No podía haber un diseñador mejor ni tampoco una historia más jugosa. Resulta que el vestido negro de tul que luce la reina Letizia en el largamente esperado retrato de Annie Leibovitz es nada menos que de Balenciaga . Y otro tanto puede decirse de la capa abullonada que envuelve a nuestra soberana como celofán. El maestro de Getaria ha puesto su excelencia en esta cotizadísima imagen. Nunca mejor dicho porque la institución que la encargó para celebrar los diez años de reinado de los reyes es el Banco de España.
Ambas piezas, elegantes por demás y muy hollywoodienses, han salido de la magnífica colección que atesora la Fundació Antoni de Montpalau, con veinte años ya de andadura y sede en Sabadell. Su cofundador, vicepresidente y además director, Josep Casamartina Parassols, nos ha contado que el traje de noche en cuestión, datado en los alrededores de 1948, «perteneció a Maria Junyent, hija del pintor, escenógrafo y coleccionista Oleguer Junyent, que eran vecinos del taller de Balenciaga en Barcelona».
Casamartina da más detalles: «Balenciaga estaba en la calle Santa Teresa y ellos tenían el estudio justo en la esquina de la calle Bonavista. Estaban a cincuenta pasos. Así que supongo que por vecindario, por afinidad, llegó a ellos este traje, que podía ser de un desfile». El hijo de la que había sido su propietaria, Oleguer Armengol Junyent, lo donó a esta fundación en 2008. Quién le iba a decir que dieciséis años después lo iba a llevar, y con este boato, la mismísima reina Letizia . Estamos hablando de «un vestido drapeado de tul de seda, fourreau de faya de seda», tal y como está catalogado en la fundación catalana.
Si bien la elección de Cristóbal Balenciaga entra dentro de los cánones, pues entronca directamente con la realeza -tuvo a las reinas Victoria Eugenia y María Cristina de clientas-, más miga tiene aún el origen de la capa «color frambuesa». Según Casamartina, un apasionado del textil, «forma parte de un conjunto muy emblemático que era de la condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert, María del Carmen Ferrer-Cajigal de Robert». Y lo mejor, según relata, es que «ese conjunto de capa y vestido se lo hizo Balenciaga expresamente a la condesa en 1962 para la boda de Juan Carlos y Sofía en Grecia ».
Las vueltas que da la vida, porque de una condesa ha pasado a una reina. A esta dinámica fundación privada llegó en 2015 como parte de un conjunto directamente de la hija de su dueña, Carmen de Robert, «muy amiga de la colección», se enorgullece este historiador del arte, la arquitectura y la moda. «El vestido le quedaba un pelín grande a doña Letizia y finalmente nos lo devolvieron. Cuando se hizo la prueba, en la Casa Real se vio que el que encajaba era el negro con la capa, en vez de reproducir exacto el modelo del 62».
A vueltas con el traje de noche que luce de día la reina Letizia , ya se pudo ver en la exposición La edad de oro de la alta costura, que tuvo lugar en el Museo del Traje (Madrid) en 2010; en Barcelona alta costura, de 2010-2011, en el Palau Robert; y en Balenciaga y la alta costura en Barcelona, 2013-2014, en el Museo de Getaria. En cuanto al conjunto de ceremonia, se expuso curiosamente en Reinas por un día, en el marco de la Barcelona Bridal Fashion Week de 2018, y en el Museo Thyssen de Madrid un año más tarde dentro de Balenciaga y la pintura española. ¿Lo vería aquí Eva Fernández, la estilista de la reina , incluso ella misma?
Tanto el director de la fundación como su presidenta y cofundadora, Anna Maria Casanovas Crusafon, y resto del equipo guardaban el secreto desde el mes de febrero. Entonces Josep y el conservador, Ismael Núñez, viajaron a Madrid con los trajes, aunque, según aclara, «no fuimos a Zarzuela, porque habría sido muy aburrido estar durante horas en la sala de espera. Nos quedamos en el hotel». En una semana tenían de vuelta en sus almacenes las piezas ya históricas.
Antes solo las habían lucido sus propietarias, como nos confirma Josep Casamartina. «Nosotros no dejamos los trajes a nadie. Sí que es verdad que el fotógrafo Manuel Outumuro nos ha dedicado reportajes especiales en distintas publicaciones. Y que accedimos a que Judit Mascó, Martina Klein y Vanesa Lorenzo , las top models principales, llevaran algunos de nuestros vestidos».
Así pues, ¿cómo no dejárselo a doña Letizia? «Cuando desde Casa Real nos preguntaron si prestaríamos el vestido a la reina para la foto, no pudimos decir que no. Además no deja de ser un reconocimiento a nuestra labor. Pero nos los han pedido muchas veces y siempre nos hemos negado», explica el director de la fundación.
Palacio ha jugado sus cartas porque, como nos dice Casamartina, «los museos no pueden prestar sus fondos por protocolo, pero nosotros como fundación privada podemos ser más flexibles. Por eso pienso que era una decisión lógica. Había que buscar un vestido que fuera significativo y con una procedencia excelente».
El vestido de tul y la capa de gazar son solo dos de las 19.000 piezas que guarda esta institución como oro en paño. Y subiendo, porque las donaciones no paran de llegar. Hace tres semanas, recibieron cinco vestidos de Valentino Alta Costura de los años sesenta que pertenecieron a María Mercader, actriz y esposa de Vittorio de Sica. «Tenemos mucha gente que nos sigue. Tenemos donaciones de la familia March, de Carmen Mateu de Suqué, que nos dio Balenciagas también. Ya contamos con una colección muy reconocida», presume Josep Casamartina.
Ahora mismo, esta fundación tiene abierta una exposición en la Fundación Rocamora sobre Andreu, el modisto de la Gauche Divine, con piezas donadas por la actriz Mónica Randall o Montse Riba, «que fue una modelo icónica en los setenta y nos dio unos vestidos preciosos que salieron en las revistas de la época». El equipo de la Antoni de Montpalau llevan ya dos décadas agitando el panorama de la moda y el textil.
Atrás queda aquella exposición primera, que iba de Balenciaga a Jean Paul Gaultier . La que unía a David Delfín con otros enfants terribles de la moda. La de Pertegaz que se sumó a la que hubo en Madrid y aceleró el ritmo de las donaciones hasta el punto de tener treinta y cinco del modisto que vistió a Letizia el día de su boda . O la que marcó época en el Museo del Traje con el título Jeans: de la calle al Ritz. Un fondo de armario magnífico que está a punto de encontrar cobijo en un centro cultural.
Por si se estaban preguntando quién era el tal Antoni de Montpalau, con quien empezó todo, la respuesta está en la novela fantástica Las historias naturales, del genial Joan Perucho. Solo el nombre pertenece al terreno de la ficción. Lo demás, ya se ha visto, es muy real.
22 de noviembre-21 de diciembre
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, independientes y aventureros. Les encanta viajar y se les dan los deportes de maravilla. No pierden jamás la curiosidad por cómo funicona el mundo, pero a veces pecan de salvajes e indomables y tienden a la incosistencia vital. Ver más
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