Seis meses en el mar

Los peligros de Leonor en alta mar, analizado por el comandante de Elcano: temporales, accidentes y el Cabo de Hornos

Manuel García Ruiz, máximo responsable del buque escuela entre 2021 y 2023, nos da las claves sobre la travesía de seis meses en alta mar de la princesa Leonor.

La princesa Leonor a bordo del Juan Sebastián Elcano. / gtres

Jorge C. Parcero
Jorge C. Parcero

La princesa de Asturias, Leonor de Borbón, continúa en plena travesía oceánica hacia Brasil a bordo del buque escuela de la Armada Juan Sebastián Elcano , en el que ejerce funciones de guardamarina durante su actual crucero de instrucción. En total, la heredera pasará cerca de seis meses de singladura hasta su regreso a nuestro país. Algo que no ocurrirá hasta el próximo 3 de julio, cuando el buque escuela atraque en el puerto de Gijón.

A través de la Casa Real ya hemos podido ver algunas imágenes de la primogénita de los reyes de España realizando diferentes ejercicios, como la subida a palos, el aferrado de velas o el posicionamiento mediante sextante. Pero para conocer en profundidad cómo está siendo su exigente periplo en alta mar, hemos querido recabar la opinión de alguien que conoce de primera mano este viaje: Manuel García Ruiz, el que fuera comandante de este emblemático navío entre 2021 y 2023.

El actual Jefe de la Sección de Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones del Estado Mayor de la Armada, fue también guardiamarina en el Juan Sebastián Elcano, antes de ser su máximo responsable. « Atesoro muchos buenos recuerdos. En puerto, en los actos de Jura de Bandera, me conmovía ver cómo españoles que llevaban años sin ir a España, se emocionaban al subir a bordo, besar la bandera y saber que, al pisar la cubierta de madera se encontraban de nuevo en nuestro país, en ese trocito de España que navega, aunque a miles de kilómetros de distancia«, confiesa a MujerHoy.

Una experiencia nueva y arriesgada para Leonor

La princesa Leonor sigue de este modo con el crucero de instrucción los pasos del rey Juan Carlos (1957) y del rey Felipe (1987) como una guardiamarina más. «Para ellos es una experiencia casi nueva», asegura el comandante. La joven royal y sus compañeros «afrontan por primera vez un embarque muy largo, en el que deberán acostumbrarse a pasar varios meses seguidos fuera de casa, realizar navegaciones de varias semanas sin tocar puerto, convivir con sus compañeros y el resto de la dotación en un espacio reducido durante 24 horas al día».

En cuanto a los riesgos que conlleva un viaje como este, añade que «desde el punto de vista físico, están sometidos a un esfuerzo permanente, ya que, al intenso horario lectivo, han de añadir las guardias que montan en el buque, de día o de noche». Pero esto se compensa con el hecho de que «traen una gran ilusión, que facilita que su mente esté concentrada en su trabajo». Además, destaca que «ejercer de embajador de tu Armada y de tu país en el extranjero no es tarea fácil. Es una gran responsabilidad».

El comandante Manuel García Ruiz en su despacho del buque escuela. / armada española

¿Y qué ocurriría si hay un accidente grave en alta mar que pusiera en peligro la vida de la princesa o de uno de sus compañeros? «El mejor temporal es aquel que puede evitarse», señala nuestro entrevistado. «En caso de un accidente, se recurre al Servicio de Medicina del buque, que cuenta con cirujano, anestesista, médico de medicina general y enfermero. En caso de así determinarlo, bien por gravedad, bien para poder afrontar una adecuada rehabilitación, se le repatriaría a España».

Eso sí, el comandante nos confirma que no existe un protocolo de rescate como tal, en el muy improbable caso de que la guardamarina Borbón sufriera algún percance de importancia: « En un caso de extrema gravedad, en que hubiese que evacuar de urgencia a un miembro de la dotación, el barco navegaría hacia la costa más cercana a máxima velocidad«».

La guardiamarina Borbón y la rutina en Elcano

«Se puede definir como intenso», nos cuenta Manuel García Ruiz sobre la jornada típica para un guardiamarina a bordo de este buque escuela. «De lunes a viernes, comienza pronto, aproximadamente a las 06:45 se toca diana y tras el desayuno comienzan las clases, aproximadamente entre 07:15 y 12:30, con un descanso breve para tomar un café o un bocadillo. Tras la comida, se reanudan las clases a 16:00 hasta 18:30», detalla.

Los marineros también estudian asignaturas del grado de Ingeniería Mecánica, acuden a un acto de Oración y Lectura de la orden diaria «y por la noche, sobre las ocho, la unidad de música da un breve concierto en cubierta, que sirve para desconectar durante un rato de todas las preocupaciones, y, a partir de ese momento, disponen de tiempo libre para estudiar, leer o hacer deporte».

Guardias, conferencias sobre temas históricos o profesionales y sobre cada ciudad en la que hacen escala, completan la ajetreada rutina de los guardiamarinas , que deben conseguir que a bordo todo funcione como una máquina bien engrasada.

Por eso es tan importante, como destaca Manuel García Ruiz, que en el buque todo fluya como en una gran familia. «Es uno de los pilares necesarios para el éxito de la misión. La convivencia tan cercana durante prolongados períodos de tiempo facilita las relaciones personales a todos los niveles y posibilita el buen funcionamiento del barco», señala rotundo. « Aprendes a vivir casi las 24 horas rodeado de compañeros, a apoyarte en ellos cuando vienen momentos difíciles y a alegrarte con ellos en los buenos«.

Los momentos más inolvidables para la princesa Leonor

Sin saber todavía si la heredera al trono reeditará con Donald Trump el encuentro que su padre tuvo con Ronald Reagan en 1987, está claro que esta travesía dejará en su memoria momentos inolvidables. «La alegría y el gozo de la dotación al cruzar el Cabo de Hornos, un accidente geográfico mítico, muy peligroso y que, debido al habitual estado de la mar, con olas de 8 a 10 metros, vientos huracanados y grandes corrientes», es el recuerdo que elige nuestro entrevistado.

La princesa Leonor realizando tareas en el Juan Sebastián Elcano. / limited pictures

Claro que durante un crucero tan largo puede haber malos momentos, pero según el comandante, «se afrontan como marinos, poniendo nuestro máximo empeño en solucionarlos. Por eso es tan importante sentirse arropado por nuestra otra familia, la dotación».

Finalmente, tanto para la hija de los reyes Felipe y Letizia como para el resto de guardiamarinas, su deseo una vez finalizada esta gran aventura es «que no olviden todo lo que han aprendido desde el punto de vista profesional, militar y marinero, ya que son nuestros futuros oficiales». Y espera que todos ellos sean « mejores marinos, mejores personas, más maduros y, especialmente, compañeros».

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