De traición en traición

Alberto II de Mónaco, un príncipe en crisis perpetua: delitos, traiciones, escándalos y rumores de divorcio

La vida del príncipe Alberto de Mónaco, paciente esposo de la princesa Charlène, parece transcurrir de evento glamouroso a evento glamouroso; pero tras esa fachada bling bling se esconde una tormenta de traiciones.

Alberto de Mónaco junto a su esposa, la princesa Charlène. / Gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

El príncipe Alberto II de Mónaco, soberano del principado que más de comer a la prensa rosa, ha declarado en la revista Paris Match que todo va bien en La Roca: «Es una suerte que toda mi familia esté a mi alrededor, rodeándome de su afecto, y no sólo mi familia inmediata, sino también la extensa familia de monegascos. Todos somos una única familia, unida y solidaria. Esto me ha ayudado mucho durante este periodo». Una buena declaración de intenciones, que desafortunadamente no parece corresponderse con la realidad si hacemos caso a los rumores y los titulares .

A pesar de conceder una completa entrevista para reafirmar su amor por la hierática princesa Charlène y de sacar músculo en el último Baile de la Rosa consiguiendo que su esposa le acompañara tras una década de ausencia, el soberano, y por extensión todos los Grimaldi, está atravesando una delicada situación. Los rumores de divorcio nunca le abandonan y ahora, además, se le añaden otros más preocupantes: los de corrupción.

Tampoco es que esta sea una novedad en la vida de Alberto II de Mónaco lo de estar en la cuerda floja; el príncipe ha saltado de una crisis a otra casi desde que nació y a estas alturas sabe de sobra cómo mantener el equilibrio, a pesar de que quienes le rodean no se lo ponen especialmente fácil.

Desde su propio padre, a sus hermanas, la princesa Carolina de Hannover y la princesa Estefanía, sus sobrinos, los Casiraghi y su ex círculo de confianza, todos en alguna medida han fallado a Alberto II de Mónaco. ¿Cómo y cuándo cometieron sus «traiciones»?

La extraña alianza entre Rainiero de Mónaco y la princesa Carolina

De haber nacido varón, Carolina de Hannover sería ahora la dueña y señora de Mónaco y no estaría visitando exposiciones en París. Seguramente hasta se habría ahorrado algún que otro matrimonio desastroso.

Lo sorprendente de esta situación es que hasta el propio padre de Carolina y Alberto, el príncipe Rainiero, se planteó en una ocasión que a lo mejor lo más adecuado era puentear a su único hijo varón poque no le veía capacitado para hacerse con el poder en el peñón más rico del mundo.

Como le sucedía a la reina Beatrix de los Países Bajos con su heredero el príncipe Guillermo, para Rainiero Alberto no mostraba brillantez ni interés en los asuntos de estado y, peor aún, tampoco parecía estar predispuesto para casarse y dar un heredero al trono.

Se dice que, de hecho, Alberto le tenía tanto miedo a su propio padre que era incapaz de hilar una frase tras otra en su presencia. Así las cosas Rainiero reunió a sus asesores para consultar el proceso legal por el cual Carolina quedaría nombrada como su heredera siempre y cuando ésta renunciara al trono en favor de su hijo mayor, Andrea Casiraghi.

Alberto y Carolina de Mónaco en el Baile de la Rosa 2024. Foto: Gtres.

Parece que justo al contrario que las hermanas de Carlos Gustavo de Suecia con su único hermano varón, al que le desearon siempre una salud de hierro para no tener que acercarse al trono ni un paso, a Carolina la idea no le pareció inviable. Afortunadamente para Alberto aquellos papeles jamás se firmaron y las cosas se quedaron como están.

Eso no significa que Carolina, e incluso la princesa Estefanía, no ejercieran de vez en cuando de elemento disruptor durante el mandato de su hermano. De hecho, ambas princesas se quejaron insistentemente al príncipe para que les aumentaran su ya extensa asignación mensual a costa de las arcas del estado si hacía falta.

Cuando empezaron a recibir negativas por parte del gestor de las cuentas del príncipe, decidieron convencer a su hermano de que expulsara de la corte a su asesor financiero, Claude Palmero, provocando la mayor crisis conocida en el principado que ha culminado con el príncipe Alberto demandado por su hombre de confianza y los secretos financieros de La Roca y los Grimaldi publicados en Le Monde.

La traición del amigo de la infancia que provocó la de Nicole Lacoste

Pero si había un nombre relacionado con Alberto de Mónaco y cuya traición le dolió más que los movimientos monetarios de sus hermanas, esa fue la cometida por su amigo de la infancia, Thierry Lacoste.

Thierry Lacoste era hijo de Nadia Lacoste, la mujer que durante tres décadas llevó las relaciones del palacio del príncipe con la prensa. Nadia, apellidada Marculescu cuando era soltera, llegó a Mónaco con 15 años y fue contratada por Rainiero poco después de su boda con Grace Kelly. Se hizo amiga de la nueva princesa y su propio hijo, Thierry, creció junto a Carolina, Alberto y Estefanía.

A su muerte, en París, a los 99 años de edad, todos la recordaban con cariño y alabando su buen hacer como portavoz de los príncipes. Su hijo Thierry, nos tememos, no correrá la misma buena suerte cuando fallezca.

Thierry Lacoste se formó como abogado y ejerció de amigo íntimo de los Grimaldi desde su juventud, especialmente del heredero. Con semejante bagaje no era de extrañar que los tres hermanos contaran con él para sus problemas legales. La primera en confiar en su capacidad fue Carolina, que lo usó para una demanda contra la prensa, pero años después, Virginia Gallico, dama de honor de la princesa, confesó que no quedó nada satisfecha con la labor de Thierry Lacoste y que jamás volvería a contar con él.

El príncipe Alberto de Mónaco. Foto: Gtres

El caso del príncipe Alberto fue distinto, Thierry era para él algo más que un abogado, era su compañero de juergas y no dudó en darle un lugar prominente en su consejo asesor privado cuando ascendió al trono. Se equivocó.

Según los rumores de palacio fue Thierry Lacoste quién metió la pata a la hora de gestionar el escándalo del hijo que el príncipe había tenido con la azafata togolesa Nicole Coste. Básicamente le retiró la ayuda económica al niño y la madre cuando Rainiero murió, lo que provocó que Nicole Coste traicionara el acuerdo de mantenerse en secreto y apareciera en la portada de Paris Match denunciando ante el mundo que su hijo Alexandre era el vástago de Alberto. El escándalo fue monumental.

Y no fue el único. Años después de aquella crisis, Lacoste protagonizaría otra que supondría su despido en el verano de 2023. Tras múltiples ataques vía internet hacia el círculo de confianza del príncipe, Alberto se acabó dando cuenta de que los rumores podían esconder algo más que mala prensa. Todo apuntaba a que Thierry Lacoste se había estado enriqueciendo ilícitamente cobrando comisiones para favorecer a unas empresas sobre otras. La traición se zanjó con una nueva carta de despido.

Con la expulsión de Lacoste y Palmero, el retorno de una Charlène a Mónaco en plena forma y sus hermanas contentas con sus asignaciones todo hacía prever que la vida, por fin, se calmaba en Mónaco. Pero ahora ha llegado el turno de los sobrinos Casiraghi: Le Monde ha publicado que Carlota Casiraghi vive en un apartamento a nombre del ex asesor despedido Claude Palmero y los negocios de Pierre y Andrea han llamado la atención de la agencia Bloomberg que afirma tener documentación que demuestra favoritismo empresarial por parte de su tío en su negocios. Está escrito que Alberto de Mónaco no va a tener un reinado tranquilo.