Este 31 de agosto se cumplen 25 años de la muerte de Lady Diana Spencer en un trágico accidente en el Puente del Alma, en París. El cuerpo de la princesa, que falleció trágicamente de madrugada en el Hospital de La Salpêtrière, regresó a Londres, para su funeral acompañado de su exmarido, el príncipe Carlos, y fue seguido en un triste cortejo por su hermano, Lord Spencer, el Duque de Edimburgo y sus dos hijos, Guillermo y Enrique, entonces de 15 y 12 años.
Las imágenes de aquellos niños se quedaron grabadas en la retina de los cientos de miles de espectadores que contemplaron las exequias. Una vez concluido el funeral, se dio lectura al testamento de la princesa, cuyos principales beneficiarios fueron los pequeños.
La princesa Diana dejó a sus hijos algo más de 24 millones de euros, a repartir a partes iguales entre los dos. Tras pagar los impuestos, esa cantidad quedó en un patrimonio neto de más de 15 millones de euros. La princesa otorgó testamento en 1993 y su última voluntad también incluía una cláusula que dejaba 80.000 euros a su mayordomo, Paul Burrell, y un recuerdo a elegir en un lote designado por los albaceas, que constituía un cuarto de sus posesiones, para los 17 ahijados de la princesa.
Entre ellos estaba el príncipe Philippos de Grecia, lady Alexandra Hooper, bisnieta de Lord Mountbatten, o las hijas de sus tres compañeras de piso en Sloane Square. Entre los objetos heredados figuran objetos como vajillas, acuarelas, un servicio de café, un reloj o una licorera.
Los albaceas fueron Frances Shand Kydd, madre de Diana, una de sus hermanas, lady Sarah McCorquodale, y Richard Chartres, el obispo de Londres. El patrimonio estaba compuesto de acciones, inversiones, joyas, vestidos, valiosos objetos personales y dinero en efectivo. Ella lo legó todo en un fideicomiso a favor de Guillermo y Enrique.
El testamento establecía que no podrían disponer de su herencia hasta que hubieran cumplido los 25 años, aunque una cláusula posterior elevó esa edad hasta los 30 años. Durante esos años de espera, la herencia recibida por los dos hijos de Diana fue invertida por los asesores financieros de la casa real británica hasta alcanzar los 24 millones de euros, una vez que los hermanos pudieron disponer de ella.
Enrique y Guillermo acompañados por su padre, su abuelo y su tio durante funeral de Diana de Gales. /
Entonces habrían heredado cada uno casi 12 millones de euros. Hasta esa edad, fueron recibiendo una cantidad anual. Enrique recibió su herencia en 2014. Lo que no se sabe es si su parte fue aumentada. Diana dejó una cláusula con este deseo, para compensar el mayor patrimonio que le correspondería a Guillermo, tanto del ducado de Cornualles –al que accederá cuando sea príncipe de Gales– como por el subsidio que le ingresa su padre por ser heredero y una cifra próxima a los dos millones de libras que le legó su abuela, la Reina Madre.
Diana también pedía en su última voluntad que sus hijos recibieran las joyas que había adquirido como princesa de Gales. Dejó alrededor de 200 piezas personales entre anillos, pendientes, pulseras, gargantillas y cadenas de oro. Algunas de sus joyas, como la tiara Spencer, que lució en su boda, pertenecían a la familia Spencer y hoy está en poder de su hermano, y otras a la Familia Real, como la tiara «The Lover's Knot», su preferida, que era propiedad de la reina Isabel.
Entre las piezas más icónicas se encuentran el anillo de compromiso de Diana y un reloj Cartier. Cada príncipe escogió uno de ellos como recuerdo especial. Guillermo eligió el reloj, que había pertenecido a su abuelo materno, John Spencer, mientras que Harry optó por el anillo con un zafiro de Ceylán y 14 diamantes, de la firma Garrard, inspirado en un broche que había pertenecido a la reina Victoria.
Pero cuando Guillermo estaba a punto de pedirle matrimonio a Kate Middleton, Enrique, todavía muy lejos de casarse, le ofreció el maravilloso anillo a su hermano. Kate también sería, algún día, princesa de Gales y aquel anillo era un símbolo de la herencia de su madre. La joya también tiene a juego unos pendientes que hoy usa la duquesa de Cambridge.
Diana había dejado dicho expresamente en su testamento que deseaba que las esposas de sus hijos pudieran lucir sus joyas en el momento adecuado. Por eso, cuando Enrique le hizo la propuesta de matrimonio a Meghan Markle, le ofreció otra joya, diseñada a medida, para la que escogió dos piedras de la colección de diamantes de su madre.
Kate Middleton suele llevar joyas de la colección de Diana de Gales. /
Los hijos de Diana también recibieron el vestido de su boda con el príncipe Carlos, diseñado por David y Elizabeth Emmanuel, que se quedó Enrique. En 2013, el hermano de Lady Di confirmó que los dos príncipes eran también los propietarios de 28 vestidos de distintos diseñadores y de dos tiaras de diamantes.
Tanto Kate como Megan han lucido joyas de la princesa. El día de su boda, Meghan llevó el juego de aguamarinas montadas en platino, en el que destaca un impresionante anillo, con su segundo cambio de vestido. También se la vio con su brazalete de diamantes, en la polémica entrevista con Oprah Winfrey.
Enrique también posee la famosa D de oro, que Diana lucía en su época de soltera, mientras que Guillermo se quedó con los pendientes de perlas conocidos como South Sea y que hoy luce a menudo Kate, así como una pulsera de tres hilos de perlas con un cierre de dos diamantes «baguette»
Meghan también suele llevar joyas de la princesa Diana. /
Diana decidió también dejarle a su entonces mayordomo, en el Palacio de Kensington, Paul Burrell, una copia del testamento con una carta de «deseos personales» que desató algunas dudas, lo que condujo a un juicio testamentario. En sus deseos, Diana reiteraba lo que ya había establecido en su testamento: que sus dos hijos se distribuyeran el 75% de sus bienes a partes iguales.
Surgieron dudas también por la custodia de algunos objetos que Burrell había conservado en su apartamento privado, pero finalmente admitió que los guardaba para entregárselos a los príncipes. En el lote había cajas de música, cofres de oro y otros adornos.
La herencia de Diana fue, según Enrique, lo que le permitió, reiniciar su vida en California con Meghan Markle, tras dejar a un lado su papel como miembro activo de la familia real británica y después de que ésta dejara de financiar sus gastos por su renuncia.