
Hace ya 20 años. Letizia se estrenó con a boda reales con el enlace de Federico y Mary de Dinamarca. Faltaba, apenas, una semana para su propia boda y supuso su presentación en sociedad como futura princesa de Asturias. Su aparición de la mano de Felipe vestida de Lorenzo Caprile cautivó a todo el mundo. Desde entonces, la reina ha acudido a otras bodas reales y cada una de ellas ha representado un momento vital diferente.
Si repasamos todas las bodas reales a las que ha asistido, nos damos cuenta de que han marcado una etapa en su vestuario y en las relaciones con la realeza. Fue, sobre todo, a partir de la boda de los duques de Cambridge, en 2011, cuando doña Letizia pareció cómoda en su papel y deslumbró con su look. La boda de Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik significó, por el contrario, un momento difícil: la reina no parecía sentirse del todo en su sitio y aquel enlace marcó el inicio del desencuentro con los primos griegos de don Felipe.
la niña de la patada de Froilán
Hoy, la reina Letizia conoce sus recursos y sabe utilizarlos. Y, sobre todo, tiene muy claro cuál es su rol en la realeza europea. Habrá más bodas –la siguiente es la de Teodora de Grecia– y veremos a doña Letizia brillar, sin duda. Repasamos todas las nupcias reales a las que ha asistido, cómo vistió y cómo, cada una, supuso un peldaño en su camino como princesa y como reina.
Faltaba una semana para su enlace con don Felipe y era la primera ocasión en la que doña Letizia se encontraba con la realeza europea. Su enlace se celebraba el 22 de mayo, pero el príncipe Felipe y el príncipe Federico eran grandes amigos. La víspera de la boda, a la que viajaron con la infanta Cristina y su marido, Iñaki Urdangarín, la pareja real danesa invitó a los asistentes a su boda a un concierto en el Teatro Real de Copenhague.
Fue la puesta de largo de la futura princesa. Doña Letizia lució un diseño de Lorenzo Caprile, de dos piezas con chaqueta encorsetada, de gran escote barco y brocados de seda que reproducían dibujos del siglo XVIII. Los botones eran de cristal. La falda, larga y muy ajustada hasta la rodilla, era de color guinda. La futura princesa iba peinada con un moño Grace Kelly y llevaba unos pendientes largos de diamantes.
Letizia, de rojo, en la boda de Federico y Mary de Dinamarca. /
Pero si hay una imagen que permanece en la retina de los españoles y de los medios internacionales es la de doña Letizia entrando en la Iglesia para la ceremonia. Lució un espectacular «caprile» de gasa en color rojo laca, con una pequeña cola. Se peinó con un recogido, con ondas al agua, de inspiración años treinta y se adornó con unos pendientes de brillantes y rubíes, a juego con unos broches colocados a ambos lados del escote, que le había prestado la reina Sofía.
El éxito de doña Letizia fue total, incluso entre los que no confiaban que hiciera bien su papel, tratándose de una joven profesional de clase media, muy alejada de los círculos de la realeza.
Los príncipes de Asturias, recién casados, acababan de llegar a Jordania, la primera escala internacional de su luna de miel, tras haber viajado varios días por España, y asistieron a la boda, en Ammán, en el palacio de Zahran, del príncipe Hamzah bin al Hussein, hijo de la reina Noor y del fallecido rey Hussein de Jordania, y la princesa Noor Hamzah.
Al enlace también asistieron la reina Sofía y la infanta Cristina. La relación entre la familia real española y la jornada siempre ha sido de gran familiaridad. Noor es una de las mejores amigas de la reina Sofía. Asistieron los reyes de Jordania, Abdala y Rania, Grandes Duques de Luxemburgo, los herederos de Bélgica, príncipes Felipe y Mathilde, los de Noruega, Haakon y Mette-Marit, y el príncipe Andrés de Inglaterra.
Felipe y Letizia en la boda de Hamza de Jordania. /
La princesa optó por un conjunto verde agua con vestido de gasa y chaqueta entallada de seda firmado por su recién descubierto Felipe Varela, que había vestido a sus hermanas y a su madre en su boda. Doña Letizia iniciaba un largo camino de estilo con un error de estilo bastante flagrante: demasiados brillos, demasiados volantes, demasiados cortes al bies irregulares. La pareja continuó su viaje de luna de miel después de visitar la ciudad de Petra.
Victoria, la heredera de la corona de Suecia, y Daniel Westling, contrajeron matrimonio en la Catedral de Estocolmo. Los príncipes de Asturias asistieron junto a las infantas Elena y Cristina y sus esposos, así como la reina Sofía asistieron. La princesa eligió para la ocasión un modelo de Felipe Varela, que ya se había convertido en su diseñador de cabecera.
