Corinna Larsen la llama mentirosa y peligrosa: la decadencia de una relación que parecía idílica (se fue de viaje a Botsuana con ella y Juan Carlos I)

Philip Adkins y Corinna Larsen han pasado por todas las fases posibles: amantes, casados, amigos y enemigos. Su relación ha sido inesperada y los cambios, radicales, hasta el punto de que él la llama « peligrosa e inestable». Detrás de ese giro hay un culpable, que parece que se resiste a separarse de la empresaria alemana, el rey Juan Carlos .

El cuarto capítulo del pódcast Corina y el Rey se centra en uno de los episodios más polémicos de emérito, su caída en Botsuana (África) en 2012. Como ya hemos contado en otros episodios de la biografía de la ex amante del rey (dicho por ella misma), en ese viaje le acompañaban la susodicha; su primer marido, Philip; y el hijo de ella, Alexander zu Sayn-Wittgenstein (que tuvo con su segundo marido, Casimir zu Sayn-Wittgenstein).

Aunque suene un poco a comedia de enredos para el resto de mortales, los afectados veían esa reunión absolutamente normal. De hecho, Philip dijo a la revista Vanity Fair que era un encuentro « familiar», como un mosaico de allegados. Estar en esa compañía le hacía sentir privilegiado.

En cambio, para Corinna fue una trampa. El safari era un supuesto regalo por el décimo cumpleaños de Alexander. «Llegué con mi hijo y me di cuenta de que no era tal cosa», apunta. La cacería se convirtió, a sus ojos, en un capricho que Juan Carlos I se concedió a sí mismo y que casi le cuesta la vida (la aristócrata insinúa que él, que tenía una hemorragia interna, se salvó por el jet privado de la alemana).

Corinna Larsen fue una bomba mediática para el rey. Con la recopilación que ha hecho en el episodio Matar a Dumbo (sobre su caza de elefantes), ha estallado una segunda vez. «El rey se cayó por beber», ha anunciado, y ha insistido en la debilidad de Juan Carlos por el vino español. Hasta el punto de que, en el vuelo de regreso a España y magullado, se pidió una copita.

Juan Carlos I confesó, justo después de la operación de su cadera rota, la frase que marcó su reinado: «Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir». Para ahondar en la relevancia del acontecimiento, ha aportado su opinión el Jefe de Comunicación de la Zarzuela por aquel entonces, Javier Ayuso. Pero se ha negado uno de los implicados más cercanos a la anécdota, Philip Adkins.

Los motivos son determinantes, Philip sostiene que lo que cuenta Corinna es «totalmente falso», de ahí que considere que no es una persona equilibrada. La que fue amante del rey no ha respondido, pero es una traición directa. Ella fue la que presentó a sus dos ex parejas, y el resultado (sorpresa) ha sido nefasto. Al final, Philip se convirtió en el apoyo del marido de la reina Sofía cuando se acabó su romance con Corinna, en 2014. Una paradoja inverosímil.

El descalabro de Corina y Philip era impredecible. Se conocieron en París, cuando ella era una joven de 21 años que tenía un puesto en la Compagnie Générale des Eaux. Él era banquero de inversiones en Citigroup, de 27 años. Se casaron seis años después, en 1991, y tuvieron a su hija Natassia al año siguiente. Hasta aquí, todo idílico, e incluso ganaron un tiempo más de felicidad; a pesar de que cortaron en 1993, siguieron siendo amigos.

Las diferencias crecieron y distanciaron a la ex pareja (las discrepancias eran, básicamente, su visión del padre de Felipe VI). Philip jamás habló de que el rey hubiera bebido alcohol, de hecho, dijo a la revista Vanity Fair que fue un accidente por no saber ubicar la cabina o la altura de la cama. «Te desorienta. Es un accidente humano y es terrible», declaró.

La tensión se ha acumulado y se ha tornado agresiva. El británico de 64 años critica duramente a Corinna ante los medios: «Hay muchas pruebas en su forma de expresarse en privado que indican que es una sociópata narcisista».

Philip considera que a Corinna se le ha premiado con lo peor, la atención pública. «Ahora ella tiene que lidiar con la dolorosa realidad de ser poco interesante e insignificante», describe. Sus palabras se han quedado sin rastro de ternura, amor o amistad hacia su ex mujer: «No hay cirujano plástico ni banquero que pueda cambiar eso. Corinna siempre ha estado muerta por dentro».