Pero la elección no fue muy acertada. El vestido en color nude de manga corta, ligeramente fruncidas, cubierto de flores de gasa, no realzaba el color de su peil y la hacía parecer demasiado pálida y acentuaba su delgadez. Por entonces, los rumores sobre una supuesta anorexia arreciaban.
Letizia con Matilde de Bélgica en la boda de Victoria de Suecia. /
Ni siquiera la espectacular tira floral, de platino y diamantes, perteneciente a las joyas de pasar que le había prestado la reina Sofía, colocada sobre un moño trenzado, realzaba su estilo. La noche anterior la princesa optó de nuevo por un Varela, palabra de honor de color rojo, con cuerpo drapeado y volantes, que lució con la melena suelta, para asistir a un concierto en el Concert Hall de Estocolmo, sí fue un acierto.
Letizia, en el concierto previo a la boda de Victoria de Suecia. /
La boda de Nicolás de Grecia, segundo hijo de los reyes Constantino y Ana María de Grecia, y la diseñadora Tatiana Blatnik, no tuvo la pompa y el ceremonial de un enlace real. Fue una cordial reunión familiar, sin prensa. La pareja se casó en la iglesia ortodoxa de San Nicolás, en la isla griega de Spetses.
En un guiño a su familia política, doña Letizia escogió un vestido de inspiración helénica diseñado por Felipe Varela, en color azul, con un solo hombro y un vivo de plata rodeando el cuerpo. Llevó la melena suelta y lució los pendientes de aguamarinas engarzados en oro blanco, regalo de Bulgari.
Felipe y Letizia, en la boda de Nicholas de Grecia y Tatiana Blatnik. /
Sin embargo, en ningún momento se mostró cómoda en lo que era una importante ocasión para acercarse a la familia de su esposo don Felipe, con la que este tenía una fuerte unión. Al contrario, quienes asistieron la recuerdan tensa y envarada. Se ha contado una anécdota que podría ser el inició de sus malas relaciones con los primos griegos: se levantó en medio de la cena para sentarse junto a su marido, mientras ningún matrimonio compartía mesa.
Parece que los presentes se quedaron extremadamente sorprendidos, e incluso molestos. Quizá la tensión se explique por la investigación del juez instructor sobre el caso Nóos que había comenzado justo un mes antes en un juzgado de Palma de Mallorca, por apropiación indebida de fondos públicos, malversación de caudales públicos y fraude a la Administración.
Era una de las bodas de la década, en el Reino Unido, al menos, y Felipe Varela fue de nuevo el elegido por doña Letizia para asistir a la ceremonia dle enlace entre Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton en la abadia de Westminster junto a la reina Sofía. El vestido era un diseño de muselina plisada en rosa empolvado, con bordados.
Letizia,, de rosa palo, en la boda de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. /
Lo complementó, como no podía ser de otra forma en una boda británica, con un sombrero de Pablo y Mayaya, de estilo «cloche» años veinte, y nos pendientes de brillantes en forma de estrella. La noche anterior, hizo una entrada espectacular en el Hotel Mandarin Oriental, de Londres, donde la reina Isabel II ofreció una cena de gala para los invitados.
El vestido de doña Letizia, un diseño de muselina y tul, de color gris lavanda, con escote palabra de honor y falda larga de línea años 50, con bordados florales deslumbró. Llevaba el pelo recogido en la nuca y pendientes de brillantes y perlas. Los dos vestidos le grangearon la aprobación general y la convirtieron en una de las «royals» mejor vestidas, según la prensa internacional. Demostró que era capaz de oponerse a las críticas que, por entonces, levantaba su excesivo apego a Varela.
La boda de Guillermo de Luxemburgo, heredero al ducado, y Stéphanie de Lannoy, fue la última boda real, en la que se ha visto a los reyes. Estuvieron ausentes en las celebraciones previas al enlace religioso, que tuvo lugar en la Catedral de Luxemburgo.
Letizia en la boda de Guillermo de Bélgica y Stephanie Lannois. /
Doña Letizia volvió a confiar en Felipe Varela y lució un para un conjunto de vestido en color ciruela y abrigo en crepé y guipur de seda, y volvió a utilizar sombrero tocado con plumas, de nuevo un diseño de Pablo y Mayaya. El abrigo era de encaje de guipur en un color lila claro, adornado con un bordado de perlas y cristal y flores en tres D.
La princesa volvió a acertar, demostrando que ya sabía escoger lo que le sentaba bien, y lucir sombrero, algo por lo que, hasta entonces, no había mostrado ninguna inclinación.